Sir Lancelot, un caballero muy hombre (3ra y 4ta parte)

Vito_Angeli

(escuchar la música en el reproductor que esta encima de la aclaración para leer el poema)


CAPITULO III

 

Se rumoreaba por los pasillos del reino que entre los Caballeros de la Mesa Redonda, uno de ellos tenía el enorme deseo de destronar a Arturo para poder imponer un nuevo régimen, que no era más que volver al caos y el terror que habían sofocado estos ámbito tiempo atrás. Y en efecto, era Magnusson, el príncipe de un poblado que hacia varios años había adherido a la corona de Camelot con la cual compartía su protección, el que tenía la intención de despojar a Arturo de la corona. Contaba con el apoyo de unos cuantos pero no era una fuerza de temer que no pudiera manejarse. Además del titulo de príncipe, tuvo el honor de integrar la famosa Mesa Redonda, de la cual también era parte Arturo. En ella, tanto el rey como los restantes caballeros quedaban igualados, no habiendo nadie por encima de nadie. Todos servían a un mismo y único propósito. Los Caballeros de la Mesa Redonda representaban no solo la fuerza militar del reino sino que atendían a todos los problemas que se sucedían dentro y fuera de las paredes de Camelot, era una especie de  Concejo.

Escudándose bajo la apariencia de caballero leal al rey, Magnusson fue orquestando paralelamente su plan que tendría como meta conquistar el trono de Camelot. Se encargó de diseminar por todos los poblados el falso rumor que aumentarían otra vez los impuestos al doble, que las cosecha serían confiscadas casi en su totalidad, que Arturo ya estaba demasiado viejo para seguir gobernando un reino tan vasto como Camelot. Palabras viajaron por todo el reino y una confusión fue el clima que se impuso misteriosamente en cada uno de sus habitantes. Un día, cansado de tantos rumores, Arturo decidió dar un discurso en forma pública frente a toda la población debido a las falsedades argumentadas por Magnusson y su gente.

El día de la verdad, un sol imponente iluminaba cada rincón de la plaza central donde el Rey daría su versión de lo que estaba pasando en realidad y de cuál era el verdadero peligro que acechaba a Camelot. Apenas salió Arturo, las trompetas anunciaron la llegada de un visitante que no era común por aquellas tierras: vuestro servidor, es decir, Lancelot. Escondidos entre la multitud se encontraba la gente de Magnusson esperando que Arturo comenzara con sus palabras para poder dar el zarpazo mortal que dejaría a la corona sin cabeza y a un déspota en su lugar. Para fortuna o para desgracia, Arturo tuvo una descompensación y no pudo salir a dar la cara frente a toda la gente que se hallaba esperándolo con ansias e intriga. Fue cuando Magnusson optó por no atacar y en cambio, esperar que se suscitara el momento preciso para hacer su movida definitiva. Es que Magnusson era tan brillante como despreciable: tenía ideado poner al Rey Arturo en ridículo frente a todo el reinado demostrando así, por un lado, que sus días como soberano habían terminado y, por el otro, que con Magnusson como su rey su palabra sería la ley.

A todo esto, me encontraba pasivo mezclándome entre la multitud sin dar señales de mi presencia. Fue entonces cuando salí corriendo hacia una entrada secreta que había detrás del castillo, cerca de las viejos calabozos, y me encamine hacia la habitación donde se encontraba descansando mi amado rey. Apenas subí las primeros escalones del pasadizo secreto, la oscuridad del mismo se ensombreció con la imponente luz de una cruz blanca que se me hacia a la distancia justo antes de terminar la escalera. No solo la luz me impidió continuar sino que se dirigió hacia mí y penetro mi cabeza. Al principio no sabía que era pero con el tiempo recordé: era una representación de la llama sagrada que reposa en el centro de la Mesa Redonda, donde nos solíamos reunir todos los caballeros cuando formaba activamente parte del cuerpo real. Dice la leyenda que cuando Camelot o su gente se encuentre en momentos difíciles, la llama de la justicia arderá tan fuerte que su resplandor viajará por toda Inglaterra en búsqueda de sus hijos fieles, los que impedirán que la misma se apague. Pero era algo lindo como historia la cual nunca creí, hasta ahora.

