"Hilos de Indiferencia"

Ante el vaivén de mi vida cotidiana el observar y reflexionar se han vuelto mi pasatiempo para afrontar el transcurso y muerte de los minutos.

Es así que transformando la observación en palabras puedo decir que, en la vastedad del ser humano, se erige una muralla de indiferencia, donde el eco de la empatía se pierde en el tumulto del ego. Un espacio desprovisto de cuidado por el prójimo por el igual, un rincón oscuro donde se diluyen las conexiones genuinas, y la antipatía se convierte en una oscuridad omnipresente.

Recordatorio gris y melancólico de nuestra propia fragilidad, de cómo, al sumirnos en la complacencia de nuestras vidas, olvidamos que somos fragmentos de un mismo rompecabezas que la pieza de al lado complementa nuestra existencia y que un plano formando por piezas cada una de estas es importante.

 La falta de atención a las penas y alegrías de los demás se convierte en una brecha, separándonos de la riqueza de experiencias que podría enriquecer nuestra propia existencia.

No es simplemente una omisión, sino una elección consciente de no sumergirse en las aguas profundas de la comprensión mutua. Al ignorar las luchas ajenas, construimos muros que nos alejan de la autenticidad de la conexión humana. En este paisaje desolado, la falta de empatía se convierte en una herida autoinfligida, que nos impide sentir la plenitud de la vida.

En la introspección de este actuar, surge una pregunta crucial: ¿qué perdemos al cerrar los ojos a la realidad compartida? ¿Qué riqueza se nos escapa cuando nos negamos a caminar en los zapatos ajenos?

Al igual que una telaraña en esta vida, en esta existencia cada hilo se entrelaza con el de otro, formando una red invisible de conexiones que trasciende la superficialidad de la indiferencia. Es en la apertura del corazón y la voluntad de comprender, donde encontramos la llave para desbloquear la puerta que nos separa de la autenticidad humana.