UN DÍA.

Justine Aislinn

Quisiera anhelar el día,

salir por una puerta o una ventana

y me mime los pies la hierba seca.

 

Quisiera de mis horas

tener de raíz la esperanza

-en ciertas temporadas:

salir a cosechar la poesía. -

 

Quisiera que el campo se extienda

-haciendo ver toda ciudad pequeña-

mientras las ramas de los árboles bailan

por el viento y rayos dorados.

 

Quisiera que lluevan mariposas

de aquellas nubes grises,

que en la playa los pies

se me llenen de arena

y yo sepa que a eso sabe la vida.

 

¿Qué pasa ahora?

Se me marchita el deseo cada mañana

con ese hueco en el pecho que me impide respirar

¿Me pesará mi cuerpo o es sólo mi alma?

 

Algo me ata los pies a la cama

se ha fundido ya mi cabeza con la almohada.

 

La escena es sucia y desordenada.

 

Se despierta la luna

y me hunde en miseria;

las ojeras me cierran los ojos:

cantan mis ojos todas mis tristezas.

 

Se esfumaron las salidas

-no hay puertas ni ventanas-

cerrado el mundo entre cuatro paredes:

me embriaga la soledad.

 

Mi cuerpo reposa y se sumerge.

No sé nadar, ni respirar.

No sé morir, ni seguir.

 

Entre los dedos de mis pies no hay arena

 y yo sé que a eso no sabe la vida.

 

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