El secreto

Rafael Parra Barrios

 

El secreto

I

Paseabamos enamorados,
de lo más contentos, 
por las rúas del poblado, 
amándonos en sublimes momentos.
Historia de novios, 
donde la ternura 
esparció su néctar 
en líricos encuentros.
Ella y yo, 
actores del relato, 
pincelamos el amor, 
en matices negros 
y blancos, 
que como un retrato, 
reflejaba ecos atávicos, 
testigos del arraigo 
sincero. 

II

De pronto 
y sin saber porqué, 
un día mustio, surgió.
El enigma ancló 
y la relación se esfumó.
No me di por vencido,
intenté la restauración
y nada nuevo pasó.  
Conversé con amigas,
les mandé cartas, 
pidiendo explicación, 
más el silencio, 
fue el que habló.

III

Los meses y los años
pasaron,  
y el misterio para mí, persistió. 
Aun así, 
apelé a la amistad, 
la que fue enaltecida 
con generosidad.
Es que ella y yo 
nunca nos dijimos adiós, 
cultivamos el afecto 
con excelso honor.  
Yo por dentro, 
ardía de pasión,
porque ese tizón 
permaneció encendido 
y nunca se encenizó.
Fue, sí, leña 
de un fogón prendido, 
que jamás se apagó.

IV

No fue posible amarnos 
como pareja,  
aunque sí como amigos.  
Cuando nos veiamos, 
la luz resplandecía, 
porque el amor existía 
y era mi poesía.
Siempre soñé con ella, 
con que fuese mía, 
pero el secreto enervó 
su soberanía, 
mientras presentía 
que algo se escondía.
Ella, flor eterna, 
margarita hermosa, 
sembrada en tierra fecunda, 
marchitó en la primavera,
más su aroma se siente 
y su esencia perdura.

V

Los senderos de los dos,
en paralelo, transcurrieron, 
y nuestras verdades cabalgaron 
indistintos caminos
y nunca el secreto me fue dicho.
Algo había sucedido 
que había desviado 
el destino. 
El devenir absorbió 
los abriles,
surgiendo nuevos amores, 
hogares y primores.

VI

Ella supo primero, 
lo que luego pude saber,
hace cuatro años, 
cuando el secreto
me fue develado,
hilé los hechos, 
y entendí los eventos.
Sigilos de familia, 
enajenararon ese amor,
y aunque no impedía 
la relación, 
los hitos y tabúes, 
si mermaron su albor.
Jamás pensé lo que pasó 
y cuando me enteré, 
asombrado, entendí 
porque todo murió, 
solo que la amistad, 
que sí sobrevivió, 
nos reconfortó 
y por siempre, nos unió.

 

 

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