La vida no es color de rosa

Anne Black

CAPITULO 2

MI VIDA A TU LADO

PARTE 4

El viernes pasado fuimos hasta Lomas para distraernos, aprovechando que era día de semana y que los comercios estaban abiertos, fue dejando en los locales que están en busca de nuevos empleados su hoja de vida, con la ilusión de que alguno se comunicara y fuera entrevistado, pero hasta hoy no hay novedades. Mientras tanto yo sigo publicando la peluquería en las redes sociales y algo sale, no mucho pero lo suficiente para brindarle un plato de comida a Clara y un poco de balanceado con arroz a los perros… es inevitable no sentir depresión al vernos sumergidos en la miseria siendo que trabajamos mas de la cuenta por cinco años, sin descanso, sin vacaciones, sin disfrutar de un simple paseo. Es frustrante y muchas veces quisiera salir corriendo, cerrar todo y mandar a los pretenciosos que te pelean el costo del servicio ; (encima que atiendas al perro el mismo día y en el horario que se les ocurre), mandarlos a freír churros… cuando me toca atender una de estas personas siempre termino desquitándome con Mariano, me enojo con él por someterme a esta situación, por no conseguir un trabajo y brindarnos una mejor vida, a veces siento que no quiere, que es pura flojera, que prefiere perder el tiempo jugando con su dichoso juego. Otras veces ya en frío se me pasa y dejo de creer en cosas tan absurdas hasta que me hace explotar y otra vez lo miro con ojos de cansancio, entonces me alejo para calmarme y cuando miro para el cuarto o para el baño o afuera o por donde sea, veo el desorden que existe a causa de su dejadez, me irrita que no ordene lo que toca, que no le de importancia. Sin embargo cuando se levanta con voluntad a ayudar, y se comporta atento conmigo y con Clara, me nace un amor indudable, quiero todo a su lado y tengo plena seguridad de que somos el uno para el otro. Pienso con optimismo ante nuestra situación económica y todo se arregla con un beso y una caricia. Tuvimos altos y bajos siempre, mas bajos que altos, terriblemente bajos… como aquel año tan doloroso, desgarrador, traicionero y sucio, que acabo con mi integridad, mi confianza para con los demás, que me lleno de odio y rencor, de sufrimiento y llanto, aquel bicho que me obligo a vivir en un sueño para no sentirlo, para olvidar que Mariano no estaba cuando lo necesitaba como nunca, que no se hizo cargo del mal que le provoco a mi cuerpo y a mi mente, hasta después de que todo paso, que las heridas empezaron a sanar y otra vez pude volver a caminar sin dificultad.

Cinco años atrás, antes de casarnos, Mariano me había dejado sin explicación alguna, solo se fue y ya, sin embargo, durante semanas enteras aguardaba su llegada nuevamente, hasta que una tarde sonó mi teléfono, era un mensaje de un número desconocido, diciéndome que sabía en dónde se encontraba Mariano en ese instante y automáticamente me enviaron una foto, había otra mujer en su vida. No respondí nada, llore en silencio algunas noches, otras me olvidaba y seguía con mi vida como si todo estuviera en orden, y de ves en cuando lo extrañaba con dolor. Nunca deje de amarlo, la diferencia es que ahora lo amaba en silencio y sanaba mi alma entre lágrimas en un cuarto a oscuras, y en ese mismo tiempo conocí a alguien, una persona divertida, sincera, y de gran corazón, o eso creía… su nombre era Hernán, lo conocí mediante un chat que visitaba con frecuencia, nos hicimos muy buenos amigos, pasaba por el bachiller por mi a diario y nos quedábamos horas enteras en el techo de su casa, charlando, oyendo música, tomando mate, mirando las estrellas de manera terapéutica o al menos para mi lo era. Fueron meses en su compañía, el problema era que me tocaba dejar en claro que no quería una nueva relación, que como amigos estaba bien, y aceptó, así que todo iba por buen camino, continuaba visitándome cada tarde, reíamos mucho e íbamos al cine, a la plaza o venía a comer a casa, compartíamos una película y era la primera vez después de sufrir por Mariano que me sentía bien. Ya no pensaba en él, ahora mi atención era Hernán, me hacía sentir especial y me gustaba, me trataba con dulzura y eso estaba bien… el tema cambio cuando Hernán empezó una relación, ya no venía, ya no me escribía, y otra vez me quede sola, entonces casualmente Mariano aparece de nuevo, una vez mas caigo rendida a un simple “hola”, y respondo desesperadamente pero cortante: - ¿quién sos? Fingiendo no saber, porque su número aparecía entre mis contactos.

