LA BRUJA DEL MAR II

Lourdes Aguilar


AVISO DE AUSENCIA DE Lourdes Aguilar
En cada oportunidad que se presente estaré con ustedes
Mientras haya vida habrá poesía

En tiempos de paz logramos juntar un capital que nos permitió comprar una modesta carpa para protegernos de la lluvia, confeccionar y comprar más vestuario  y más materiales para todos, la gran Paula ya tenía diez perros y un amplio repertorio de trucos que combinaba con las presentaciones de Barrilito y hacían las delicias de chicos y grandes, Diego logró cambiar la vieja camioneta por otra de medio uso, mucho más potente y adaptarle un remolque para nuestras cosas, ésa camioneta fue su juguete, solía adornarla de acuerdo a las fechas conmemorativas como primavera, día de la bandera, bandera, aniversario de independencia nacional, navidad, lo cual era una excelente propaganda, con ella podía avanzar kilómetros de autopista y también sortear curvas peligrosas, sin embargo nunca fue imprudente pues sabía que nuestras vidas estaban de por medio.

 La carpa nueva no  era la gran carpa que a veces soñábamos pero era un cambio que se podía disfrutar y mantenía en nosotros la chispa de la aventura afianzando nuestra unión más que como una compañía, como si fuéramos una auténtica familia, mientras en las ciudades veíamos pasar los cambios que trae el tiempo con sus avances tecnológicos, las diversiones de la gente, sus diferentes caracteres, lográbamos llamar la atención, parecíamos salidos de otra época pero perfectamente adaptados, no teníamos los medios para dar espectáculos impresionantes pero nuestra talento natural y las actualizaciones que recopilábamos compensaban con calidad e ingenio esa diferencia, había ocasiones en las que actuábamos todos representando una breve obra de teatro llena de gracias que arrancaba carcajadas a los presentes sin recurrir a vulgaridades ni lenguajes obscenos, varias veces recibimos ofertas y nos presentábamos por breve tiempo en teatros y plazas pero no teníamos intenciones de asentarnos fijamente así  que  seguíamos nuestro caminos, el paisaje provinciano nos mostraba su exuberancia o su escasez pero todo ello, al menos para las parejas enamoradas, era una oportunidad de expandir nuestros sentimientos, más aún en despoblados, donde las estrellas parecían tan al alcance de la mano, noches tibias invitaban a tumbarse sobre la hierba, las noches fría a calentando el cuerpo con los abrazos y los besos del bien amado, la lluvia a empaparnos y correr descalzos, la Bruja del Mar sobre todo disfrutaba esos remansos como si efectivamente fueran su elemento, caminaba tranquilamente bajo las cortinas de agua casi deshaciéndose con ella, hasta que nos acostumbramos dejamos de temer sus prolongadas inmersiones cuando buceaba hasta el fondo de los lagos y mares, era impresionante para nosotros que una mujer de su edad simplemente desapareciera en las profundidades así fueran aguas turbias con la misma serenidad que conservaba en tierra, como una familia en permanentes vacaciones atravesábamos serranías, explorando las maravillas de la naturaleza, los pueblos donde nos recibían con candor y curiosidad agradeciendo aunque fuese en especie (animales o comida) la diversión que les proporcionábamos, en esos remansos de paz, lejos del ajetreo de las urbes donde sus habitantes comparten aún lo poco que tienen, observaban encantados nuestros actos y escuchaban atentos las novedades de otras partes, pudimos haber disfrutado todavía muchos años más, pero el destino nos había deparado pruebas muy duras.

Guido se unió a nosotros un par de años antes de que estallara la guerra, se nos presentó después de la función y nos pidió que le permitiéramos unirse pues estaba harto de trabajar barriendo calles, su novia lo había dejado por otro de tamaño normal y era tan cobarde que no se animaba a cortarse las venas, todos estuvimos de acuerdo y se quedó, acompañaba a Barrilito, a la gran Paula y a Maurini en sus presentaciones, era también para nosotros época de apogeo, gloria que desapareció pocos años después cuando grupos inconformes se alzaron contra el gobierno y se desató la delincuencia, en muchos casos financiada por el mismo gobierno o por contactos en el extranjero que comenzaron a asolar las regiones por donde cruzábamos, se hablaba de desaparecidos, asesinatos en masa, impunidad e inseguridad constante sufriendo nuestro amado país años de carencias y zozobra, nuestro capital fue mermando poco a poco con extorsiones, robos y agresiones sin posibilidad de recuperarlos, por primera vez desde nuestros comienzos sentimos el desaliento de no poder sobrevivir de nuestro arte, cierto fue que gracias a nuestros viajes y a la preocupación de nuestros mayores porque nos instruyéramos por cualquier medio disponible para no quedar como simples cirqueros ignorantes, lo cierto era que hasta los más preparados tuvieron que conformarse con lo que hubiera durante el conflicto. Describir la violencia y la miseria es innecesario, pues cada vez que un país se sacude el dolor es el mismo, la desesperación, la crueldad son una constante que nadie quiere recordar ni revivir, es en esos tiempos cuando  la gente saca tanto lo mejor como lo peor de sí mismos y las cifras de los difuntos superan a las de los sobrevivientes, sobrevivientes que viven con cicatrices que después heredarán a sus descendientes creando un círculo vicioso que se repite una y otra vez no importando el país  ni el motivo de la revuelta.

