Azul

Alberto Escobar

 

La poesía brota del silencio,
y va al silencio, nace de la soledad
y muere en soledad.

—así dice Anna Blandiana. 

 

 

Recito un poema.
Quiero, cojo el libro azul
de Juan Ramón, lo abro 
por cualquier página
—cualquiera es buena—,
hojeo, elijo, este mismo,
carraspeo, la flema baja
esófago abajo, bebo agua
—fresquita, que hace calor
ya—, arranco, pongo a grabar
el móvil, me decido, me da
vergüenza, me echo pa'lante,
voy, digo "Dios es azul",
me paro, miro al cielo, lo busco,
no lo encuentro, entre las nubes
no se ve a nadie volando, pienso
que J.R. está como una regadera
¿Cómo puede saber si Dios es azul
si nunca lo ha visto? Dejo de buscar
entre las nubes, meto los ojos
en el azul radiante del cielo, pienso
de pronto que ahí sí está ese dios
del que habla J.R, ahora, ya entiendo,
me ha costado mirar por detrás,
debajo de la apariencia, ahí está, ahí
está la poesía, la poesía es la sustancia
de cualquier cosa, y sustancia viene
del latin sub, debajo, y stare, lo que está,
lo que tú ves, lo que yo veo cuando veo,
entonces sustancia significa: lo que está
debajo, la poesía es sustancia, está claro. 
Sigo leyendo, carraspeo, me oigo, creo
que lo hago bien, si siento que no, repito,
empiezo otra vez y santas pascuas, termino,
cierro el libro azul, guardo el dios azul,
le limpio el polvo para que ese azul 
reluzca y miro por la ventana, miro
otra vez al cielo y ya veo ese dios, lo veo
volando entre las nubes, batiendo sus alas
azules entre un azul brillante, sin nubes,
quizá una o dos, muy dispersas, apenas
se ven, sin manchar el cielo, no sea que
su volar se quiebre, que se enfade, sople
y las mande a paseo, a otras latitudes...
Miro la estantería, otra vez, miro el libro
con ganas, como si me hubiese quedado
con un vacío a punto de llenarse, como
si recién levantado de una cama revuelta,
con una mujer de espaldas, al otro lado,
me quedara un regusto de falta, de palabras
que no se han dicho mientras el amor 
gritaba ventana abajo, rezumando en cada poro,
disuelto en cada saliva, en cada caricia, 
en cada carencia, y un gemido le pone punto y final.

Lo cojo, lo abro, miro, remiro, hojeo, otro
poema quiero, distinto, no me decido, lo dejo,
miro al cielo, el dios azul estará detrás 
de una nube que ya no está, transparente,
inexistente, no miro más, meto la mirada
en el cuarto y cierro la ventana, cierro el libro,
cierro los párpados y abro la boca para respirar. 
Mañana sí, ojalá tenga hambre de Poesía, 
hoy no, mañana, ojalá.

 

 

 

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Comentarios1

  • racsonando

    ¡Muy bien! ¡Es todo un momento de inspiración!
    Bendecida semana. 👏👏✍️👏👏👍



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