¿Estás listo para morir?

Black Lyon


AVISO DE AUSENCIA DE Black Lyon
No todos mis escritos son poemas, y no todos mis poemas están registrados. (safeCreative) Por lo tanto, son regalos de mi alma para ti. Úsalos y medítalos sabiamente. Black Lyon

¡Hola, me llamo Eduardo León! Sé que eres una persona con poco tiempo, así que si tienes menos de treinta años, te sugiero pasarte directamente al tema: "A lo que nos atañe", pero si tienes de treinta a cincuenta años te invito a reflexionar todo el escrito. Ahora, si es usted una persona de sesenta años o más, lo invito, de la manera más atenta posible a responder directamente las siguientes preguntas: Desde su experiencia: ¿Cuál es la mejor forma de vivir la vida y qué sugiere a los adultos para partir feliz y dignamente de este mundo? -te invito a responder en la caja de comentarios-.

Poco más de diez años llevo perteneciendo a este sitio de poemas, reflexiones y cuentos; de parábolas, hipérboles y hasta tartufismos; odas al amor, a la tristeza, a la ignominia y hasta a la estupidez (https://www.poemas-del-alma.com/blog/mostrar-poema-344435). De vez en cuando es posible leer un buen escrito: bien redactado, elocuente y que te exhorta a la reflexión. Es como buscar oro en un riachuelo llamado "Poemas del Alma". No obstante, más allá de ser el mordaz ególatra que fui, supuesto intelectual apologeta de la vanidad, he visto mi propio camino -evito decir "crecimiento", porque la verdad es solo menester cada uno de los escritos que he hecho desde que comencé en este lugar- y, a pesar de todo, veo algunos ciclos de mi vida plasmados en letras: unas más robustas y otras muy vergonzosas. Pudiera yo borrar aquellos escritos, pero me gusta ver los eclécticos pensamientos que en mí mismo habitaron y, todavía, hay algunos que imperan y otros que han muerto. 

Permítame ahora el lector, después de este breve prefacio, exponer la razón por la cual está aquí, esto es, lo que exacerba nuestra existencia, según algunos "la verdad de la vida": la muerte.

Hay en este sitio personas sexagenarias y subsecuentes en edad a las que yo preguntaría directamente la siguiente frase: ¿estás listo para morir? Tal vez, alguna persona sensible pudiera interpretar, como siempre, una intrínseca agresión en el cuestionamiento, más quiero pensar que las vicisitudes de la vida han forjado, como el fuego al acero, voluntades reflexivas que pueden compartir mucha experiencia y que tienen una visión más ortodoxa y sobria de la existencia humana. 

Cuando veo mis manos y me reflejo al espejo todas las mañanas antes de ir a trabajar, veo, más allá de las ojeras, arrugas y mirada triste, a un ser humano que, por ser funcional, responsable y correcto ciudadano, va perdiendo la vida. Creo que muchas personas de treinta a cuarenta años han de estar pasando lo mismo, tal vez sea la crisis de "la mediana edad", pero más allá de buscar la estabilidad económica y estar "a mano" con Hacienda -lo fiscal-, comienzas a reflexionar sobre el tiempo que permaneces laborando equiparándolo con el tiempo que dedicas para tu familia y para ti mismo. Poco a poco dejaste de ser inoportuno y ves ahora, con mucho temor, las repercusiones que pudiste llegar a tener -o consecuencias que te han marcado y te siguen hasta el día de hoy-; esto tiene sentido, no recuerdo, honestamente, en qué lugar había leído que nuestro gusto por tomar riesgos va desapareciendo conforme vamos creciendo, y esto se debe porque una parte de nuestro cerebro ha terminado de madurar; dicha parte nos hace más "miedosos", llamémosle más gratamente: cautelosos. Ahora vemos todos los posibles escenarios que pueden llegar a ocurrir y, como ahora estamos "enraizados" por nuestra estabilidad económica, familia, puesto laboral y estatus social, tenemos miedo de perder aquello que tanto nos costó adquirir, más ahora lo defendemos con "uñas y dientes", pues sabemos que no tenemos las mismas energías para volver a comenzar. ¿Qué pasaría si todo lo que hemos construido en los últimos diez o veinte años lo perdiéramos en un instante? Ésta es la realidad de muchas personas que, por verse en esa desesperación, atentan contra ellas mismas o paran en algún sanatorio. 

