Oda a Barreto

🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮

Poeta brillante de sangre muy digna,
la viva consigna del bravo León.
Tus letras supieron llegar a la gente
de aquel Occidente de ensueño y pasión.

Filólogo inquieto, coraje guerrero,
valiente, sincero muy lleno de amor.
Luchaste con alma la gloria debida 
que dando la vida fue muestra de honor.

¡Oh crítico y genio del bello estandarte 
que diste con arte la gracia y el don!
Audaz ensayista, maestro de flores,
señor de señores, perfecta canción.

Repleto de sueños clemente abogado,
la paz del jurado cubrió la beldad.
Pues ellas llegaron surcando las calles
sin dar los detalles de la autoridad.

El mundo lo sabe gritándote escueto:
«¡Mariano Barreto, robusto escritor!»
Son varios los genios que elogian tu oficio,
«por tu sacrificio, ¡qué viva el amor!»

                                Samuel Dixon

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  • Autor: Samuel Dixon (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de octubre de 2022 a las 10:54
  • Comentario del autor sobre el poema: Una oda a otro grande, pero que es poco reconocido (Mariano Barreto; abogado, ensayista, filólogo, periodista, crítico, poeta y escritor nacido en 1856, 11 años antes que Rubén Darío, falleció en 1927, 11 años después que Darío) fue reconocido su arte y destreza por don Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca y por el maestro de maestros, Rubén Darío. Él es poco divulgado, pero también es un genio y prodigio dentro del arte. Con estas odas, lo que trato es darles salidas a estos grandes que pocos conocen, pero que existen y que existieron en la poesía y la prosa. Mariano Barreto, símbolo de dignidad y paz. Saludos poetas del portal. Reciban mis sinceros abrazos y fraternos saludos y aprecio.
  • Categoría: Sociopolítico
  • Lecturas: 32
  • Usuarios favoritos de este poema: 🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮, Freddy Kalvo, Lucía Gómez, Omaris Redman, alicia perez hernandez, Rafael Escobar, lacarmentere, Poemas de Pepita Fernández, Antonio Miguel Reyes.
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Comentarios5

  • Freddy Kalvo

    Hermosa poesía, hermosa oda, con ese toque y sabor a historia que dejas visible a través de tus bonitos versos. Enhorabuena Samuel!

    Abrazos fraternales.

    • 🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮

      Gracias poeta. Mariano Barreto es un gran poeta y será un grande en la historia de nuestro país.
      Acá le dejo un poema de este virtuoso escritor.

      LA CONFESIÓN

      Dime: ¿has amado criatura?
      -Amo señor, con locura,
      con ardiente frenesí;
      amo a un hombre que ha jurado
      a mis pies arrodillado,
      quererme tan sólo a mí.

      Le amo, señor, porque un día,
      lejos de la patria mía,
      fue consuelo en mi dolor;
      porque sus manos queridas
      vertieron en mis heridas
      el perfume de su amor.

      ¿He pecado señor cura?
      -No has pecado, no, criatura,
      que no es pecado el amor.
      -Pero amarle es mi capricho,
      y mil veces se lo he dicho,
      ¿no es pecado esto, señor?

      -Y bien. ¿Por qué no decirlo?
      ¿No aman la alondra y el mirlo
      y la tórtola también?
      Nuestra madre en el Edén
      amó con amor ardiente;
      y la Virgen nazarena,
      la inmaculada azucena,
      la flor pura entre las flores,
      vio lucir sobre su frente
      el nimbo de los amores.

      Sí, amor es soplo fecundo,
      germen de luz y de vida;
      es una antorcha encendida
      en los abismos del mundo.

      -Pero, señor, a fray Pablo
      de aqueste asunto le hablé;
      y me ha dicho que amor fue
      maldita invención del diablo.

      y ante el santo Crucifijo,
      esto mismo ayer me dijo
      el virtuoso fray Zenón.
      - ¡Oh! no temas, hija mía,
      que el amor es la armonía
      suprema de la creación.

      El mismo Dios amor es.
      Amor al hombre le dio;
      y escrito se lo dejó
      en las tablas de Moisés.

      Y más tarde solitario,
      en su infinito dolor,
      lanzó el verbo del amor
      desde el sangriento Calvario.

      ¿Qué más? Confiesa otra cosa.
      -Le di, señor, una rosa
      que perfumaba mi sien;
      pidióme después un rizo,
      y tanta fuerza ¡oh, Dios! me hizo,
      que al fin cedí. -Hiciste bien.

      Rizos, anillos y flores,
      son de aquél que sus amores
      en tus aras ofreció.
      Amale siempre, criatura;
      amale, sí, con ternura,
      como él amarte juró.

      Con que prosigue, hija mía.
      -Hubo, señor cura, un día,
      que a impulsos de la pasión
      besara mi blanca mano.
      - ¿Y te opusiste? -Fue en vano,
      resistióse mi corazón.

