San Blás

Maria.L.

 

Voy caminando por la calle,

cuando repentinamente me cruzo con un valle.

Un aldeano me dijo “mira por dónde vas”,

a lo que contesté “¿acaso es usted San Blás?”

Aquel hombre se puso agresivo,

y yo, al ser tan persuasivo, 

logré calmar a aquel hombrecillo.

 

Más tarde llegué a una hermosa villa,

y me di cuenta al mirar por la mirilla,

que había una hermosa chiquilla.

Ella al verme se asustó,

pues yo, al ser tan apuesto,

y ella con un simple vestido puesto,

se cambió y se presentó,

esta vez con uno hermoso y colorido.

 

Cuando me abrió y me adentré,

no pude ocultar mi sorpresa cuando observé,

que aquella chiquilla tenía marido.

Y no era otro que el laído

del señor San Blás.

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