- ¡Mariano!

- ¡hola!

- ¿cómo estas?

- ¿cómo crees? Estoy bien…

- Ah pasado tiempo desde la última vez que nos vimos, qué ha sido de tu vida.

- Desde que me dejaste sin aviso dirás… qué te digo, seguí viviendo y estoy bien.

- Lo sé, perdón por eso.

Y la conversación prosiguió así un rato mas, me comento de la panadería que abrió en Caballito y que le iba relativamente bien, que con Valeria, su novia, había terminado, que nunca fueron mas que conocidos, que novio era mucho decir. Esa versión sonaba mejor que la oficial, por eso opte por creerle y seguí respondiéndole.

- ¿Ahora te mudaste a Caballito?

- ¡No! Pero planeo a hacerlo… viajar a diario en horario pico en el San Martín hasta Merlo me tiene agotado, y el sótano de la panadería es bastante amplio, he pensado en instalarme ahí y así sería mas práctico llevar el negocio adelante.

- ¡Que bien! Me alegra por ti, enserio.

- Podríamos vernos, si te parece, no se… comer algo en Adrogue.

- Tal vez… ¿cuándo puedes?

- Mmm… ¿domingo a la noche?

Entonces quedamos en vernos el domingo, estaba un poco ansiosa y nerviosa, después de seis meses sin saber nada de su vida nos íbamos a ver… faltaban tres días y moría porque el tiempo pasara rápido, tenía que arreglarme el cabello, decidir que me pondría, si usaría sombra en los ojos y de qué color si así fuera, o si solo me delinearía. Por mis labios no me preocupaba, estaba decidido que irían al natural, el plan no era exagerar, entonces con ayuda de mi sobrina me prepare para esa noche, elegí unos jeans y una blusa de tiritas negras con puntilla en el escote, y una campera de “la beriso” que le pedí prestada, como abrigo. En los pies, zapatillas.

Tome el colectivo hasta Adrogue, quedamos en encontrarnos en la estación, estaba llegando tarde como de costumbre , quedamos a las nueve y yo llevaba media hora de retraso, y él como siempre ya estaba ahí, sentado en los bancos de la placita que está saliendo de la estación, esperando mi llegada. Mis nervios aumentaban, sentía latir fuerte mi corazón, y cada vez mas fuerte a medida que me acercaba, respiraba profundo para controlar el aire y que no se me notara mi impaciencia. Cuando llegue, me baje una cuadra antes y camine hasta la esquina, le pedí que se acercara y así lo hizo, allá venía directo hacia donde estaba, se lo veía hermoso con ropa de vestir, olía tan natural, tan él que hizo darme cuenta de que lo echaba de menos, tanto que me hundí en ese abrazo que me dio… caminamos hasta un restaurante llamado “las empanadas de la abuela” de la calle seguí, entramos y nos sentamos esperando la carta, honestamente no tenía apetito, estaba perdida en sus ojos y atenta a todo lo que decía, lo trate distante todo lo que pude y solo respondía lo que me preguntaba, sin agregar nada extra, mientras le aceptaba la carta al mozo y elegíamos juntos que comer; pastel de papa para compartir. La porción era un poco chica, imagine que Mariano no haría nada con eso ya que siempre fue de buen comer… y no me equivocaba porque saliendo de ahí lo comento y yo afirme con la cabeza.

Ahora mi nerviosismo volvía a acechar, porque además de ir a cenar quedamos en pasar la noche juntos, no estaba segura de querer porque sentía que era una forma de doblegarme y no se si era correcto, era de esperarse que se me notara porque enseguida agrego:

- Si no quieres, no pasa nada.

- No es eso, necesito preguntarte algo antes…

- ¡Dime¡

- Es una pregunta algo tonta, pero, contéstame con la verdad. ¿Ha pasado algo ente ustedes?

- ¿Qué?

- Ya sabes, si han estado juntos, con Valeria…

- No, ni eso. No fuimos ni paso nada.

