OQUEDAD

Encontré una huella que estoy fijando a mi piel.

Es un ansia oculta entre los bosques del ayer…

 

Es expresión de ser, que anhela las frases simples

de un dios oculto en los extramuros

prohibidos del alma, donde insistente, dice no.

 

Un ser, que atareado por las transformaciones

que mira el horizonte, con los ojos de la esperanza

y espera no dormir, con el sueño trunco,

junto a un televisor…

 

Desde los diminutos especímenes

hasta el horizonte que ha cuajado el tiempo,

entelequias inimaginables, surgen desde lo pequeño,

como un gran invento de la naturaleza.

 

Siento en el alma cosas,

que me acercan a la desdeñosa muerte,

como un pez sufriente de un mar verde:

Es poesía, que viene con alas mágicas,

a mis sedientos días de historias y afanes.

 

Es poesía, la que me salva de los crepúsculos,

de las miradas fatídicas… y de los andenes,

donde los adioses me colman de lágrimas…

 

Es la poesía, que encantó un día

 a un niño perdido entre los abecedarios

y la gramática desafiante de la sintaxis,

que puso el tiempo, en aquel silabario,

donde los poetas, en las cimas

de los encuentros inesperados,

elaboraron las grandes frases, que nadie leyó…

 

Es poesía, que sube desde el intestino

hasta mis labios, en una marea fatídica,

que deposita un porvenir de plástico,

azotado por la tormenta, en un naufragio

de frases y verbos sin destino.

 

Es poesía, que explora el alma

en una odisea de templanza y revuelo;

En una vertiginosa forma de quebrar los esquemas,

para que en la oquedad de los silencios,

renazca el espíritu vital de los nacimientos…