LENTO ATARDECER

Matias 01

Quiero hablar con mi padre

cuando llegan los atardeceres

en este enero de hastío

y coyunturas breves.

Ahora que se abrevia el tiempo,

y su caminar

es un conjunto de corajudos pasos

que cargan sus muchos naufragios

de buena voluntad.

 

Es tan tranquilo -ahora-

con esa paz que tira la melancolía

y se cuelga del cuello

con una brazada ineludible;

Que ganas de acariciar sus canas

coronada de reliquias infantiles,

que ganas de abrazar

a su bastón y brindar con él

por acomodarle el paso;

Ahora que el desayuno lleva el tibio calor

del café endulzado de recuerdos,

y el pan lleno de gracia

va con un pie meditabundo

por nuestras manos,

en el hogar se siente palpitante

la humilde bondad

de su reposado corazón. 

 

Es mi padre en su hospicio,

caminando de puntillas, 

buscando nuestra risa que perdió el rostro

en el crepúsculo que emerge

del tiempo que se va

detrás de la ciudad que nos ha perdido;

Y quiero abrazar

su orgullo de muchos años

atracado en el silencio;

Quiero estar en el sigilo de sus ojos

que plañen dulcemente

desde su rincón sombrío

cuando suena una melodía antigua;

Y quiero estar aquí,

antes que la luz se adelgace

en la sombra de sus ojos

y la bruma del tiempo nos deje mutilado

para siempre

en una noche sin mañana.

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