Como fiera indomable, apuré mi marcha y me dirigí a la habitación de mi rey. Las primeras palabras después de tanto tiempo sin verlo se desbocaron de mi mente, lloraron por mi ojos y resonaron de mis labios:

 - Majestad, este siervo más que nunca renueva su compromiso con vuestra realeza, cuya amistad ha fundido el tiempo y la memoria se ha encargado de mantenerla fresca como desde el primer día.-

 -Oh, hermano mío, la dicha ha querido que seas tu el elegido para devolver a Camelot su esplendor y paz que no he sabido mantener desde mi retiro en el campo de batalla. No tengo dudas de que conseguirás este anhelo que te suplica este viejo amigo tuyo- esbozó Arturo con una sonrisa que se le dibujaba lentamente en todo el rostro.

-Arturo, estoy halagado con lo que me acabas de pedir pero no soy un hombre que lidere batallas. En todo caso, las peleo y dejo incluso mi vida para poder ganarlas pero esto que me pides es demasiado para alguien que apenas sabe manejar el escudo y la espada. – le respondí a mi rey un poco objetado.

-Lancelot, tu sabes que mis días como soberano están contados. Magnusson me supera en tiempo y en fuerza, por lo que me es imposible entablar una batalla contra sus hombres que seguramente perdería en forma deshonrosa.– manifestó.

 -En los viajes que he realizado desde mi alejamiento del Cuerpo Real y la Mesa Redonda, la vida me ha dejado una vasta gama de enseñanzas. Pero de todas ellas, una me marco más que ninguna: siempre se vuelve a donde uno comenzó, porque uno nunca olvida quién es y qué fue. Es por eso que tomo con responsabilidad pero no menos honor la dirección de tus fuerzas y la corona del reino hasta tu recuperación. – expresé con gratitud.

-Dichosos son los ojos que pueden apreciar este momento en que te has convertido en el presente y el mañana de Camelot, mi hermoso y majestuoso Camelot.– replicó mi rey cansado.

-Pero una última cosa es necesaria en tu misión que asegurará tu éxito por el bien de todos. Esa cosa se encuentra acaparada en las profundidades del lago que circunda nuestro reino. Me estoy refiriendo a mi antigua espada Excalibur. Por eso, deberás ir hasta allá y solicitarle a la Señora de los Lagos que te la devuelva. Ella sabrá la razón. – me comandó.

-¿Solicitarla a la Señora de los Lagos? – le pregunte atónito.

-Si, pero ve y apúrate que el tiempo es oro y el oro de Camelot se está desvaneciendo como el brillo del sol que se oculta por el atardecer. – me contestó.

Sin más monté mi corcel y me dirigí hacia aquel lago que describió mi Señor en búsqueda de la afamada Excalibur. Siempre hay un momento oportuno para todo y así fue cuando llegué al lago que las aguas, como si acaso hubieran advertido mi presencia, comenzaron a estremecerse de un lado a otro. Unos segundos después el cielo se oscureció nuevamente y una punta acerada comenzó a divisarse en el centro del lago. Era ella, el metal precioso que desencadenaría una nueva era de orden y progreso. Como una imagen en cámara lenta, la Señora de los Lagos arrojó Excalibur por los aires y certeramente terminó en mis manos. Su poder era incomparable: se sentía como si los brazos tuvieran vida propia pudiendo pelear contra 100 hombres al mismo tiempo. Entonces fue cuando entendí que era la hora de calzarme mi armadura otra vez y esperar lo inesperado que a estas alturas era más que esperado.


continuará...


(de manera especial les acerco por anticipado la cuarta parte de la historia, en forma de presente para uds. que se han mostrado con entusiasmo siguiendo esta historia. Un saludo afectuoso amigos de este portal).


