LOS SIGNOS DE ESTE SIGLO

RENNY LOYO

PRIMERA PARTE

Es derrotada la aspiración de la eternidad

 

 

El mundo-dicen-se está acabando,

El gobierno decreta las ofertas

El desespero iracundo amortaja las aceras

Las bombas estallan en la otra parte de la vida.

 

El Napalm ya no existe

El fosforo incendia el alma

Los gritos son canciones

La navidad quema los arbolitos.

 

Ya nadie llora

El silencio atormenta

Los ojos miran fijamente

Las almas y los espíritus huyen del horror.

 

Las esposas no son necesarias para las manos

Los brazos ya no le pertenecen

El petróleo sube, el oro se estabiliza

Las burbujas estallan.

Las generaciones ya no existen

Los viejos miran las estrellas resignados

No son los reyes magos

Es el mercado que nos visita.

 

La poesía ha muerto

Las palabras desbaratadas se arrastran hacia el rio

El agua muerta corre como la sangre

La garganta seca se alivia con sangre y se ahoga.

 

Las vísceras ya no se venden

Los cerdos han huidos

Las vacas tristes ya no pastan

El fuego es el dueño de la tierra.

 

Las lágrimas de los niños forman mares

Los juguetes ahora son de los hombres

Los niños rugen como leones

Los juegos han muerto otra vez.

Ya no nacen como antes

Están excluidos de este mundo

La muerte viene acuñada

Con pobreza y una deuda ajena.

 

Los viejos libros dicen la verdad

Los desmienten las realidades

La inteligencia ya no existe

La barbarie vuelve con más brío.

 

Los sentimientos se han fugado

El alma torturada se confiesa atea

Las lágrimas son de inocencia

Pero, aun así, escupe sangre.

 

Ya no hay dolor ni sufrimiento

Ni conciencia ni pensamiento

La carne ya no sirve

Solo aguanta el sol que le abraza en un adiós.

Pueden decir que es la muerte

Pueden pronunciar su nombre incluso

Ya es tarde, es hora del ritual

Incluso ya no hay nadie en esta multitud calcinada.

 

Es un desespero por llegar lejos

La han prometido siempre

Pero es la oferta y la demanda

Ya este cuerpo no tiene precio.

 

¿Dónde están los noveles de la paz?

Debajo de las rocas sus voces se esconden

Caminan descalzo para no despertar la tierra

Así pretenden salvarnos.

 

El circo se prepara

Los barcos cargan sus tarantines

El dueño desde lejos se frota las manos

Ya no tenemos oportunidades.

No existe diálogo entre fieras

Los colmillos no detienen su ansiedad

El instinto no piensa, la razón muere,

Resucita cuando ya es demasiado tarde.

 

Celebraciones impunes embelesan

El mundo ríe o se burla

La muerte rendida no importa

La mediática triunfa y la bolsa recupera su ritmo.

 

Es el final del túnel

Lo más oscuro brota luego

Los culpables se horrorizan

Las ganancias les calman el alma y les da sosiego.

 

Así caen los inocentes

Las redes los enredan

La mentira los convence

Y el horror no mira ni distingue.

Ellos ponen sin saberlo este cuerpo

Se truncan los sueños

Desaparece la modernidad

La humanidad inicia su nuevo ciclo.

 

Es todo lo que ponen

La humanidad se sacrifica

La religión santifica al mejor postor

El mercado pone condiciones.

 

Los inocentes se olvidan que lo son

Su culpabilidad es estar allí sin saberlo

La expansión del fuego los invita con violencia

Ni se enteran que han sido invitados a la muerte.

 

El pensamiento llega tarde

Las emociones han desaparecido

Las fibras de los músculos tiemblan

El miedo incinera la rabia.

Los pintores deliran los colores del fuego

Los cantantes entonan los himnos del silencio

Los pilotos rugen desde adentro

La llegada de Dios es tardía.

 

Las oraciones pierden su efecto

La inmunidad avasalla los templos

El látigo del soberbio impone sus condiciones

El perdedor nunca apostó y ya tiene una deuda.

 

Este mundo imberbe deplora con su llanto

La caída de ciudades inocentes

Hacerse el tonto no es negocio

La muerte es la sinceración de la realidad.

 

¡Ya basta! Es el grito arrastrado del viento

La profundidad de la tierra explora con sus palabras

Su temblorosa voz resquebraja las rocas

Su pecho abierto invita al precipicio.

Es el fin de la vida

El decreto de los insolentes

La mano invisible

Todo tiene su costo.

 

Del Poemario “Los Signos De Este Siglo”

Autor: Renny Loyo 2021

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Comentarios1

  • RENNY LOYO

    A manera de prólogo

    Diciembre, 22, 2013. 10 pm. Las palabras fueron brotando una a una como un chorro que emanaba de mi pecho. Al recordar las guerras de los últimos diez años, me acordé de la vida, de la esperanza, del diálogo y de las cumbres. Me acordé que todas esas cosas en que pensaba mientras el “mundo moderno”, el mundo armado, el mundo soberbio, el mundo de la prensa, el mundo de las noticias, el mundo de las redes, en fin, el mundo de la OEA, de la ONU, discutía con fuego si detenerlo o prolongarlo, todo tenía un precio, lo demás no importa. ¿Qué importa una vida en un mundo donde hay tantas? ¿Qué importan muchas vidas en un mundo donde la producción alimentaria no alcanza para todos? Recordé que siempre había escuchado que solo Dios podía quitarle la vida a una persona. Pero esa verdad se ha ido disipando.
    Ahora existe una mano invisible recorriendo el mundo. Siempre ha existido. Todos tenemos un valor agregado y es la muerte. “Los artistas del espectáculo dicen que la muerte es en vano, cuando son otros, los que exponen la suya”. Su precio es ínfimo, hay pérdida total. El alma no ha sido posible envasarla, siempre se escapa como el agua entre las manos. Tal vez lo rescatable entre la podredumbre, sea la dignidad, pero ella es despreciada y por lo tanto ametrallada sin miramientos, debe morir y punto.
    Vivimos un mundo de soberbios. Dios está secuestrado, solo lo disfrutan unos pocos con sinceridad. También su gozo vale un gramo de oro, no todos lo tenemos. Nos queda la conciencia de haber vivido, pero nos llevamos el recuerdo con la muerte. El internet nos sustituye y las redes sociales maldicen nuestra sinceridad.
    Este mundo vivido, me ha entristecido siempre. Pensé que era yo, que había nacido así, triste, aburrido, melancólico. Pero no, es la realidad que horadó mis emociones y sentimientos. Llevo una culpa siempre de no haber estado allí para detener el odio con mis versos. Lamento que ese sentimiento me haya perturbado siempre. Por eso, regalo estos versos que brotan del alma, para saldar conmigo mismo esta tristeza que ya forma parte de mi esencia psíquica, aunque las lágrimas sigan brotando como un sentimiento de culpa, juro ante mí, ante este despojo de sentimientos que nunca dejaré de escribir la tristeza que me embarga cuando la muerte asola hogares y familias, en cualquier parte del mundo.

    Dr. Renny Loyo



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