Sonetos mitoilógicos

Original Oriflama Infinita


AVISO DE AUSENCIA DE Original Oriflama Infinita
Me retiro a mi soledad eterna.
Enciendo esta noche una linterna
entre el frío que por esta ventana
entra a borbotones, como mi alma
en la muerta materia desvencijada
haciéndola jirones de blanca niebla.
Me retiro a mi soledad eterna,
aunque nunca daré por perdida
aqueya estreya que briya a oriyas
de mi vida, entre marea y arena...
Me voy volando al alba al despertar
a esta realidad tan extraña,
que se sueña, es la verdad...
Me voy flotando en una ola enfática,
a toda velocidad, cortando las aguas,
y la gran distancia que nos separa igual.

Zeus portando la luz entre nubes.

Escultórico cuerpo imponente,

ahí, altísimo, en el mismo vértice

donde el cielo azul se descubre.


Trémulamente caen gotas lúgubres

y tan fulgentes que ciegan los ojos

durante un instante, mientra él ruje

potente, con su cósmico furor ominoso.


Vuela el águila dorada sobre grises

emanaciones de su alma impasible

ante el choque que produce relámpagos.


Blanco se pone todo, aunque la noche

es siempre oscura como duda de hombre

cuando espera la yegada de otro rayo...



Un dios sumerio tiñe el cielo

de un color como naranjada

en el cuenco de un niño hambriento

que añora la leche de la mama


Marduk quizás, habiendo sido

herido en la punta de su barba,

intenta juzgar a la humanidad malvada

metiéndole otra dosis de albedrío


Pero Inanna la soberbia, decorada

con las guirnaldas habituales

de la realeza: calaveras vácuas,


persevera en su altivez inmutable

dictando las próximas normas

a los pobres hombres que le imploran...



Apolo ha vuelto a fumarse los laureles aqueyos

del prostituto césar por su pura inapetencia...

La Dafne está rayadísima, pues sigue creyendo

que su detestado amado ha perdido la cabeza...


Algún verdugo fue pasado bajo la hoja

de la guiyotina hambrienta de la mas roja

vida o esencia líquida de la dura carne

que Dionisio exprime de sí hasta nunca hartarse...


Gotas de ambrosía tómase como droga sin receta médica

un Aquiles (no el mismo adaliz que terriblemente blasfemara

contra toda la gran Troya un día de Luna yena o una noche ebria),

y corta su aliento al clavar al viento la roma espada quebrada...


Roma repara defectuosas copias de momias egipcias mordidas de carcoma,

como las bocas broncas de los patriotas: la loba mientras hace la vista sorda


En la tierra, entre campesinos y azadas, miradla,

a Hera, oíd como ora al trigo en esta era tecnocrática...










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