CAPITULO IV

 

 Mientras pasaba planificando las posibles estrategias a tomar por parte de Magnusson, decidí recorrer una vez más los pasillos de lo que en una época fue mi hogar permanente: el palacio. Muchas imágenes se me hacían presente a cada minuto, durante el recorrido por las habitaciones que configuraban el paraíso exótico digno de todo soberano. Caminar dentro del mismo era como trasladarse en el tiempo y en el espacio viajando por cada lugar del planeta, ya que uno podía encontrar de todo y para todo. En una esquina que daba a la recova principal del rey se hallaba una armadura toda de oro macizo con incrustaciones de plata y bronce. Inconscientemente me imagine dentro de ella luciéndola por todo el mundo y enfrentado las más feroces batallas que un caballero podría desear. Dragones de cuatro cabezas, lanzando llamas desde su entrañas como si desde el infierno el diablo las hubiera poseído, de grandes alas circundando todos los aires y camuflados con la vegetación, cuyo rugido harían pedir piedad incluso hasta al mismísimo viento del norte. Mi imaginación jugaba conmigo pero la realidad que tenía preocupada al rey Arturo era mucho más fuerte como para seguir delirando con tantos animales mitológicos. Pero ese sueño no fue del todo en vano. Siempre a la final del túnel hay una luz aunque sea pequeña. Y yo vi la mía.

  Por la noche me dirigí a los aposentos de Merlín, el mago personal y fiel amigo de Arturo, los que se conocían desde que Arturo era un niño dado que en su infancia y juventud fue él quien se encargo de criar el pequeño que, con tantas aspiraciones en su vida, llegaría nada mas y nada menos que a convertirse en rey. Cuando lo veo impactado por lo que estaba haciendo le digo:

 -Dime que lo que estoy viendo es un fantasma, dime que tan solo es fruto de mi odio por Magnusson, de mi amor por esta tierra tan fértil.-

 -No os preocupéis caballero, tan solo es una imagen de lo que podría llegar a pasar en caso de que Camelot no se encuentre preparada para la gran batalla – me respondió Merlín.

 -¿Puedes ver el futuro? Entonces será mucho mas fácil el determinar cómo nuestras fuerzas esperarán el ataque de Magnusson al reino. – contento expresé.

 -No caballero, es tan solo una visión pero todo puede cambiar porque nada esta escrito definitivamente en esta vida, ni siquiera el más mínimo detalle – me respondió.

 -Por favor, llámame Lancelot.- le manifesté con una gracia.

 -Mi Señor, entre mis predicciones estaba escrito firmemente que un noble de corazón puro y valiente, que no teme enfrentar lo desconocido llegaría. Me siento lleno de emoción y  al mismo tiempo estoy a su servicio para lo que queráis. – exclamó con su inclinación

 -Bien Merlín, eso era lo que quería escuchar porque he venido con una idea que creo va a dar sus buenos frutos. ¿Qué pasaría si vieras a un dragón camuflado por su pelaje en la pradera? – le pregunto.

 -Hahaha! Primero Lancelot, los dragones no existen y si existieron, son de una época muy remota a la nuestra. Pero en el caso de que hubiera alguno, lo lógico sería no verlo porque se encuentran escondidos. – contesto Merlín

 -Exacto. Entonces si nosotros también nos camufláramos, no nos podrían ver ni Magnusson ni sus fuerzas e incluso podríamos tomarlos por desprevenidos anticipándonos a un posible ataque de ellos. – afirmé

 -Estimado caballero, veo que debajo de ese yelmo no solamente hay una maquina de matar sino también un brillante estratega que ha elaborado algo interesante de desarrollar. Déjame ver si entre mis conjuros hay alguno que permita la invisibilidad o aunque sea la menor visibilidad para Uds.- agregó Merlín.

 

  Con Merlín ocupado en la búsqueda de una fórmula que permita pasarnos por desapercibidos frente a Magnusson, me retiré a mi vieja habitación en busca del descanso que se me venía negando desde hace varias noches.