 

En virtud de los prolegómenos, es inevitable para la existencia humana el hecho de sufrir su propia consciencia y saber, a diferencia de los nobles animales, el "trágico" fin de nuestra existencia; tal vez por eso es tan útil la filosofía, pues da respuestas a algunos cuestionamientos lógicos que son necesarios y sirve como herramienta para estribar el raciocinio y salvaguardar al intelecto. Más allá, existe la realidad que cambia de parecer de acuerdo se va conociendo: la ciencia. Ésta última es conveniente cuando está a nuestro favor, pero resulta inexorable monstruo cuando "profiere" inconcusas realidades.

 

Ahora pensamos: ¿qué filosofía de vida debo tener? o, siendo más extremista: ¿qué religión debo seguir? Esta cuestión está ahora mismo en la mente de muchos de nosotros. En lo personal, yo soy un ser humano que, por convicción, decidió profesar la religión católica, más estoy consciente que hay muchas religiones, más allá de que yo diga: "la religión que yo profeso es la verdadera por estas razones...", sé que esto, antropológica y sociológicamente, representa una división entre semejantes. Pero independientemente de la religión, todos nos cuestionamos: ¿estoy en la religión correcta? ¿qué tal sino hay "nada" después de la muerte? ¿qué tal si sí hay algo? ¿qué tal si estoy desperdiciando mi tiempo? "Mi tiempo"... Existen tantas cuestiones que ya han sido estudiadas y analizadas por grandes filósofos, pero depende mucho el contexto y personalidad de cada sujeto el hecho de seleccionar un estribo de vida que lo ayude con la existencia -como si esta fuera una carga-. Otrora, hubiera optado por el absurdismo de Camus, pues cada cual puede dar significado a su vida y vivirla como mejor le parezca, sin embargo, hasta he llegado a considerar que opté por el suicidio filosófico y me refugié en el catolicismo. Han pasado tantas creencias e ideologías por mi persona que de todas he aprendido algo y ese algo ha sido una verdad en su momento que, después de tiempo, retorna para mostrarme alguna solución a algún problema: ser entusiasta, noble y resistir la adversidad como buen estoico, o cuestionarme por todo, dar valor a otras cosas y buscar la superación sin depender de un ente ontológico como buen nihilista. ¡Hay tanto por probar y poco tiempo! Aunque, según Séneca -en su libro: "De la brevedad de la Vida"-, tenemos el tiempo suficiente para aprovechar la vida, somos nosotros los que no sabemos administrarla. Puede ser, en algunos casos, pero hay personas que no nacieron con tanta suerte como para administrar su vida a placer; personas que nacen viviendo un infierno; personas que no pueden moverse y dependen de un tercero: ¿se podrá administrar la vida de estas personas? El ocio es obligatorio y luchan por trabajar. A veces una idea filosófica no se ajusta a ninguna persona. Somos tan idénticos y tan diferentes a la vez. Recuerdo el pasaje bíblico en donde Job le reclama directa y fuertemente a Dios sobre la situación que estaba viviendo. Moisés organiza el tópico de Job de tal manera que puedes llegar a sentir su angustia, desesperación y anhelo de justicia; pensamos: "Job tiene razón"; pero a pesar de tanta filosofía, dialéctica y retórica, cuando Dios habla el humano guarda silencio. Todo ese mar de palabras y supuestas verdades desaparecen y se acallan ante la Verdad. Esta verdad, para mí, es Dios; para muchos otros, la muerte per se. Es la cualidad de acallar la vida para siempre y de transformarla. A este punto, después de ver en tu camino como viador, todo lo que has aprendido, dicho, guardado y piensas decir pudiera ser un vaivén sin sentido. Todo lo dicho y pensado quedó registrado, más tarde o temprano la potencia celestial -el universo- arrasará con todo. Es verdad que el ser humano es vanidad, en nuestra juventud creemos pisar el cuello del mundo y pensamos que las personas son mediocres por gusto; dejamos pasar tantos factores que buscamos imponer nuestra experiencia e ideología como  "un bien" para la humanidad. Hay tantos matices allá afuera; tantas historias; existe sevicia y un placer indescriptible, justicia e injusticia; "mal" y "bien": bien catalogado como mal y mal exaltado como bien. Somos una especie compleja que depende mucho de un contexto situacional para ser feliz o infeliz.

