Así llegaste.

¿Quién puede reclamar esta noche semiestrellada?

Bajo el cielo valduparense hay miles de nocturnos soñadores que buscan en el infinito oscuro de la soledad la respuesta o el escape a su intranquilidad.

¿Y si la reclamo?, lo haría por que consigo en ella el anhelado vacío de la tranquilidad, me sumerjo en ella tal cual un musico lo hace a sus canciones, entro profundo en el corazón de la noche y me abrazo a su estela, me abrigo de su tranquilidad y suspiro de su silencio. Reclamo la noche tal cual como reclame tu corazón; aunque en el tacto es intranquilo, es inquieto, incansable, inquebrantable, suspirante, agobiante. Ilumina la noche y la oscuridad con el fuego de su osadía, arremete en la tranquilidad con su incansable algarabía. Tal como una piedra preciosa, como un objeto sin valor, como aquello desconocido que se convierte en fascinación a los nuevos ojos de quien por primera vez lo sostiene, mantengo la mirada quieta y profunda, penetrando capa por paca aquel corazón inquebrantable cuyas llamas arden de pasión febril que desesperan al ligero contacto de mi mirada.

Llegaste a perturbar la paz, te adentras en lo profundo de la noche y buscas sin miedo, tocando en la oscuridad una mano por sujetar. Tan paciente y terco, tan insistente y resiliente, buscas en la noche mi mano o la suavidad de un simple mirar.

Mezclas insistentemente dos mundos que ni siquiera se sonríen al pasar.

Tomas mi mano y entrelazas nuestros dedos al compás de los latidos de tu corazón

Sonríes valientemente y en tus ojos se ilumina un brillo ganador.

Llegas a agitar mi mundo, a irrumpir en mi paz, a mover mi calma.

Llegas a darme amor.