  No hay uno sin dos y así como hace varios años soñé con un viaje fantástico sobre una alfombra con destino a un bosque perdido detrás de Nunca Jamás, qué otra cosa podía hacer sino el volver a viajar. Cuando mis labios se entumecieron fue la señal que llevó a darme cuenta me encontraba por segunda vez viajando sobre la alfombra mágica. Pero, en esta ocasión, noté que la alfombra no era la misma: sus colores del arco iris habían desaparecido y se había teñido de un gris niebla con una mezcla de negro noche. En vez de volar elegantemente llevaba un ritmo pesado, casi hasta lúgubre se podría decir pero no encontraba motivo alguno del porque de su tristeza. Cuando apunto mi mirada hacia el cielo no había ni una estrella. En cambio, había miles de pequeñas esferas de color rojo incandescente con puntas filosas que las rodeaban celosamente. Tuve que tener cuidado de no tocar ninguna de ellas porque irradiaban un calor poco común que mataría hasta al propio sol. Los ángeles que me habían deleitado con un gran espectáculo, estaban enojados entre si y se la pasaron todo el tiempo discutiendo entre ellos mientras una lluvia de insectos comenzaba a esparcirse por todos lados. Ya no quería seguir estando en este lugar escalofriante pero no pude bajarme de la alfombra, así que continué mi viaje hasta ese bosque perdido que una vez conocí. Para mi asombro donde estaba Nunca Jamás había, ahora había una especie de cárcel cubierta de llamas en su totalidad con cuatro torres (una en cada esquina) desde la cuales se escuchaban gritos humanos bañados de sangre y sofocados de latigazos. El aire faltaba y hacia un calor cada vez más extenuante, lo que hizo que perdiera la conciencia y no pudiera recordar mas nada. El paraíso que una vez conocí se había transformado en el mismísimo infierno y yo estaba a punto de terminar en él. ¿Qué había hecho para soñar con un lugar como este? me preguntaba una y otra vez. No había hecho nada; era lo que Merlín me había comentado durante la noche: esto sería el futuro de Camelot, si no tenemos éxito en nuestro plan. Como si nada, desperté abruptamente al día siguiente con el recuerdo casi vivido en carne propia de la pesadilla tenida y me encamine a hablar con su majestad.

 Arturo se encontraba firmando una serie de autorizaciones para poder permitir que todos los soldados del reino tuvieran la potestad de decidir quien podría entrar al reino o no durante la época de guerra sobreviniente. Cuando se dió cuenta que estaba entrando, deja lo que estaba haciendo y se dirige a mi:

- Lancelot, te encuentro más preocupado de lo que te he sentido últimamente. ¿Acaso crees que no tengamos salida de las garras de Magnusson? Por favor, seme sincero y respóndeme con tu corazón-

-No su majestad, es que últimamente he tenido demasiados sueños y visiones. Y he empezado a creer que estoy delirando, que me estoy convirtiendo en un loco. No se si creer en todo lo que mi cabeza incorpora o si bien solo debo limitarme a actuar por mis instintos.-

- Es natural cuando uno lleva en sus hombros semejante responsabilidad como la que os he atribuido, amigo. No os desfachatez que, al contrario, estoy seguro que saldréis victorioso. Apuesto mi corona a eso.

 -Hahaha, es que realmente esta en juego la misma por lo que debéis tener razón mi rey.

  Arturo había logrado de nuevo en mí eso que una vez había sido identidad corriendo mis venas: la confianza en uno mismo y la seguridad de quien confía en uno.

  El ambiente se silenció de repente y una tenue luz de color azul fue apareciendo en la sala donde nos encontrábamos. Era Merlín que nos estaba llamando para comunicarnos los últimos detalles del plan para defender Camelot. Encaramos la escalera que daba a los dominios de Merlín y, cuando llegamos, el lugar era un juego de ilusión y de misterio. Faltaban pocas horas para que el sol se ponga y todavía no entendíamos porque tanto secreto el de Merlín.

 -Mis señores, vuestra hora ha llegado y creo que con esto no podremos fallar– exclamó Merlín.

 -Considerado mago, estamos contentos con eso que nos dices pero muéstrate antes nuestros ojos para poder saber de qué se trata tal cosa. Vamos hombre, que para juegos estamos demasiado grandes ya- replico Arturo.

 -¿Les gusta mi disfraz de dragón? – dice Merlín.

