No queda tiempo

Carlos Andrey Vargas Araya



Tiempo de amar, tiempo de besar, tiempo de abrazar, tiempo de consciencia. Me embarga una sensación de la falta de tiempo, no hay tiempo para nada y hay tiempo para todo.

 

Me detuve y de repente me dije a mi mismo:"alto ahí hombre, no puedes vivir así".

 

Cayó la tarde y entre las sábanas y cobijas, una sensación de comodidad se apoderó de mi cuerpo.

 

Una tarde lluviosa apareció de repente y las gotas de lluvia golpeaban suavemente sobre las latas de zinc en el techo, y comenzó una melodía que solo yo pude escuchar, su sonido me arrullaba y cerré mis ojos para disfrutar el placer del descanso. 

 

 

De repente dejé de correr, y vi como la vida pasaba frente a mis ojos, seres queridos y amigos para quienes no siempre tenía tiempo, aparecieron como la riqueza más preciada. Mis labios besaron sus mejillas y mis brazos abrazaron sin medida, y una sensación de amor me invadió de nuevo, y decidí que esta vez quería atrapar ese sentimiento. 

 

Mis amigos de toda la vida, compartimos una cerveza y la tarde noche de conversación, nos trajo entre risa y risa, las lecciones aprendidas de nuestras primaveras.

 

Me detuve  de repente y probé un buen vino, y comí lo más delicioso que pude, entonces comprendí para que trabajo, a quienes ayudé y lo útil que fuí  y todo el amor y empeño con el cuál hice mis deberes. Quizás la vida pueda ser más cómoda, pero no más satisfactoria, pues la satisfacción está en el sentido de mi existencia. 

 

Vi mis momentos de angustia y aflicción y mis momentos más crueles de adversidad, pasaron frente a mis ojos, también recuerdos felices y miré al cielo para agradecer a Dios por el don de la vida. Comprendí el amor divino  y una calma me invadió, recordándome lo bien que se siente la paz.  

 

Me alejé de todo lo que representara los vicios y me acerqué a la virtud con curiosidad, entre libros y consejos de los mayores,  entre lecciones aprendidas y la sabiduría, con la calma que trae los años,  me regocijo en mi camino y mi vida tal cuál. 

 

Exploré lugares que antes no conocía, abrí mi mente al mundo, a lo que es diferente, y supe que jamás regresaría al mismo de siempre, cada viaje y cada persona que conocía, eran lineas de amor escritas en mis lecciones de vida.

 

 Pinté con crayones y recordé lo simple y lo  que hace feliz a un niño, lo que al crecer olvidé sin más salida, olvidé que la vida es un hermoso juego.  La madurez es ser realista, pero no debí perder la magia que acompaña la vida: creatividad, ilusiones y sueños. 

 

 

Quizás no necesitamos más tiempo, sino tener sabiduría para invertir el tiempo que nos queda, no necesitamos más sino saber apreciar lo que tenemos y aprender a luchar por lo que se quiere.El tiempo es ahora, el tiempo presente de lo simple y lo cotidiano, es lo hermoso de esta vida.

 

 

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