- Mmm. Ok.

En mi interior sabía que mentía, pero necesitaba creerle, imaginarlo con ella me destrozaba y necesitaba engañarme, no podía vivir pensando de que alguien mas existió. Y esa noche paso lo que tenía que pasar, me deje llevar y me entregue a él, no pensé y lo disfrute, fue la noche mas hermosa, superaba la primera vez que estuvimos juntos cuando apenas llevábamos dos meses de relación. Sin embargo estaba cometiendo el error mas grande de mi vida, me permití sentirme suya confiando en una mentira, porque ambos estábamos al tanto de que sí estuvo con ella, la diferencia era que él poseía mas información que yo, me negó que estuvieron juntos y también omitió que no se cuido, que estuvo revolcándose con una extraña por meses y jamás se le ocurrió protegerse, y de esa forma tan vil rompió la confianza que tenía depositada en él… arruino mi cuerpo cuando días posteriores a esa noche comencé con molestias y picazón en mi vagina, una picazón insoportable, no cesaba y empeoraba cuando tenía que orinar, porque la picazón se convertía en fuego, ardiéndome por dentro, robando mi aliento, hundiéndome en lágrimas y gritos. Entonces decidí ir al médico; para cuando fui llevaba una semana aguantando… le dije a Mariano lo que ocurría y también que suponía que quizá me haya pegado alguna enfermedad, que no se ofendiera pero que aquella noche no usamos condón y todo era posible. Así que 

 fuí directo a la clínica muy preocupada; mi atención estaba puesta en que no fuera nada durante todo el viaje, así que no note el tiempo, cuando me di cuenta ya estaba en la sala de espera que se encontraban tres personas para guardia. Mi miedo crecía, algo dentro de mí me decía que tenía razón con mis suposiciones, y que saldría de ese consultorio avergonzada con la cabeza agacha. Estaba resignada y abierta a cualquier diagnóstico, sea lo que sea ya estaba hecho y no podía a hacer nada para remediarlo, sin embargo no pude evitar sentir vergüenza cuando la doctora me reviso la entre pierna y descubrió dos ampollas, grandes, abiertas… no tardo en diagnosticarme con una simple y asquerosa palabra que se grabo en mi mente para siempre; -“herpes”.

- Doctora, ¿qué es eso?

- Tranquila. El herpes es una enfermedad de transmisión sexual, es muy común, no tiene cura pero se puede tratar con pastillas y una crema para cuando los chancros estén curando. Los síntomas duran entre diez y quince días, sin embargo no es grave y…

La doctora seguía hablando pero yo ya no la escuchaba, en mi cabeza sonaba un eco, se repetía una y otra vez ese nombre asqueroso y salí de ahí dolida, traicionada, sucia, a causa de una noche, una maldita noche. ¿Por qué? Por qué confié en ese miserable que jugo con mi vida, por qué fui tan tonta. Solo quería llorar, ¿cómo miraría a mi madre después de esto? ¿qué le digo cuando me pregunte? No podre enfrentarlo sola, el dolor es atroz, no se puede ocultar, pica constantemente, arde infernalmente y casi no puedo caminar, la única pastilla que necesitaba era una que me hiciera dormir para olvidar, porque realmente estaba sufriendo. Mi padre que no podía fingir indiferencia, su impotencia por no poder ayudarme, ver en sus ojos el pesar que sentía por mi, fue mi destrucción, porque les falle por un error irresponsable y eso era un suplicio aún mayor.

Esa misma tarde Mariano me pregunto qué había ocurrido, no respondí nada porque apenas tenía fuerza para agarrar el celular, estaba tirada en mi cama como una enferma, apestosa esperando que la pastilla hiciera su gracia y dormirme… pero el teléfono sonó:

- ¡Hola! Por qué no respondes, qué ocurrió.

- Me diagnosticaron herpes, fuiste tú.

Colgué sin esperar una respuesta o un “perdóname”, cerré mis ojos y me dormí.

