Era una tarde, tras la mañana,
un día, era todavía de día,
te vi, te sentí, refulgías.
Mi corazón hecho chispas,
todo iba hacía ti, todo eras tú,
mi alma se quemaba al verte allí.
Tan sólo un momento, y todo fue ir,
todo iba hacía ti, mientras me quemé,
mientras todo ardía, eres un aura brillante,
encegador tu presencia, quede deslumbrado.
El tiempo se paró aquella tarde, me quemaste,
una tarde al borde de una chimenea, cálida tarde.
Mis brazos te desnudaron, sentí tu calor en llamas,
ardimos los dos, al borde de la chimenea ardiendo,
todo ardió, todo se quemó, nos quemamos esa tarde.
Entre caricias nos deshicimos como un volcán loco,
nos quemamos juntos, como llamas desatadas.
No importaba nada, todo nos sobraba allí,
solos tu y yo, ardientes almas amándose.
La pasión nos quemó aquella tarde,
después quedaron sólo cenizas,
demasiada pasión nos quemó.
Aquella tarde fuimos llamas,
llamaradas tan intensas,
que quemaban tanto.
Demasiado amor,
amor volcánico.
- Autor: Carlos Alberto Bustillos (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de enero de 2023 a las 10:07
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 27
- Usuarios favoritos de este poema: Dante Aligheri (DCV), alicia perez hernandez.
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