Afila sus dedos la noche en los techos de la ciudad  

Marco Antonio Paneque Gamboa

Afila sus dedos la noche en los techos de la ciudad  

hilachas de callecitas  

germinan musgos en cuerpos equipajes  

verde de hombres lustran sus confesiones en los barrotes  

otros llevan sus tardes a plazas

donde alguien sonríe sin ser engullido

dejan manuscritos en los bancos

acarician el mármol en señal de bendición     

Hablo de hombres que la sal marcó su olvido

gravitando sobre una plegaria

a un Dios sordo en la piel de un santuario

sal

madre del destierro donde solo vuelan albatros

“te digo adiós y acaso te quiero todavía”   

detrás de este cristal un guiño aún moja mis ojos

solo quedan mis huesos y mi memoria

para mirarnos frente a frente

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