Esa calima

Alberto Escobar

 

 

 

En plena calima.
Me asomo a la soledad caliente
de una tarde y hace viento.
La calima es densa, cae a pegotones
al suelo hirviendo, se hacen unas tortas
sobre el hornillo de una acera, unos niños
se las llevan a la boca, hace hambre ya, 
la merienda se les hace cara, casi sin familia,
sin dinero que llevarse al estómago,
sin saber si volverán a comer...
Me asomo porque me llama algo,
el aleteo rítmico de un toldo recogido, 
unos flecos sinuosos tocan el borde
superior del balcón de arriba, aletean
según el viento va y viene, un viento
caliente, hirviendo, un viento denso
mezclado con una calima ardiendo,
un calor que cae como chapapote al suelo,
y unos niños hambrientos, sin nada,
sin alimento que les espere, comen ansiosos,
al fin cae algo en sus estómagos, hoy, 
y el deleite se dibuja en sus labios,
son moscas sobre la mierda, se chupan
los dedos sucios, sedientos, enfermos.
Me asomo, me detengo solo en el aleteo
incesante del toldo, del flequillo marrón
y ocre, y desdeño el vívido espectáculo
que ocurre abajo, en el suelo —no me apetece
bañarme de ninguna realidad que no sea la mía. 
Ese aleteo me lleva a momentos gaditanos, 
en la Tacita, en verano, unos amigos en el tren,
uno de ellos tras el olor de una chica, prima 
de una amiga de Sevilla, cerca del estadio, 
pisos blancos de temporada, sucios de fachada,
pisos que solo tienen alma en verano, toldos 
marrones y ocres aleteando con el levante,
despidiendo un sonido a abejorros revoloteando
una torta de chapapote color mierda caliente, 
una fotografía en blanco y negro, un recuerdo
que distorsiona el tiempo, que lo hace suyo. 
El viento ha parado, el toldo descansa por fin
del incesante ajetreo al que lo somete un flequillo
hostil, rebelde, que lo desmiente de su muerte, 
con años ya enrollado, sin verano, sin descorrer 
su existencia desde hace julios, sucio, deshilachado, 
que se niega a morir con este baile de San Vito.
Todo es silencio de repente, cierro la ventana,
el toldo vuelve a descansar, el flequillo se calla. 
Todo vuelve a parar. La calima sigue, el hambre...

Ver métrica de este poema
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales


Comentarios1

  • Nuria de espinosa

    El hambre, el mal que devora buena parte de este mundo y que si no ponemos remedio este 23 de julio, terminará por devorar os a todos. La pobreza y la miseria son terribles, testigos inexorables de los desesperados... Una letras profundas y dolorosas, el mundo va de cabeza hacia un caos porque a perdido la humanidad. Un placer leerte. Abrazos de amistad

    • Alberto Escobar

      Me alegro de que te guste esta ocurrencia entre surrealista e hiperrealista. Aquí te espero cuando te apetezca visitarme. Entra sin llave. El mismo abrazo te lo devuelvo, Nuria.



    Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.