Lo único merecedor de ser mencionado entonces son los actos valerosos de gente común que superando sus miedos y limitaciones logra marcar la diferencia, por pequeña que ésta sea, pues el heroísmo como la vileza no se califica por su magnitud sino por el hecho de salir de un paradigma común, yo presencié actos heroicos y así mismo detestables y ahora, ya con los años a cuestas puedo afirmar que los primeros compensarían con creces a los segundos si quienes los presenciaron no les permitieran caer en el olvido, pues siempre se recordará a más de un villano con facilidad mientras el héroe muere olvidado,  silencioso e inclusive calumniado con el fin anular el efecto de su acto. Yo presencié historias desgarradoras y así mismo fui protagonista de una, una que ahora vivo para contarla y mencionar a mis héroes, soy humana y he de confesar que los juzgué mal en su momento pero gracias a la bruja del mar ahora puedo narrarla objetivamente.

Era común en esos tiempos el asesinato y la traición, hombres y mujeres cegados por el poder y la codicia se complacían en torturar por los medios más crueles a sus víctimas para saciar sus bajos instintos, la población estaba dominada por medio del terror y la desesperanza en una existencia miserable, las amenazas de todas formas terminaban cumpliéndose quedando el amenazado doblemente adolorido, minado e incubando odio que estalla en su momento o germina en su mismo círculo. Nosotros habíamos perdido casi todo, debíamos trabajar de lo que fuera, recoger desperdicios, huir durante un ataque pues la gente se recogía en sus casas muerta de miedo sin deseos de rebelarse, un miedo que se podía hasta tocar y tanto soldados inescrupulosos como delincuentes bien armados no tenían reparo en molestar o secuestrar a quien se les antojara, nosotros casi siempre evadíamos las ciudades por lo mismo pero en provincia la situación no era mejor pues unos y otros se adueñaban de las poblaciones y nadie tenía el temple, ni los medios ni la organización para enfrentarlos, quienes lo hacían eran simplemente torturados y eliminados ocasionando que la gente en esas circunstancias se volviera egoísta, cobarde y traidora, sin remordimientos por lo que su actitud ocasionara con tal de sobrevivir; nosotros  habíamos sido muy conocidos pero por consejo de la Bruja del mar tuvimos que renunciar a nuestras presentaciones, no eran tiempos de exhibirse, hasta la diversión era un delito. Nuestra serie de desgracias comenzó en una ciudad cualquiera, en donde solíamos buscar por separado en la mañana algún trabajo para hacer, revisar en las calles por si encontrábamos algún comestible o líquido para compartir u objetos que pudieran servir y nos reuníamos en la plaza, Irene y yo  usábamos prendas holgadas y viejas pues podíamos ser presas apetitosas para cualquier bestia, siempre andábamos acompañadas y desarregladas. sin embargo las precauciones no fueron suficientes, esa tarde un grupo armado apareció cuando la Gran Paula practicaba con sus perros tan solo para mantenerlos activos mientras un grupo de niños presenciaba la escena, se acercaron preguntándonos si teníamos permiso para estar dando espectáculos, nos disculpamos, les pusimos sus correas pero los animales, percibiendo la calaña de aquéllos tipos comenzaron a ladrar y al hacerlos fueron acribillados sin miramientos, llevándonos arrestados a Paula, a Barrilito y a mi que la acompañábamos, pobre Paula, era como si le hubieran asesinado a sus hijos y estuvo llorando todo el camino a la cárcel, con nosotros consolándola, afortunadamente los demás lograron escurrirse al momento del suceso fingiendo desconocernos, no por cobardía sino para poder ayudarnos después. Pues bien, en la cárcel estuvimos  amontonados con otros tristes reclusos, todos con historias diferentes, todos desesperanzados y resentidos; esa misma tarde recibimos la visita de Maurini quien haciéndose pasar por hermano mío llegó hasta la celda y después de una breve plática me entregó un pedazo de alambre con el sobreentendido mensaje de que lo usara; él nos había enseñado a todos cómo usar un simple alambre para abrir cerraduras de todo tipo y aunque no fui la más aplicada sí logré aprender tras mucha práctica, sólo faltaba esperar el momento oportuno para escapar. Debo agregar que fue él quien a inicios del conflicto inventó un tipo de comunicación en clave para nuestro grupo, una palabra, un objeto, un gesto tenían un significado para nosotros, también ideó  algunos artilugios con ayuda de Diego para ser utilizados como armas de los cuales voy a resaltar unos sostenes para mujer  que al principio nos pareció absurdo y bromeábamos diciéndole que lo que realmente deseaba era que “nos rebanáramos las chichis” ya que constaba de tres varillas de las cuales la de en medio era una filosa hoja que se accionaba por el broche de en medio y al sobresalir podía servir como navaja pero que fue crucial en su momento, la Bruja del Mar se encargó de forrarlos e insistió a las jóvenes que los usáramos día y noche.

