Rizos

BeeAngela

Era emocionante aquella peculiar manera en la que tus ojos brillaban cuando arreglabas tu cabello antes del anochecer.

Imaginabas como esas ondas en tu cabello te quedarían cuando al despertar desenrollaras los rulos en tu cabeza y soltaras aquellas finas ondas que con tanto esmero y cuidado lo hiciste la noche anterior antes de dormir.

No te importaba descansar mal, no importaba el dolor en el cuello, mucho menos, aquel estresante dolor de cabeza cuando al final lograbas obtener un precioso peinado en ti.

La sonrisa y aquellas bellas palabras que decías ante el espejo sobre lo que tus ojos veían siempre valieron la pena tras haber pasado tantas noches sin pegar un solo ojo por la incomodidad.

No te importaba las críticas, porque al final, te veías hermosa.

Hasta que aquellos comentarios dañaron tu autoestima.

"No te hagas esos rizos; parece que aprietan demás tu cabeza, te hacen más tonta de lo que ya eres"

Bueno, tal vez tus palabras tenían razón, ahora tengo veinte, no dolió tanto. Pero esas palabras hundieron un poco más el pequeño corazón de aquella niña de cinco años que todos los días reflejaba una linda sonrisa en el espejo.

Y desde aquel día, lo dejaste de hacer...

 

Mel.

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