PLEGARIA DE DOMINGO

Pampa Dormida-Luis

POR APRENDER A DARNOS CUENTA

En la lectura de hoy vemos a un Jesús un tanto duro. Reprime a Pedro, lo interpela, lo llama “Satanás”.          Imagino como debe haberse sentido Pedro.

Precisamente había cometido una acción de “puro amor” hacia su amigo, hacia su “Mesías” tal lo había expresado en la lectura del domingo anterior.

Quizá pensó que sacando de adentro su “mejor yo” y queriendo impedir tanto sufrimiento en la Pasión de su amigo y Mesías que debía comenzar pronto, daba lo mejor de sí.

Me queda claro que la reacción de Jesús no fue para Pedro sino que le habló directamente a Satanás, quien fue el verdadero autor de las palabras dichas por éste.

Esto me lleva a pensar que todos nosotros necesitamos revisar diariamente lo que decimos o pensamos.

El diablo es astuto y pone en nuestra boca pensamientos y palabras que pueden parecer “buenas” pero que en definitiva no lo son.

Y traigo a colación una conversación mantenida hace unos años con uno de mis hijos en sus entonces jóvenes 24 años.

Un tema fue llevando a otro y terminamos coincidiendo en que la vida va poniendo cosas delante nuestro que si no nos damos cuenta del mensaje o la señal que de allí se desprende, pasan desapercibidas y pueden ser perjudiciales.

Trataba de explicarle que muchas veces cruzamos personas y situaciones que nos decepcionan pero que madurar significa darnos cuenta que hay una diferencia entre las ilusiones y la realidad.

Debemos darnos cuenta de separar lo superfluo y quedarnos solo con lo importante.

Que los años van acomodando las cosas y al final te das cuenta que siempre tenemos más para agradecer que para culparnos por lo perdido.

Que a medida que avanzamos vamos cruzándonos con personas difíciles que sirven para dejar de mirar hacia fuera y sacar lo que somos por dentro.

Que muchas veces, aunque parezca contradictorio, la vida nos pone frente a adversarios de diferente índole hasta que dejemos de "reaccionar".

Hablamos de los miedos que tantas veces sentimos ante la incertidumbre, lo desconocido, pero desde mi humilde experiencia traté de explicarle que eso es necesario simplemente para perder el miedo y recuperar la fe.

Que la vida a veces parece que se ríe de nosotros hasta que aprendemos a reírnos de nosotros mismos y vemos que todo pasa y que no ha sido tan grave.

Cómo explicarle a aquel joven de 24 años con una vida y sueños por delante, sano de cuerpo y de espíritu que a veces sentirá que su alma se rompe en mil pedazos simplemente para que la luz anide en él.

Que mil veces sentirá y verá señales tenues, otras no tantas, hasta darse cuenta que Dios va marcando el camino y está en él tomar el correcto o seguir perdiendo tiempo en huellas sin rumbo.

Que será humillado mil veces como si Dios le hubiese soltado la mano, simplemente para erradicar el ego que vive en cada uno de nosotros.

Que de a poco se irá dando cuenta que los bienes y la grandeza pretendida es simple vanidad y perderán todo sentido cuando pueda naturalmente servir al prójimo.

Que eso que no entiende del porqué a veces Dios permite que la vida de un amigo se corte temprano o un amor se termine, es simplemente el mensaje de Dios para decirnos que debemos apurarnos a aprender a vivir.

Que aunque parezca fuera de moda y hasta en desuso, la vida no va a darnos lo que queremos sino aquello necesario para ir creciendo honradamente.

Que seremos ridiculizados una y otra vez hasta entender que somos nada, nadie, y que ese es el secreto para convertirnos en un todo.

Al final traté de resumir esa charla en que todo lo que transcurre a nuestro alrededor en el día a día pareciera que nos va negando a Dios hasta que aprendemos a descubrirlo en lo simple que nos rodea y en el prójimo.

Porque, como dijo alguna vez el profesor Bert Hellinger, “La vida te despierta, te poda, te rompe, te decepciona... pero créeme, eso es para que tu mejor yo se manifieste... hasta que sólo el amor permanezca en ti".

Por eso te pido hoy en esta sencilla Plegaria, por aprender a darnos cuenta y poder manifestarnos.

Buen Domingo.

LHS

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