 -¿De dragón?- pregunta Arturo

 -Merlín, excelente, es lo más gratificante que mis oídos han recibido el día de hoy. Tus virtudes harán que con este disfraz nuestro espíritu de lucha domine la codicia de Magnusson, doblegándolo a una humillante derrota y a un mayor penoso destierro. – afirmé.

-¿De qué estáis hablando, se puede saber? – Arturo exclamó.

-Majestad, no os preocupéis, ya veréis cuando sea la hora de batallar.- le contesté con una aire de superioridad.

continuará...


  • Autor: Vito_Angeli (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 2 de octubre de 2010 a las 00:12
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 266
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Comentarios8

  • ChefsitoLove

    jajaja espero una cuarta parte xD asi me que ciego de tanta literatura xD jejjeje 😛

    • Vito_Angeli

      Esperas una cuarta parte, ya esta la 4,5 y 6. Un abrazo afectuoso amigo

    • nellycastell

      Muy buena tu narrativa, siempre se necesitan fuerzas mayores que den impulsos para continuar, seguiremos esperando la otra parte. Un abrazo

      • Vito_Angeli

        Gracias Nelly, una una historia con personajes de todo tipo y a uds les gusta esto por lo que dicen. Un beso y cariños amiga

      • KALITA_007

        poeta.. relato muy interesante...... me ha gustado el pasar por aqui y leerte..
        mñana... el capitulo cuatro???????????

      • crystaluz

        Muy buen relato, una manera diferente de ver una historia tan conocida. Te felicito, a ver como termina todo esto!
        Un abrazo
        Taty

        • Vito_Angeli

          Crystal, es una forma diferente de ver la historia, con demasiada fantasia, pero de todos modos es maravillosa. Besos amiga

        • STELLA_CRISTINA

          BELLISIMO CADA VES MEJOR .TU ESTILO ME ENCANTA.ABRAZOS .STELLA.

          • Vito_Angeli

            Gracias Stella, ahora nosotros queremos que tu amiga escribas una historia, beso amiga

          • Elsy Alpire Vaca

            Vito, a tiempo de agradecer tu invitación para constuir y publicar este cuento, quiero en primer lugar felicitarte por haberlo iniciado en sus dos capítulos ya publicados y soy de la idea que sigas haciéndolo tú solo, pues tengo dos impedimentos, uno que respeto mucho tu ingenio autoral y otro que mi tiempo está en estos días sumamente limitado y por eso te animo a seguir hasta final tú solo, tal como va yendo, pues es muy bonito y creo que con mi participación podría distorcionarse. No crees?. Felicidades y adelante. Un abrazo de sincera gratitud por haberme invitado. Gracias. Elsy.

            • Vito_Angeli

              Gracias Elsy, no puedo dejar de escribirla, es algo que te lleva. Un saludo cariñoso y otra vez gracias por tu comentario amiga.

            • KALITA_007

              amigo... se me hizo irressitible volver a entrar a leer esta magnifica, y cuarta parte... de tu relato.... entonces...............con aire de superioridad..
              usted le dijo, no os preocupeís, es hora de batallar, aguerrido tu poema..mi querido amigo..yo os dejo un besito a usted..
              kalita..
              dejo una flor para ti..


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              • Vito_Angeli

                Una flor del tamaño de la pantalla me dejaste Kalita, la voy a cortar y la pondré en agua. Un beso cariñoso, gracias amiga.

              • LAURA ZYANYA

                ME ALEGRO DE HABER TARDADO PARA ENTRAR A LEERTE!!
                OBTENER EL DOS POR UNO A SIDO GENIAL....
                SIN DUDA LA ESCRITURA ES CADA VEZ MAS INTRIGANTE,Y ESE ENTRE LINEAS DE REFLEXIONES,ME ENCANTA!
                ESPERO POR UNA ENTREGA MAS....
                SEGURO VOLVERÉ A LEERTE,PORQUE SIEMPRE ME PASA,ME ATRAPAN LAS LETRAS Y RELEER ALGO TAN BUENO ES OBLIGATORIO...
                MIS RESPETOS!!
                ZYANYA@

                • Vito_Angeli

                  Laura, obtuviste el dos por uno, si sigues entrando tarde esta el 5 y 6. Besos y cariños amiga



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