PROFECÍA (ÚLTIMO PAISAJE)

Gonvedo

No por lo que la muerte me prometa,

sino por todo aquello que no podrá quitarme.

LUIS GARCÍA MONTERO

 

 

No es la llama azul de los cometas,

ni el rayo de luna en el lado oscuro de las claraboyas,

es ese viento impaciente viajero de noches a solas,

que en mi cabeza retumba como un avispero.

 

Es diciembre con sus señales del final de los días,

con sus dársenas vareadas por aguas oscuras,

con su doliente estatura de palabras inventadas,

con su pálida fiebre rebosando la copa.

 

Tras la tempestad, un cielo raso de rosas

desangradas velando la sombra de un cadáver.

 

Lejos de aquí, el mundo está vacío,

está muriendo, carece de edad en mi recuerdo.

Hoy vivo entre espejos que en el último

invierno han envejecido un siglo.

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