No puedo perdonarte. Me dejaste con este frívolo vacío dentro de mi ser, como el que tú tenías antes de elegir cruzar por esas puertas de madera con tu cabello azabache marchándose.
No puedo perdonarme, por no ser capaz de arreglar tu corazón en miles de pedazos de cristales afilados o sacar las pesadas espinas de tu mente, goteando en llanto en tus paredes escritas.
Oh, pero tú sigues aquí. Un lazo inquebrantable nos une en todos los extremos del corazón, incluso con estos muros de piedra con tulipanes marchitados delante de nosotros.
Titilan las luces de mi habitación, sigues ahí; no huyo, nunca le tuve miedo a los fantasmas. Cantan las aves madrugadoras en mi ventana, aún puedo escucharte. No huyo, siempre me gusto el canto de las aves.
Debido al diseño, eres inmortal.
Es el final del atardecer del día de hoy, te veré luego en el siguiente amanecer.
Son las 4 am y el sueño invade mi ser. No obstante, todavía espero nuestro próximo encuentro con lágrimas saladas en mis ojos marrones, como los que tú tenías. Eternamente, lo hago en el fondo de mi corazón, ahora con tus cristales rotos.
Aun cuando mi mente, llenas de púas como la que tú tenías, quiere entrar en la lógica, yo no la dejo.
Como podría, si sentir tus flamas en todo mi cuerpo acortando esta distancia, es suficiente para subsistir en un mundo lleno de muertos vivientes sin emociones alguna.
Como sea, ya aspiro a verte de nuevo, pero me adapto a tu calidez, para mi corazón es suficiente. Y si vuelvo a resurgir de las cenizas, contigo allí estaré, tal y como tú lo estás, ahora guiándome a mi lado.
VELAM
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