**~Carta de Amor IV~**

Zoraya M. Rodríguez

Para: Amada Mía



¡Oh, vida mía!, dime, ¿por qué no has leído mis epístolas de amor? Soy aquél que te amó con el corazón abierto y ahora estoy en alta mar buscando una respuesta a tu decisión. Y soy aquél que con el corazón te dice te amo. No me digas más amada mía que no has leído mis epístolas de amor. Estoy bajo este mundo, sí, en alta mar navegando sin rumbo incierto en busca de tu amor. Te dedico ésta carta de amor, la cual, expresa sentimientos y más…y con éste poema de amor te dedico más…



¡Oh, amada mía,

dime que me amas,

y más con el amor de mi alma,

no me digas que me dejas en paz,

y en alta mar deseando que lejos navegue,

si en el alma se derrite más,

es la nieve o el frío,

que se deleita más,

cuando ocurre el frío en la piel,

no desparrames más a la piel,

y de un sólo deseo,

en que se gana en desgana,

cuando en el suburbio,

 del corazón se ama…!



¡Oh, amada mía!, que encierras el amor en mi solo corazón. Estoy bajo el mar perdido del océano abierto, no me dejes de mirar hasta que en el horizonte me halle lejos de éste mar perdido. No dejes de amar a mi solo corazón que se mata si no siente tu amor. Por que cuando al alma se le advierte la fuerza por amar, se encierra el deseo en querer sobrevivir y más con su eterno amor. Éste poema en la misiva va dedicado a su solo corazón…




Sus besos de carmín,

son sólo abastecimiento para mí,

son sólo un buen sabor,

y un deleite en mejorar el calor,

de un sabor entre mis puros labios,

   y de un deseo entre mis más,

anhelados deseos,

porque cuando en el albergue,

del solo corazón,

se encierra el frío,

es cuando la puerta se abre,

 y se encrudece el tiempo,

de soledad y de desolación,

cuando llegas a besar mis labios…



¡Oh, señora bella y tan hermosa como la rosa! Dime solamente que encierras el deseo de amar en alta mar a éste corazón sin ser un naúfrago perdido. Sólo dame el dolor en el alma o en el frío un tiritar de gélido viento sobre la misma piel. Sí, dame el reloj del tiempo, el sol del ocaso, o del amor en el corazón o del frío en el invierno, o de las hojas en el otoño, cuando arde el sabor de unos labios sobre mi piel como un terrible y cruel laberinto. Éste poema va sobre la misiva que hoy te regalo…



¡Oh, dama de mis noches alegres,

sólo dime que el corazón está enamorado,

como en paz mi deseo calmado,

cuando ocurre el desenfreno,

y el veneno del alma,

un fuego devorador en el corazón,

y sin razón en la testa,

cuando en el alma corre en ser como la razón perdida,

pero, hoy la herida mata,

y el dolor sin tenerte me quema el alma,

como un fuego devorador,

que comienza a decaer,

en el alma con fuerzas,

y es la debilidad de creer en las almas,

tristes en querer amar lo que concede,

tristemente con el dolor de amar,

¡oh, dama de mis noches alegres!,

dame el silencio o el alboroto,

que con el dolor del corazón,

se da la razón en tortura…



¡Oh, Dios es la dama de mis pensamientos! Sí, en la oscura soledad de éste horizonte en alta mar no se detiene el sol ni el corazón cuando quiere y desea amar si solo se siente como el capricho inocuo o como el deseo de envenenar la ira de un Dios que desea amar. Cuando en el alma se siente como el suburbio autónomo de creer en el corazón enamorado. Sólo tú dame la noche, dame la verdad, y la insistencia de amar bajo el imperio sosegado de amar bajo el imperio de un sólo deseo. Y ésta carta o epístola se dedica al amor del tiempo y quedar tan enamorado y torturado de amor por tus besos amada mía. Y éste poema es para tu corazón, señora mía…




¡Oh, corazón amargo!,

dame el sabor dulce de sus besos,

que para mí son como la miel,

que corren por mi piel,

como el laberinto cruel,

y desnudas el deseo,

de embriagar lo que poseo,

cuando ocurre el veneno,

de sus besos,

y de su insistente corazón,

y que con toda razón,

se gana en tortura,

lo que crece en el alma,

y es una calma,

se enreda en frío calor,

cuando me das el sabor dulce de tus besos,

y en silencio se cuece el fuego,

clandestino y voraz,

como lo más amargo de un sólo tiempo,

que corre como lo audaz…




¡Oh, Dios, dame el calor de sus besos, cuando ocurre el frío nefasto en éste mar perdido en soledad y en mi piel y en mi recelo! Cuando el amor corre en ser como el ave capaz de volar y enreda el deseo de ser tan libre como el ave rapaz, cuando llegar a puerto seguro o a Tierra segura. Así es mi amor amada mía. La dama de mis noches alegres hoy he vuelto por usted y espero que haya sido capaz de leer la misiva que hoy he escrito por usted desde éste mar perdido y sin ser un náufrago perdido llego hasta donde usted. Te veré luego cuando mi corazón la busque entre el silencio y el alboroto, entre el cielo y la Tierra, entre el amor y el corazón. Hasta luego amada mía…





De: Del Hombre Caballeroso  

 

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 25 de septiembre de 2023 a las 00:02
  • Categoría: Carta
  • Lecturas: 7
  • Usuarios favoritos de este poema: Nitsuga Amano, racsonando.
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Comentarios1

  • racsonando

    Plena conjugación de prisa y poesía.
    ¡Un gusto llegar a tus letras!
    Saludo desde Colombia.



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