A la mierda

Alexandra Quintanilla

Hable de la independecia, cariño, y creo que es una bomba atómica. Explota en cualquier mano. A mi así me enseñaron. Resulta que el amor fue un embrujo que solo vi en la pantalla chica de mi hogar, soy pésima amando. Siempre lo he dicho, siento mucho, digo poco... Escribo mucho. Hago cagada tras cagada. No hay nada sano en este escrito, es un óleo a puña y letra de mi para mi. Estoy al declive. Soy mi propio mal, mi propio problema, quizá, mi propia escoria, la indecisión es mi propia plaga. ¿Y para que hacer pública esta inconstancia? ¿Para que hacer públicas mis más grandes rangos de felicidad? Quizá para compartir con los demás ese pequeño rayo de luz que observe en la mañana, quizá, para tal vez ser comprendida por cualquiera que se sienta tan miserable como yo en una noche cualquiera. O tan dichoso viendo en el preciso momento el mismo cielo en el momento más hermoso que también yo obsrve. No espero la aceptación de nadie. Ya asumí que para ser yo debo sufrir la infamia de ser rechazada por medio mundo. Y lucho contra mis males, que son pesares que llevo colgando en la espalda desde la infancia. ¿Y a quien le importa? ¿Si jamás le importo si quiera a mis padres? A la mierda este escrito. He de asumirlo, también he de adaptarme, eso dicen. Con lo último no concuerdo concretamente. Pero podría jurar por lo sagrado que a pesar de mis estragos lucho por ser todo aquello que me dijeron que hice mal, y que analice y supe que estaban en lo cierto. Soy responsable de cada estrago. Pero cuesta, cuesta un millón de estrellas ser la "persona correcta", cuando uno lucha por esa autenticidad pese a estar llena de baches... Miro al cielo cableado, pésima vista llena de pancartas, ¡putas pancartas! No dejan visualizar el cielo infinito. Pero tal vez, desde mi persecución un poco mareado. Se que la perfección nació para los seres celestiales, una disculpa al cielo, no soy una de ellos. Mujer de carne y hueso, eso soy, en esas me encuentro, pese a que siempre me encuentro, con el gran Nacho Vegas y el viejo Juaquin Sabinas haciéndome efecto. La soledad es parte de la aceptación de una misma. No hay brazos para abrasar cuando las brazas de la triste te queman la espalda. Y nadie entenderá este enredijo sin sentido, ni siquiera yo. Pero igual, mientras la noche caduca, caduca la esperanza. Todo esta bien, y aún así, ese vacío no se llena con nada...

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Comentarios1

  • Haz Ámbar

    Nacho Vegas, me encanta. Estoy gratamente sorprendido por tu escrito.
    Gracias



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