Nostálgico

Letonian

Creo que jamás entendí del todo lo que pensabas de mi, y tal vez por eso me dejaste, sigo sin entenderlo, nunca me explicaste por que te ibas. 

Hoy sentado en el sofá sentí algo en mi mejilla, algo rodo por allí, húmedo, solitaria, una lágrima, creo que hace mucho que no me sentía así, tal vez por eso no sabía con exactitud qué era, y aún más raro fue que no fue la única, empezó por mi lado izquierdo, ocupando tu lugar en el sofá.

Estaba un poco preocupado, pues no dejaban de caer, una tras otra fueron llenando un vacío, pero a pesar de ello, no se sentía igual, faltaba algo. Calor, ternura, confianza, alegría, amor, no lo sé aún, espero que pronto esto se detenga, sabía que tarde o temprano pasaría, pero jamás pensé que pasaría tan pronto, fue solo ayer que te fuiste.

Mis párpados comenzaron a pesarme, pero aun no quiero cerrar mis ojos, tal vez sea solo mi imaginación, pero algo se sentó al lado mío, un calor invadió mi regazo, y de pronto dejaron de brotar, una luz apareció en mi visión.

Sin darme cuenta dormí por un tiempo, no se cuantas horas pasaron, son las 3 de la madrugada de un lunes, debería prepararme para ir a trabajar, pero volví a sentir algo en mi regazo, fije mi mirada hacia abajo, estabas tu, acaricié tu cabello para ver si no eras solo una ilusión de mi mente, una mala pasada quizá por el alcohol, pero no, allí estabas.

Después de unos minutos abriste los ojos un poco rojos; "¿estuviste llorando?", pregunte un poco confuso, y me respondiste que solo un poco, y que volviste porque aún faltaba algo por hacer. "¿Qué es?" consternado por lo que pasaba cuestione tus palabras.

Te incorporaste y te sentaste a mi lado, tomaste mi mano izquierda y recargaste tu mejilla en mi hombro. Volví a sentir ese calor que me hacía falta, ese amor que tanto anhelaba por fin estaba de vuelta. Elevaste la mirada y me dijiste con dulzura; "Jamás me quise ir, por eso estoy aquí, pero creo que debes despertar, ya es tarde, me tengo que ir, y te tienes que preparar para irme a despedir, ten".

Con cuidado colocaste una pequeña caja en mi mano, y poco a poco al calor abandono mi hombro, no sabía aún que pasaba. De pronto, algo agitó mi corazón, abrí los ojos y eran las 8 de la mañana, la alarma sonó. Sentí algo en mi mano cuando quise desactivar la alarma, una pequeña caja colocada con cuidado, la abrí y encontré 2 anillos entrelazados, nuestros anillos de boda.

La humedad volvió a aparecer sobre mis mejillas y me di cuenta que se hacía tarde, tenía que ir a despedirme de ti, hoy tengo que darte... el último adiós.

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.