La maestra de preescolar acabó con mi vocación

Carlos Andrey Vargas Araya

Me he ofrecido a mi mismo un espacio para escribir, pero esta vez les traigo una historia personal. Cuando tenía 6 años y cursaba preescolar, por el año 1993. Recuerdo la emoción de llevar mi lonchera, mi uniforme y la primera experiencia de educación. Me acompañaba la inocencia característica, como un niño que ha sido criado con amor. La pureza de espíritu que todavía me sobrevive, me hacía pensar en la alegría de lo simple. 

Las clases en el kinder eran muchas veces un espacio de expresión personal. Podías un día escoger la sección de casita y jugar a que cocinabas, otras veces, la sección de libros de cuentos ,cuyas páginas tenían un olor particular a libros de la época, sus páginas llenas de letras que yo no sabía leer muy bien, pero sus dibujos narraban histórias fantásticas.

 

Aunque no era la primera vez que veía libros, pues en la casa  de mi tía, una vez me encontré dentro de un cajón, unos libros con historias e imágenes de Egipto. Sus páginas llenas de pirámides y de momias me fascinaban, siendo yo un niño de 6 años y con la precocidad de un talento, que bien pude llegar a ser arqueólogo, pero no fué así. 

 

La otra sección del kinder, eran los dibujos, donde podías dibujar, pintar, recortar y pegar. La maestra, bien llamada "la niña Mauren", era una mujer simple y al menos nos mantenía entretenidos. Por un tiempo, mi sección preferida fué la sección de dibujo, pues me podía expresar y sentía que no me limitaba a la monotonía de las otras secciones del kinder. 

Un día tuve la idea de dibujar pirámides, sarcófagos, momias egipcias y desiertos. Me obsesioné con el tema y mis dibujos eran revisados por la maestra.

 

La niña Mauren preguntaba que había dibujado y siempre le explicaba que yo dibujaba momias egipcias. Un día se cansó de mis dibujos, porque a ella le parecía muy bizarro que un niño de 6 años dibujara momias egipcias. Así que me pidió que dibujara mariposas, flores, casitas y montañas. Recuerdo muy bien como ese día dejé de dibujar momias y pirámides, y empecé la consigna de dibujar lo que la maestra quería. En mi inocencia, yo quería que la maestra estuviera contenta. Pero algo en mi murió ese día, pues sentí que mi inspiración fué arrebatada de manera abrupta. 

 

Está bien, pasé ese año dibujando casitas, flores, árboles y montañas. A la niña Mauren le encantaban esos dibujos. Pero al mismo tiempo, ella acabó con mi vocación de arqueólogo. Acabó con mi precocidad y fascinación por el antigüo Egipto. 

Hoy en día , he llegado a pensar que los niños precoces y con talento son frenados  de distintas maneras, tal y como lo fuí yo. Si la niña Mauren no hubiese tomado mis dibujos por bizarros, quizás me hubiese impulsado a estudiar historia antigüa, me hubiese conseguido libros sobre arqueología, quizás y solo así hubiese aprovechado mi precocidad. 

A mi edad, he retomado esta fascinanción por la arqueología, así que no es una historia triste, sino una con un final feliz, con una época llena de recursos, internet, documentales y la información del mundo en mis manos. Por aquel glorioso 1993, no se compara a las posibilidades de hoy en día. Así que por favor, presten atención a lo que hacen los niños e impulsen sus gustos y talentos. Aprovechemos las bondades de esta época y con acceso al conocimiento. 

Una anécdota, de mi fascinación por el conocimiento y... que no se preocupen. La niña Mauren puede estar tranquila, pues es solo una anédocta , quizás sea de inspiración para los docentes de esta época. 

  • Autor: Hugin & Munin (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 2 de noviembre de 2022 a las 05:08
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 22
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Comentarios2

  • Carlos Andrey Vargas Araya

    ¿Alguna vez te has sentido arrastrado y obligado?. Le llaman trastorno por déficit de atención(ADD) ,pero para mi es la inteligencia que se revela ante el sistema...

  • Peregrina

    Muy buen relato! Aleccionador para muchos que no comprenden que solamente hay que observar y orientar, no cambiar o imponer. Cada ser es único y se le debe respetar en su individualidad que es lo más valioso de sí mismo; y todo ser humano debe defenderla. Felicidades por no haber claudicado!
    Un gusto pasar a leerlo
    Saludos amistosos de
    Peregrina



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