A lo que nos atañe...
Después de este gran puchero, si yo estuviera en la gracia de Dios :confesado, fiel comulgante y servidor desde mi vocación a beneficio de la Iglesia, yo estaría listo para morir, a pesar de todas las implicaciones filosóficas y contradicciones que esto pudiera implicar. Más, si ahora tuviera que morir, no, no estoy listo. ¿Pero de verdad se necesita estar listo? Tal vez en el momento pudiera arrepentirme, correr con suerte de recibir los últimos sacramentos, y, al final, aceptar mi destino valientemente. También pudiera ser que, una persona que se dice estar lista para el abrazo de la muerte, ya viendo la profundidad de la cuencas oculares de la muerte, sienta temor y haga lo imposible para escapar de esa realidad; que muera gritando y en desesperación. Todo esto es muy romántico, existen personas que no tuvieron opción y, trágicamente, perdieron la vida. ¿Qué tal que tanto tú como yo, ahogados de esta bella reflexión, en lugar de morir en una cama, rodeado de nuestros seres queridos, nos toque fallecer drásticamente? Una persona que murió incendiada por que le rociaron alcohol, otra que murió prensada por un auto mientras lo reparaba; otra persona murió asesinada y, otra, por un cáncer muy agresivo. Estas son algunas de las formas que murieron familiares y conocidos míos. Me ha tocado ver la muerte en algunas ocasiones y, la verdad, tiene, en algunos casos, un toque similar, pero al mismo tiempo es tan diferente... En la muerte de un semejante uno reflexiona sobre su propia muerte; cuando lloras en un velorio, estás llorando tu propia muerte, pues estás viendo el futuro que te aguarda; en el sufrimiento del ser amado está el infierno que te aterra vivir; en la pérdida de un ser amado está la exacerbada desesperación del abismo. 

Fenecer en silencio, entre bramidos o con los ojos desorbitados viendo algún ente demoniaco. De todo el ramillete de posibilidades, ¿cuál quisieras tú? Ahora, estamos viendo el fin final, más no vemos el proceso; ¿será toda la vida un lugar para prepararnos para la muerte? al final, cada ser humano, o cada cultura, o cada religión le da a la muerte un significado diferente. Para algunos es una condena y para otros una liberación. ¿Qué vas a hacer tú o qué estás haciendo para prepararte y despedirte de este mundo? Legarás problemas a tus familiares, dejarás un buen libro, regalarás tus bienes... Si me lo permites, no soy asesor legal ni tanatólogo, pero sé que más allá de la forma en la que nos toque morir, y que tengamos que dejar de estar en este lugar, cosa prudente es, por lo que hemos visto, dejar las cosas en orden. Es como cuando salimos de viaje y dejamos indicaciones para que todo lleve un camino recto para beneficio de la familia, la empresa o la sociedad. Ante esta cuestión, te sugiero lo siguiente:

1. Abraza una ideología o religión que te ayude a disfrutar la vida y que te dé fortaleza en el proceso del desprendimiento terrenal.
2. En caso de no ser una persona religiosa, opta por el imperativo categórico: obra y trata como te gustaría que te trataran los demás. Las personas no son un medio sino un fin. Lo que hagas a nivel universo no importará, pero a nivel persona sí, esto es: no cambiarás el mundo, pero cambiarás la vida de una persona y le harás su existencia más placentera.
3. Deja todo en orden, acude a un notario; asesórate legalmente y deja a cada cual de los herederos de acuerdo merezcan y creas conveniente -recuerda que cuando ya no estés, las personas que menos piensas lucharán por lo que tanto trabajo te costó hacer-, lo más sensato es dejar indicaciones legales para minimizar los problemas que puedan llegar a surgir-.
4. Pide perdón y perdona, el proceso del perdón es un dolor purificador que te ayudará a ver la vida de otra manera.
5. Así como recuerdas los malos momentos, da tiempo en recordar los buenos momentos y agradece por aquellas cosas que tuviste y otros no tienen y reflexiona sobre todo lo bueno que te tocó vivir.
6. Atrévete en hacer aquello que nunca hiciste, hazlo, no te quedes con la duda. Tal vez miedo, la falta de capital o la burla social te han detenido, pero oye... ¿te vas a ir sin intentarlo? ¡vamos! 
7. No imagines lo malo que pasará, también hay cosas buenas; no todo está mal.
8. Cuando tengas enfrente a la muerte, no le hables, no le digas nada, agradece cada buen momento y déjate llevar como cuando has pasado un largo día de trabajo y solo quieres tocar la cama y descansar; cierra tus ojitos y permítele a tu corazoncito descansar. 



Gracias a todos y cada uno de ustedes por leerme hasta el final.

BL.

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