Nimbado

Joaquín Garcés

 

Halo de luz

que tanto encandilas

los ojos de aquellos

ciervos en tu dominio,

 

cuyas miradas

tornan hacia ti,

hambrientas por saber

que nuevo mal entrañas

 

para estas pobres

almas condenadas

al total servicio

de tu insaciable apetito.

 

Sujetos al hilo

eterno y maldito

de tu mano

sinuosa y omnipotente,

 

sembradora de agonía;

señal inminente

de suprema desgracia,

de control absoluto.

 

En tu santuario

nos vigilas

desde tu imagen

expiada del pecado

 

fabricado por ti,

esparcido por ti,

absuelto por ti,

heredado a todos

 

tus fieles recipientes

de fe devota

a un palacio

intangible y distante.

 

Tu ala permea

destellos titilantes

de promesas repletas

con huecos sin fondo,

 

que nos guían

arrastrando

a nuestro

espíritu abúlico.

 

Una simple idea

que humecta

en placer esta

efímera existencia.

 

¿Por qué abandonas,

torturas y devoras

a tus hijos, sólo para

exigir ser adorado?

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Comentarios +

Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Genial tu preciado poema
    estimado Joaquín Garces
    Saludos de amistad de Críspulo desde España
    El Hombre de la Rosa



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