      Y otro día, bien me acuerdo,
      dijo, temblando: "Me pierdo,
      estoy loco de dolor".
      Y entonces, fingiendo enojos,
      imprimió en mis labios rojos
      ferviente beso de amor.

      Trémula exclamé: "¿Qué has hecho?"
      Me estrechó contra su pecho
      y besóme más y más;
      y al contacto de su boca,
      ciega, delirante, loca.
      Le besé... y rompí a llorar.

      - ¿Y qué sentiste, hija mía?
      -Que un volcán me consumía
      con su aliento abrasador.
      - ¿Sentiste placer intenso,
      puro, arrobador, inmenso?
      -Es pálido eso, señor.

      Voces no tiene el idioma,
      ni en su arrullo la paloma
      puede pintar mi pasión;
      que no hay en el mundo lengua
      que expresar pueda, sin mengua,
      lo que siente el corazón.

      - ¿Qué más? Dime algún pecado.
      -Todos los he confesado
      a los pies de Ud., señor.
      -Pues levántate, hija mía,
      que, en sagrada Teología,
      Ley divina es el amor.

      MARIANO BARRETO (1856 -1927)

      • Freddy Kalvo

        👏👏👏👌👍 gracias Samuel.

      • Sir Frido D\'Antuna

        👌

        • 🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮

          Bienvenido poeta. Un gusto encontrarlo por acá. Saludos.

          • Sir Frido D\'Antuna

            Ni chance se leer el resto de Odas.
            Si te sobran versos me puedes hacer una a mi también. Te agradecería.


            🤣🤣🤣

            Na na, es broma.

            Buen trabajo. Muy sensible y esencial. No conocía a Barreto
            Agradecido.

          • Hay 1 comentario más

          • Rafael Escobar

            Excelente amigo mío. Mi fraterno saludo lleva mi felicitación y aprecio.

            • 🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮

              Gracias poeta. Acá le dejo un poema de este virtuoso escritor. Un hombre erudito leonés, junto al maestro Rubén Darío: fueron contemporáneos.

              LA CONFESIÓN

              Dime: ¿has amado criatura?
              -Amo señor, con locura,
              con ardiente frenesí;
              amo a un hombre que ha jurado
              a mis pies arrodillado,
              quererme tan sólo a mí.

              Le amo, señor, porque un día,
              lejos de la patria mía,
              fue consuelo en mi dolor;
              porque sus manos queridas
              vertieron en mis heridas
              el perfume de su amor.

              ¿He pecado señor cura?
              -No has pecado, no, criatura,
              que no es pecado el amor.
              -Pero amarle es mi capricho,
              y mil veces se lo he dicho,
              ¿no es pecado esto, señor?

              -Y bien. ¿Por qué no decirlo?
              ¿No aman la alondra y el mirlo
              y la tórtola también?
              Nuestra madre en el Edén
              amó con amor ardiente;
              y la Virgen nazarena,
              la inmaculada azucena,
              la flor pura entre las flores,
              vio lucir sobre su frente
              el nimbo de los amores.

              Sí, amor es soplo fecundo,
              germen de luz y de vida;
              es una antorcha encendida
              en los abismos del mundo.

              -Pero, señor, a fray Pablo
              de aqueste asunto le hablé;
              y me ha dicho que amor fue
              maldita invención del diablo.

              y ante el santo Crucifijo,
              esto mismo ayer me dijo
              el virtuoso fray Zenón.
              - ¡Oh! no temas, hija mía,
              que el amor es la armonía
              suprema de la creación.

              El mismo Dios amor es.
              Amor al hombre le dio;
              y escrito se lo dejó
              en las tablas de Moisés.

              Y más tarde solitario,
              en su infinito dolor,
              lanzó el verbo del amor
              desde el sangriento Calvario.

              ¿Qué más? Confiesa otra cosa.
              -Le di, señor, una rosa
              que perfumaba mi sien;
              pidióme después un rizo,
              y tanta fuerza ¡oh, Dios! me hizo,
              que al fin cedí. -Hiciste bien.

              Rizos, anillos y flores,
              son de aquél que sus amores
              en tus aras ofreció.
              Amale siempre, criatura;
              amale, sí, con ternura,
              como él amarte juró.

              Con que prosigue, hija mía.
              -Hubo, señor cura, un día,
              que a impulsos de la pasión
              besara mi blanca mano.
              - ¿Y te opusiste? -Fue en vano,
              resistióse mi corazón.

              Y otro día, bien me acuerdo,
              dijo, temblando: "Me pierdo,
              estoy loco de dolor".
              Y entonces, fingiendo enojos,
              imprimió en mis labios rojos
              ferviente beso de amor.

              Trémula exclamé: "¿Qué has hecho?"
              Me estrechó contra su pecho
              y besóme más y más;
              y al contacto de su boca,
              ciega, delirante, loca.
              Le besé... y rompí a llorar.

              - ¿Y qué sentiste, hija mía?
              -Que un volcán me consumía
              con su aliento abrasador.
              - ¿Sentiste placer intenso,
              puro, arrobador, inmenso?
              -Es pálido eso, señor.

