LAS BRUJAS DEL CUJÍ Y LA NIÑA ELVIA

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(Dedicado a Doña Elvia Auristela Rodulfo Aguilera de Cárdenas)

 

Por  Marina Ceballos

 

Era un desolado ambiente principio del siglo 19, olor de playa y arena mojada. Entristecía el sol en el atardecer y se apagaba en la lejanía de playa. En el Valle de Pedro Gózales  -caserío El Yaque- escasamente cinco casas armonizaban el tranquilo ambiente  del solitario poblado. En una de las casas vivía doña Encarnación con sus hijos. En los atardeceres, el ruido musical del viento  era interrumpido por un grito a todo pulmón:

 -«A mí me no me den agua e´ rancho a mí, me dan recién Colao» -vociferaba refiriéndose al café y hasta el viento se aquietaba cuando lo hacía siempre a la misma hora. 

Era el tío Luis, hombre de recio carácter, los visitaba diariamente. Los niños vestiditos y arregladito todos, la cabellera de las niñas era recogida en clásicos moñitos con peinetica, y cinticas con lindos lazos azules enrollados. Se trasladaban con su madre; doña Encarnación en largas caminatas por la desolada playa, a la casa de la abuela Tomasa, seguían todos por el camino de tierra hacia la Iglesia.

Ese domingo era el bautizo de la niña Elvia, la menor de cinco hermanos. Iba la pequeña emociona, estrenaba  sus zapaticos blancos de correíta y hebilla plateada, ella con tanto amor cuidó, -¡apretaditos le quedaban sus impecables zapaticos!. Al llegar a la casa, la niña Elvia después de la misa, formó una -verraquera- pues sus preciados zapatos se lo regalaron a su primo y lloró de tristeza. Era costumbre de la época, usar el mismo estilo de calzado entre niños y niñas.

La familia vivía en una antigua casa colonial de puerta de cedro tallada, pilares y altos techos. Espacioso corredores internos de ladrillos, ventanas de contorneados barrotes de madera. En el patio interno, el verdoso jardín salpicaba trinitarias, clavellinas  variadas flores, rosas. El solar brotado de  hortalizas y muchos árboles frutales, ciruelo amarillo, y limón. Un ancho zaguán de lajas pulidas y un patio grande donde corretear los niños. Ellos jugaban a presentar –cuadro vivos-, -especie de -actos culturales y teatro mudo- en cada patio de las casas vecinales.

Al fondo se divisa el -árbol de cují- a la niña Elvia le llamaba la atención, ella sentía curiosidad ante la presencia del extraño árbol.

-Inquieta- pasaba tiempo observando las raras figuritas que se movían entre las ramas. La curiosa niña, todos los días se escapaba, no perdía de vista el árbol y tanto le llamaba la atención, pues, las figuritas eran unas brujas juguetonas y risitas apagadas. Permanecían sentadas, colgaditas de los chamizos sus piernitas guindaban y sus escobitas al hombro, –cucuruchos- sombreros de cono- usados por las brujas.

Misteriosamente, una luz tocó la  frente de la niña, traía el más preciado mensaje de la sabiduría. [Sólo la niña Elvia tenía la innata capacidad de ver a las brujitas, aparecían cuando llegaba  Elvia. quien aprendió a conversar el idioma de las encantadoras brujitas]

-¡Elvia, dónde está, -¡gritaba la madre-. ¡Bájate de la mata de cují! ¡Eso es pa varones! ¡Estoy en la mata del lado agarrando peras! Ella las confundía con guayabas grandes, alegaba la madre-. La niña fue creciendo, le llegó el momento de despedirse de sus amiguitas del árbol, estas le decían en un idioma extraño:

-¡No te abandonaremos! -le dijeron sus amiguitas-. Seguiremos tus huellas por el sendero de tu vida. Te guiaremos por  caminos  fantásticos. La luz del árbol le impregnó de conocimiento. Estudiaras y viajaras mucho, hasta conocerás a tu príncipe,

Con escasos trece años la niña se iniciaba en el bachillerato, se graduó en el Pedagógico de la capital.

Con el tiempo, las brujas se hicieron invisibles pero ella las veía en los árboles, una tarde le dijeron; viajaras a París, allí encontrarás el amor y sentirás nuestra presencia. Traemos magia para ti. Elvia les dijo: -«¡no inventen tanto, qué voy hacer tan lejos!»

Se desvanecieron las figuritas. Pasaron los años, no las volvió a ver, sin embargo, cuando veía un árbol,  Elvia se sentaba a observar si sus amiguitas se manifestaban.

Transcurrió el tiempo ella se sintió olvidada por las brujitas.

La disciplinada niña, se convirtió en una hermosa y brillante estudiante. La enviaron hacer estudios fuera de su país fue así como llegó a Paris, entre estudios, catedrales, avenidas, y bulevares, en un café escuchaba las melodías: Mirelle,  Mathie, Edit Piaf. La vie en rose, Les Feuilles Mortes de Ivaes Montand. Un elegante y solitario caballero, libros y periódicos en manos, observaba a la hermosa y elegante dama, con la venia le pidió permiso para acompañarla. Fue así como conoció el amor  y se casó.

Regresaron a una ciudad andina llena de encantos de nevadas montañas.

Con el transcurrir de los años, Elvia, ya viuda llegó a la ancianidad, llena de sabiduría, desde su infancia fue impregnada de un conocimiento mágico a través del –titiritero- de la [tenue luz, que emanaban las brujitas] del árbol del cují.

Dotada de intuición, inteligencia y prudencia, enseñaba a sus hijos, nietos y alumnos a lo largo de su fantástico andar. Su mente experimentó energía divina de alabanza intima al Creador.

En las montañas de la nevada sierra, en su casa estilo inglés, todas las tardes abrigada con ruana de capa y su bufanda laneada. Sentada al leve golpeteo de una rústica y antigua mecedora herencia de su padre fallecido a causa del tifus, de aquella Venezuela rural, cuando ella aún era pequeña, en aquella Venezuela rural de entonces. En el porche de su casa, disfrutaba de buenas lecturas, de cuando en vez  y como un ritual, perdía su mirada entre los árboles,  recordando parte de su feliz vida y las revelaciones que las mágicas brujitas marcaron su hermoso destino, en su mecedora al frente de su extenso y engramado jardín, esperaba la fragancia que desprendía de las hojas de un árbol de eucalipto, una leve sonrisa reflejada en el rostro de la anciana al ver unas  tenues luces y figuritas que  se movían entre la ramas; eran las -brujitas del árbol de cují- mágicamente viajaron en el tiempo y la visitaron, así pasaba las tardes atesorando su imaginaria conversación con sus amiguitas, las brujas de Cují…   

 

Albricias, muchas albricias Tovar Mérida Venezuela  05/05/ 2022

  • Autor: marinaceballos (Offline Offline)
  • Publicado: 25 de noviembre de 2022 a las 07:14
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 24
  • Usuario favorito de este poema: Classman.
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