El niño de la mirada perdida

PAC0

Oh infante de albo semblante y sufrimiento latente,
en tus ojos cansados y melancólicos reside el pesar,
heraldo de un pasado olvidado, en tu rostro persistente,
cuál relicario ancestral, portas la historia a desvelar.

Tu mirada extraviada, destila tristeza profunda,
reflejo del dolor que tu precoz alma ha acarreado,
susurros de melancolía en cada pétalo de tu vida fecunda,
desvelan una inocencia que el mundo ha violado.

En la diáfana esencia de tus ojos perdidos,
yace el eco de una sinfonía desvanecida,
lejana y añorada, la risa que has perdido,
anhelando un tiempo en que la dicha aún era vivida.

Con saudade en tus pupilas, flotas en mares de ausencia,
fragmentos de un solitario pasado que se desvanecen en el viento,
y en tu semblante trémulo, un palpitar de inocencia,
perdido, navegando en el océano turbio del olvido y su tormento.

En el intricado tapiz de tu ser infantil,
se entrelazan las hebras de una historia sin nombre,
donde la crueldad del mundo eclipsa lo sutil,
y la fragilidad de tu ser sufre el peso de la sombra y el hombre.

Pero en el eco apagado de tu corazón herido,
late una esperanza que se niega a desvanecer,
un rayo de luz en tu mirada perdida,
que ansía encontrar su resplandor en el alba del amanecer.

No te rindas, dulce infante, en tu caminar errante,
aún aguarda la senda que alivie tus pesares,
tu inocencia, aunque perdida, será tu faro radiante,
guiándote a través de los siglos, libres de agravios y pesadumbres amargos.

Que en los versos sempiternos de este poema atesorado,
la historia del niño inocente, triste y perdido,
sea un eco en los corazones que anhelan lo sagrado,
un recordatorio eterno de que en el amor reside el sentido.

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