Pasaron tres días mas y casi no tenía noción del tiempo, me despertaba, iba hasta el baño como podía, preparada para aguantar el fuego que por segundos sentía durante y después de orinar, y regresaba a la habitación, cerrando con llave, la luz apagada, tome otra pastilla y me acosté con los ojos cerrados. No quería ver a nadie, tampoco comer, de Mariano tampoco supe nada, no toque el móvil desde entonces, y tampoco lo haría justamente en ese momento, solo deseaba dormir para no sentir y olvidar mi error. Mi madre me hablaba detrás de la puerta, pero no respondía, su voz de compasión me hacía mal y lloraba, pase catorce días en cama, alejada y cuidando de desinfectar el baño cada vez que lo usaba, yendo a el procurando de que no haya nadie en la casa para no cruzarlos, porque me apenaba mirarlos a la cara, tomando una pastilla tras otra, hasta que las ampollas comenzaban a sanar, ya podía usar una crema cicatrizante para a ayudar el proceso y de a poco me recupere y volví a tener contacto con la familia, a salir de la habitación. Mariano nunca apareció a responderme, se esmeró en esperar a que yo lo buscara, o le escribiera pero no pensaba a hacerlo, quería olvidarlo, dejar las cosas como estaban y continuar sin él, el daño era irreparable, y la decepción de que no vino ni una vez, no lo convertía merecedor de mi perdón. No obstante, mi madre intento razonar conmigo, su temor era que me quedase sola de por vida, le parecía conveniente que lo buscara, que hablara con él, que intentara aceptarlo y siguiéramos juntos, y aunque era una decisión personal termino por convencerme, y lo busque, le dije que ya había pasado y que necesitaba que se hiciera cargo del tratamiento porque estaba sin un mango y no era justo pedirle a mis padres, me dijo que sí, que nos viéramos por la noche, para hablar, y esa misma tarde fui al encuentro, no sabía cómo actuar, solo sabia que la Paula que conoció ya no estaba, mi sonrisa se borro, lo veía frente a mí y lo odiaba y me sentía estúpida; ¿qué estaba haciendo con él? En cambio Mariano estaba envuelto en un personaje de nene arrepentido, pedía perdón y lloraba, intentaba abrazarme pero yo lo alejaba, no quería que me toque porque desconfiaba por completo.

Las cosas quedaron de este tamaño, volvimos a estar juntos, al principio sentía asco de que me tocara, no quería sus besos ni muestras falsas que reflejaran su arrepentimiento porque ya no le creía nada, todo lo que decía o hacía me era indiferente, estaba ahí únicamente para no ser la solterona de la familia, pero la verdad era que no tenía ni un interés en seguir a su lado y mucho menos cuando tenía que orinar, el miedo a que me quemara y el fantasma de las ampollas no se fueron sino hasta que pasaron dos años, después de que Mariano me propuso matrimonio y empezamos el tramite en el registro y el estudio de sangre que exigían, porque en ese estudio había saltado que aquello que creía herpes, se trataba de algo peor y avanzado, nos dijeron que dimos positivo en sífilis, y que era urgente que empezáramos el tratamiento, y otra vez me encontré con el dilema de hace dos años, llore desconsoladamente y Mariano intentaba calmarme, no quería oírlo, quería que se callara y me dejara sola, lo eche para tranquilizarme y entonces suspire, seque mi cara con la manga de mi suéter, me hice fuerte y volví a entrar a la enfermería donde nos aplicaron la primera dosis para matar la enfermedad, eran tres inyecciones, una por semana y la sífilis desapareció, desde la última aplicación nunca mas tuve síntomas.

 Aunque lo haya perdonado y estemos casados, mi sufrimiento no se fue, aún duele contarlo y lo relato mientras lloro, él lo toma en modo de chiste y a mí eso me enfurece, porque no tiene derecho de reírse, porque aunque pasaron cinco años de aquello me enoja profundamente su reacción, él no sabe por lo que me toco pasar por su culpa, no fue testigo de esa Paula, derrotada en una cama de una plaza, debajo de una colcha a oscuras, aislada del mundo como si fuera un parásito, creyéndome un bicho repugnante que todos odian con solo verlo y todavía tengo días donde me sigo sintiendo enferma, que a la primer molestia se prende una alarma e imagino que la sífilis volvió, y retorna esa desesperación, bronca, enojo, tristeza, que me atrapan y deshace. Lloro y no puedo parar, nadie lo sabe, ellos piensan que soy feliz, que lo supere y que con Mariano conseguimos entendernos.