              Voces no tiene el idioma,
              ni en su arrullo la paloma
              puede pintar mi pasión;
              que no hay en el mundo lengua
              que expresar pueda, sin mengua,
              lo que siente el corazón.

              - ¿Qué más? Dime algún pecado.
              -Todos los he confesado
              a los pies de Ud., señor.
              -Pues levántate, hija mía,
              que, en sagrada Teología,
              Ley divina es el amor.

              MARIANO BARRETO (1856 -1927)

              • Rafael Escobar

                Estupendo

              • Hay 3 comentarios más

              • MISHA lg

                hermosas letras. para este gran abogado gracias por compartir
                poeta
                Repleto de sueños clemente abogado,
                la paz del jurado cubrió la beldad.
                Pues ellas llegaron surcando las calles
                sin dar los detalles de la autoridad.
                besos besos
                MISHA
                lg

              • Antonio Miguel Reyes

                Buenos y merecidos elogios los que das y que mereces.
                Un abrazo

                • 🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮

                  Gracias poeta. Le confeso, yo también admiro su poesía la cual es hermosa y estética.
                  Por acá le comparto un poema de este poeta elogiado.

                  LA CONFESIÓN

                  Dime: ¿has amado criatura?
                  -Amo señor, con locura,
                  con ardiente frenesí;
                  amo a un hombre que ha jurado
                  a mis pies arrodillado,
                  quererme tan sólo a mí.

                  Le amo, señor, porque un día,
                  lejos de la patria mía,
                  fue consuelo en mi dolor;
                  porque sus manos queridas
                  vertieron en mis heridas
                  el perfume de su amor.

                  ¿He pecado señor cura?
                  -No has pecado, no, criatura,
                  que no es pecado el amor.
                  -Pero amarle es mi capricho,
                  y mil veces se lo he dicho,
                  ¿no es pecado esto, señor?

                  -Y bien. ¿Por qué no decirlo?
                  ¿No aman la alondra y el mirlo
                  y la tórtola también?
                  Nuestra madre en el Edén
                  amó con amor ardiente;
                  y la Virgen nazarena,
                  la inmaculada azucena,
                  la flor pura entre las flores,
                  vio lucir sobre su frente
                  el nimbo de los amores.

                  Sí, amor es soplo fecundo,
                  germen de luz y de vida;
                  es una antorcha encendida
                  en los abismos del mundo.

                  -Pero, señor, a fray Pablo
                  de aqueste asunto le hablé;
                  y me ha dicho que amor fue
                  maldita invención del diablo.

                  y ante el santo Crucifijo,
                  esto mismo ayer me dijo
                  el virtuoso fray Zenón.
                  - ¡Oh! no temas, hija mía,
                  que el amor es la armonía
                  suprema de la creación.

                  El mismo Dios amor es.
                  Amor al hombre le dio;
                  y escrito se lo dejó
                  en las tablas de Moisés.

                  Y más tarde solitario,
                  en su infinito dolor,
                  lanzó el verbo del amor
                  desde el sangriento Calvario.

                  ¿Qué más? Confiesa otra cosa.
                  -Le di, señor, una rosa
                  que perfumaba mi sien;
                  pidióme después un rizo,
                  y tanta fuerza ¡oh, Dios! me hizo,
                  que al fin cedí. -Hiciste bien.

                  Rizos, anillos y flores,
                  son de aquél que sus amores
                  en tus aras ofreció.
                  Amale siempre, criatura;
                  amale, sí, con ternura,
                  como él amarte juró.

                  Con que prosigue, hija mía.
                  -Hubo, señor cura, un día,
                  que a impulsos de la pasión
                  besara mi blanca mano.
                  - ¿Y te opusiste? -Fue en vano,
                  resistióse mi corazón.

                  Y otro día, bien me acuerdo,
                  dijo, temblando: "Me pierdo,
                  estoy loco de dolor".
                  Y entonces, fingiendo enojos,
                  imprimió en mis labios rojos
                  ferviente beso de amor.

                  Trémula exclamé: "¿Qué has hecho?"
                  Me estrechó contra su pecho
                  y besóme más y más;
                  y al contacto de su boca,
                  ciega, delirante, loca.
                  Le besé... y rompí a llorar.

                  - ¿Y qué sentiste, hija mía?
                  -Que un volcán me consumía
                  con su aliento abrasador.
                  - ¿Sentiste placer intenso,
                  puro, arrobador, inmenso?
                  -Es pálido eso, señor.

                  Voces no tiene el idioma,
                  ni en su arrullo la paloma
                  puede pintar mi pasión;
                  que no hay en el mundo lengua
                  que expresar pueda, sin mengua,
                  lo que siente el corazón.

                  - ¿Qué más? Dime algún pecado.
                  -Todos los he confesado
                  a los pies de Ud., señor.
                  -Pues levántate, hija mía,
                  que, en sagrada Teología,
                  Ley divina es el amor.

                  MARIANO BARRETO (1856 -1927)



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