Prefiero el odio…

Prefiero el odio de la muerte al silencio

de tu ausencia.

Prefiero el silencio al vacío de la memoria.

¡Hoy te he visto llorar, amor!

Hoy que el café se me hizo más oscuro y amargo,

y la puerta abierta dejó salir un aire extraño

como si arrastrara

el suspiro de algún suicida.

 

Confieso, me ha dolido mucho tu ausencia

como si una víbora

me hubiera mordido el corazón.

Confieso: diciembre me duele tanto,

cada día, cada noche,

cada vez que la luna suda una lagrima de muerte

y yo voy andando, sinceramente,

recordando, entre tus sombras.

 

¡Amada! ¡Dulzura de mi oración, que se arrastra

en el ayuno y alcanza a todo mi espacio

desde el ocaso de mis días!

Tal vez es necesario acomodarse a este dolor

denso, indeleble, desde mis sienes;

Tal vez no es necesario todo el baile

de estos pájaros del humo,

como vigilando mis tristezas hasta que vuelvas

por mi en alguna noche.