Nuestra última noche

En el cuarto oscuro, donde la luna triste se alza como testigo silente, nos encontramos tú y yo, amantes condenados por el destino a despedirnos. En esta última noche, impregnada de una melancolía que hiere nuestros corazones, te pido que me mires a los ojos como si fuera la última vez.

 

 

Bésame sin pensarlo, sin restricciones ni temores, dejando que nuestros labios se encuentren en un beso desesperado. Con tus manos, acaricia mi piel, despierta susurros de anhelo en cada rincón de mi ser, hasta hacer suspirar mi corazón. Desnuda mi alma con un solo beso, desatando los suspiros que han guardado en silencio.

 

 

En esta habitación cargada de pasión y despedida, el tiempo se detiene, sabemos que nuestras sendas se separan al amanecer. Pero en este instante, nos entregamos por completo, sin pensar en lo que vendrá después. En cada gesto, en cada caricia, se funde el amor y el dolor de una despedida inminente.

 

 

La oscuridad del cuarto nos envuelve, pero la llama de nuestro amor arde intensamente. Como dos almas que se aferran al último aliento de su romance, nos entregamos al encuentro de nuestras pieles y al susurro de nuestros suspiros.

 

 

Cada instante se vuelve eterno, cada caricia se graba en lo más profundo de nuestros recuerdos.

 

 

En este último encuentro, nos despedimos en silencio, dejando que el lamento del corazón sea la melodía que nos acompaña. La luna nos observa desde lo alto, compasiva ante nuestra triste despedida. Pero aunque el adiós sea inevitable, el amor que hemos compartido perdurará en cada latido de nuestros corazones, como un tesoro que nadie podrá arrebatarnos.

 

 

Así, en esta última noche juntos, nos sumergimos en un abrazo eterno, fundiendo nuestras almas en un adiós que se convierte en eternidad.

 

 

El cuarto oscuro se viste de nostalgia, pero nuestro amor brilla como una luz intensa que ilumina el camino de nuestras vidas, aunque sea por separado..