Limerencia.

Carolina Prieto

Escuchaba la hojarasca crepitar,

Mientras tus labios dulces se deslizaban húmedos en mi ser. 

Tus ojos curiosos paseaban atónitos ante la inmensidad del sentir:

Nos inmiscuíamos en mis zonas deseosas de ti 

Y en las tuyas, tan apasionadas.

 

Con juegos que me saben a Dubonnet,

Agrios, dulces, desesperadamente majestuosos.

 

Esas ardientes formas humanas 

Arrancaron a su paso todo vestigio de cordura y sensatez,

Ahora vagan en la quimera de la juventud,

Entrelazándose en fantasías incrédulas de amor.

 

Divino Mon Chou, artífice de odiseas,

Nauta de pomarrosas y náufrago de mis delirios;

Retorna a estos muslos macadamia,

Férvidos de ti.

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