El momento oportuno demoró todavía dos días en presentarse, porque en esos pueblos circundando la ciudad eran estratégicos para grupos rivales que se presentaron distrayendo la atención de los guardias y fue entonces cuando aproveché para abrir la mayor cantidad de celdas, ya que a mayor cantidad más oportunidades había de escapar y así fue como logramos salir, atropelladamente y dispersándonos en todas direcciones; tuvimos suerte de vernos libres, pero en la fuga una granada estalló cerca de mi, derribándome con su estruendo, al levantarme me sentí mareada, pero no había tiempo que perder, Barrilito me vio y tomándome del brazo me jaló, me levanté y corrí escuchando en mi cabeza todavía un fuerte zumbido, sintiéndola como si creciera y se encogiera con cada paso, no le di importancia y como pude aguanté, al menos hasta que estuve con el grupo muy lejos de donde todavía continuaba la batalla campal, recuerdo que mis amigos me hablaban pero no lograba escucharlos, ellos me señalaron uno de mis oídos y al tocarme mis dedos se empaparon, entonces comprendí que uno de mis tímpanos estaba roto, por lo tanto ya no oía de ese lado; tampoco había tiempo para lamentaciones y debimos alejarnos antes de que cualquiera nos tomara por alborotadores al ser recién llegados.

Mi oído herido me ocasionaba jaquecas, que la bruja del mar calmaba con suaves masajes, yo pensé que sería cuestión de acostumbrarme, pero en el fondo sabía que era un daño irreversible, Diego también y trataba de animarme, planeando más adelante construir aparatos mecánicos para facilitar actos durante las funciones o incluso robots, yo sería pieza clave e inspiración para sus inventos, su confianza y su emoción minimizaban mis molestias y mis dolores pues él veía no mi talento perdido sino una oportunidad de compartir conmigo su pasión por la mecánica, me conmovió su fe y me convencí de que algo bueno saldría, en sus brazos me dejé guiar mientras él secaba mis lágrimas tibias.

Las necesidades eran muchas, y contrario a nuestras costumbres, obligados por el hambre entramos a la ciudad y una vez ahí Maurini tuvo la osadía de jugar al póker en una taberna contrariando el consejo de todos, estaba desesperado y aunque su habilidad nos permitió sobrevivir unos días con magras ganancias tuvo la mala suerte de ganar una partida justo cuando un grupo de soldados entraban a refrescarse, éstos, al darse cuenta de que los contrincantes de Maurini abandonaban la mesa decidieron sentarse y retarlo, Maurini trató de evadirlos cortésmente, pero un oficial lo detuvo, amenazándolo con su arma, Maurini hubiera preferido dejarse ganar con tal de alejarse lo más rápido posible, pero había demasiados testigos que al calor de las copas podían echársele encima si la partida se ponía aburrida de repente, por si fuera poco el oficial demostró ser un consumado tahúr con lo cual las partidas que siguieron fueron muy reñidas, luego ya no se trataba de dinero sino de orgullo, orgullo que el oficial no dudaría en saldar de una u otra manera, al final la habilidad de Maurini pudo más que la experiencia del oficial; éste se le quedó mirando fijamente, advirtiéndole lo esperaría al día siguiente para la revancha y más le valía presentarse o él mismo lo buscaría. Apenas Maurini estuvo fuera nos reunió a todos para que nos alejáramos esa misma noche.

