Vacío…

Matias 01

Las auroras de diciembre

saben del sabor

de tu boca -Magdalena-

como un vaho de remota fiebre

que deshojaba

todo lo que era navegable

en la ingravidez de tus extremidades;

Me has querido mucho,

me has desnudado

y te has quedado hambrienta

después del mediodía;

¡Y yo he zozobrado para siempre!

en ese tu espacio interior,

que aun sonríe

como una herida de azúcar

cuando el crepúsculo llega.

 

La vida carece de sentido

cuando la ausencia ocupa el lugar

de los ratones, los pájaros

y las flores,

y la cicatriz deja de golpear oralmente

en la memoria;

Y entonces el aire se desata y nos trae

los olores al silencio,

con algo de uno mismo y una gibosa

melancolía.

¡Oh, el nunca más!

¡Oh la memoria inquieta!

¡Volátil…! como espíritu

bajando hacia la maleza; 

¡Oh el recuerdo! uno solo, parcial,

trozo unívoco, vida descalza

que tranza su sed con la muerte,

gota a gota,

sobre una línea esforzada, inevitable,

hasta siempre.

 

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