Padre

Luis Eduardo Velázquez

Padre: la mano que da cordura,
voz de la prudencia.
En su ausencia la locura
y en la vida la esencia.
 
No sé qué espíritu te robó
ni en qué noche te perdí. 
Pero tu abrazo imploró
en cada noche que sin ti dormí.
 
Misteriosa como la llama encendida 
sigue tu guía.
A pesar de la huida.
 
Presente, ausente,
frágil, fuerte…
No me sueltes.
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