La Luz de la Esperanza en las Tinieblas del Destino

En la oscuridad yace lo desconocido, un abismo que aterra a los más valientes, pues ahí donde los males se han fundido, y los secretos son más que evidentes.

Es ahí donde mi alma se extravía, y mi corazón late con temor, pues sé que lo que allí acecha es sombrío, y temo que mi espíritu se pierda en su horror.

Pero aun en medio de la desesperanza, de lo que no puedo comprender, mi alma ansía alcanzar la bonanza, de un mundo que aún no puedo ver.

Así como el mar quebranta la roca, y el viento empuja las nubes al cielo, mi fe, como un faro que no se sofoca, ilumina el camino en mi desvelo.

Quizás encuentre lo que tanto busco, o tal vez mi destino sea más oscuro, pero mantendré mi temple como un risco, y a la esperanza mantendré siempre en lo alto.

Pues así como el sol rompe la noche, y la luna con su brillo enaltece, mi corazón no se doblega ante el derroche, de los males que la vida me ofrezca.

Y así, cuando la luz se haya extinguido, y mi alma se halle en la penumbra, mi fe, como una llama que no ha cedido, me guiará en la búsqueda de la luz que alumbra.

Pues no hay mal que por bien no venga, y aunque el destino no avise, la vivencia que se obtenga, será siempre la que nos haga vivir.