UNA MENTIRA POÉTICA

EL QUETZAL EN VUELO



T e mentí, cuando dije que me gustaban tus ojos. No quise decirte ni hablar de esa luz que salen de ellos cada vez que me miras. No es que me gusten tus letras, sino todo aquellos que sienten y no dicen y esa forma de complicidad que tienen tus ojos con mis letras, que a veces escapan a cualquier soneto y pasan danzarinas por los tangos de Gardel y se refugian , agazapan cerca del espejo, cuando al desmaquillarte se asoman por tu pensamiento y sonríes picarescamente discreta .

 

No quise poner mi mano en tu cintura para recorrer tu cuerpo bañado de fuego, porque estaba peinando tu alma de terciopelo y haciendo un castillo a tus emociones; poniendo sonidos a los latidos del corazón que alegre bailaba al ritmo de una ilusión. Aunque quería caminar contigo por la costera, esperaba la promesa de montar en un unicornio e ir a cazar estrellas y ponerla en tu frente, pero ya la luna se había posado en tu pecho y me acurrucó en su luz.

 

sí, deseaba un vaso de vino tinto, pero me gusta el sabor a ron de tus labios, la forma de como corría ese presagio por nuestra conversación, incendiando los puntos suspensivos, sugiriendo intercambiar tus palabras con miradas y la forma en la que el corazón se interesaba y se acercaba despacio a la noche, escuchando, ese pequeño latido con vocación a noche única. Me gusta ver resbalar por las cuerdas de mi guitarra, todas tus estrategias seductoras y atraparlas en una canción.

 

No te apures en llegar, no tengo prisa, conozco el tiempo de las estaciones. Me gustan las primaveras, porque saben a flor temprana, su olor es refrescante y su alcance levanta hasta el libro más marchito, pero el otoño es como ese vino añejo y reposado, que cumple con la edad del diablo, la experiencia de los dioses y el encanto de volverse hasta fuego en medio del invierno frio y seco. Me gusta la forma disimulada que tienes de incendiar mi otoño y volverla primavera.

 

Yo estoy siempre aquí, en una espera que no me desespera, tengo la paciencia de un gato en el tejado, que mientras asoma la precisa le pide consejos a la luna, afina sus sentimientos, organiza su corazón y desarma sus intenciones de cualquier instinto de sobrevivencia de la noche y se enfila como kamikazes, sin armadura, afinado, organizado y consciente del amor suicida, de la novedad de 20 años, que no deja espacio para ninguna fantasía y sacia todas , antes del amanecer.

 

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO

 

 

 

 

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Comentarios1

  • lacarmentere

    "No te apures en llegar, no tengo prisa, conozco el tiempo de las estaciones. Me gustan las primaveras, porque saben a flor temprana, su olor es refrescante y su alcance levanta hasta el libro más marchito, pero el otoño es como ese vino añejo y reposado, que cumple con la edad del diablo, la experiencia de los dioses y el encanto de volverse hasta fuego en medio del invierno frio y seco. Me gusta la forma disimulada que tienes de incendiar mi otoño y volverla primavera."

    Me conmueve tu estilo poeta.
    Abrazo



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