Pasó casi un mes, y ya estábamos bastante lejos de la capital cuando quiso el destino arrebatarme lo más querido; en ésa ocasión estábamos en una ciudad relativamente tranquila por lo que permitimos que Irene bailara en la plaza, acompañada por flauta y tambor que tocaban alegremente Guido y Barrilito, en esa presentaciones Maurini nos acompañaba y tuvo la desgracia de encontrarse frente a frente con el oficial a quien había vencido en la capital, éste al reconocerlo  se acercó mientras Irene bailaba y adivinando que la joven era alguien cercano a él interrumpió su baile tomándola con fuerza del brazo y, dirigiéndose a Maurini le reclamó que lo hubiera dejado plantado hacía un mes, para lavar su “honor” le obligó a jugar a Irene, el pobre Maurini estaba pálido pero no tenía forma de rehusarse, nosotros presagiábamos lo peor cuando se los llevaron a una céntrica taberna, los seguimos discretamente a cierta distancia, cosa que seguramente nos agradecía y así, antes del anochecer comenzó la partida, el oficial jugaba concentradamente por lo que Maurini tuvo que hacer gala de todas sus habilidades para vencer sus artimañas, sin embargo aquello se prolongaba sin que ninguno llevara una ventaja significativa, mientras los demás tratábamos de encontrar alguna forma de ayudarlos; lo que sucedió fue que el oficial perdió la paciencia, y echando maldiciones se levantó violentamente de la mesa y apuntando a Maurini estuvo a punto de descargarle el arma, cuando Irene, rápidamente se acercó y acariciándole el brazo le dijo que no hacía falta ser tan impulsivo pues ella se podría encargar de quitarle el mal humor; Maurini la miró atónito, como prefiriendo haber sido baleado, se levantó también, pero antes de que pudiera reaccionar, Barrilito lo jaló del brazo con fuerza y entre Diego y él lo sacaron del lugar mientras el oficial se alejaba con Irene ya saboreando su humillante venganza, una vez en la camioneta los seguimos cautelosamente, el pobre Maurini trataba inútilmente de zafarse hasta que la Bruja del Mar se acercó y tomándole el rostro con las dos manos lo obligó a mirarla fijamente a los ojos, Maurini, al instante dejó de forcejear, se convulsionó de pies a cabeza y comenzó a gimotear como chiquillo, la Bruja lo tomó en su regazo y acariciándole la cabeza le repetía que no se desesperara mientras los demás ideábamos alguna manera de rescatarla.

 El lugar a donde llevaron a Irene era un simple motel a las afueras de la población, el oficial dejó a sus subordinados en la entrada; nosotros nos estacionamos unos metros antes pero después de un rato decidimos pasar enfrente y hacerlo unos metros después; mientras la Bruja permanecía vigilando a Maurini, quien se había quedado dormido en sus brazos los demás estudiábamos cómo escalar hasta el techo y ubicarnos en puntos estratégicos a salvo de los demás guardias yo, por ser la más ágil intenté trepar llevando una cuerda, pero bien pronto me di cuenta de que ya no era la misma, el oído herido afectaba mi equilibrio y supe que no podría ayudar, aún así logré asegurar la cuerda y fue Diego quien subió llevando a Guido en la espalda, luego  desde el techo lograron ubicar el cuarto en donde tenían a Irene, ahí Guido imitó el sonido de cierto pájaro, una clave también conocida por todos para que ella supiera que estábamos cerca, fuera de eso no podíamos hacer más que esperar a que ella lograra escapar de alguna manera. 

Casi una hora después la vieron subir al techo, pálida y desencajada, con sangre en la ropa, algunos arañazos y moretones al parecer por haberse escabullido a través de la estrecha ventana del baño, sin pérdida de tiempo Guido volvió a imitar al pájaro y Diego le aventó la cuerda para que subiera, no había tiempo de hablar, bajaron por el lado donde aguardaba Barrilito y corrieron hacia el muro, subimos silenciosamente y una vez afuera cortamos la cuerda, Paula nos esperaba y fuimos a reunirnos con los demás. Maurini había despertado y al ver a Irene la estrechó con fuerza en un largo abrazo mientras ella, temblorosa nos urgía a retirarnos pues estábamos en serio peligro, así que arrancamos silenciosamente recorriendo atentos las calles para tratar de no llamar la atención de nadie y llegar a la carretera sin incidentes.

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  • Autor: Lourdes Aguilar (Offline Offline)
  • Publicado: 10 de septiembre de 2023 a las 16:27
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 5
  • Usuario favorito de este poema: Nitsuga Amano.
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