  Antes de que Mariano me propusiera matrimonio me mude a su lado, con la intención de ayudarlo en su negocio. Abandone mi vida en zona sur, el bachiller y a mi familia y amigos para mudarme con él, para así ayudar con la atención al público y la caja, la limpieza y otras veces terminaba haciendo todo mientras que él bajaba al sótano para jugar a los videos juegos, y para hablar con mujeres, faltándome al respeto de mil formas. Trabaje gratis por cinco meses, viviendo de la peor manera, no tuvo ni la mínima consideración, estuve tres meses sin probar una comida caliente, casera, viviendo a té. No pensó en mis necesidades, como un paquete de toallitas femeninas. En parte, debo reconocer que soy culpable, que nunca me di mi lugar y me deje maltratar. Recuerdo cuando se puso loco porque me toco llamar una gente que me ayudara a arreglar la persiana que se trabo y no bajaba, era tarde y estaba sola, Mariano no contestaba su celular y yo no encontré otra solución que llamar. Ese día la panadería no vendió mucho y el arreglo fue caro, sabía que cuando se enterara se disgustaría, pero no creí que llegara al punto de gritar, golpear cosas, revolear otras, hasta espantarme y salir corriendo para el patio de la panadería asustada y en un ataque de llanto.

Cuando se calmo me pidió disculpas, intento abrazarme pero lo evadí bajando las escaleras hasta el sótano donde vivíamos. Me acosté en la cama e intente dormir aunque llore toda la noche. Al otro día seguí trabajando sin dirigirle palabra.

Por un mes se comporto de una manera única, me mimaba y no me dejaba sola ni un segundo, era su reina y él mi rey, hasta que se canso o se sintió seguro de que no me iría, pero nuevamente me decepcionó cuando descubrí mensajes indebidos de su parte con otras mujeres, no le importo haberme enfermado al muy sínico, esa noche lo odie como nunca y quise irme, estuve a nada de hacerlo pero me detuvo su llanto, pidiéndome que por favor no me fuera, que no era nadie sin mi, era la primera vez que veía un hombre derrotado, asustado, frágil y hasta humano. Entonces ante esa actitud como una estúpida acepte, con la condición de que borrara todo, de que desapareciera de las redes sociales y se dedicara a pleno a mi. Así fue, hasta que le permití usar una cuenta vieja de Facebook que tenía, la condición fue que solo habría contactos masculinos y la contraseña sería compartida, iba a vigilar cada paso, porque no le permitiría volver a engañarme. Todo avanzaba bien y actualmente se comporta adecuadamente.. de cualquier manera no todo era malo, las primeras noches intento hacerme sentir cómoda, cocinaba, nos fabrico una mesita donde comer, compro un televisor, instalo un calefón en el baño para que me duchara sin estorbos. Al principio todo marchaba bien, después de cada cierre salíamos a caminar, la noche en capital es bellísima y tranquila, volvíamos con la mente fresca directo a descansar, sin preocupaciones y sin nadie que nos interrumpiera. Me gustaba estar con él, a pesar de ser un sótano, era nuestra casa, nuestro nidito de amor y así estaba bien, superaba cualquier cosa, no importaba trabajar catorce horas diarias, que los vecinos de la zona se comportaran groseramente, aguantar los insultos de los mismos cuando pedía amablemente que por favor no tocaran la mercadería. En capital se acostumbra el auto-servicio, pero a Mariano no le gustaba, no era higiénico que manosearan el pan con las manos sucias a pesar, de que tenían con qué servirse, o las faturas, que cada bandeja tenía su pinza al lado. No, no importaba, siempre y cuando me encontrara a su lado.

Con el tiempo nos fuimos acomodando, sobretodo acostumbrarnos a convivir, a la vida porteña, empecé a desenvolverme bien por las avenidas, y aunque para la mayoría no éramos de su agrado la kiosquera de revistas y diarios se cruzaba de vez en cuando a pedir el baño prestado y a charlar un rato. No solo aprendí a andar por capital, también a quitarme el miedo a la hora de atender, los primeros días estaba muy nerviosa, me temblaba hasta la voz, era todo nuevo, lo único que sabía hacer yo para sobrevivir y ganarme unos pesos era pelar un par de perros, y esto no se parecía en nada a mi rubro. Acá tenía que ser amable con la clientela, falsear para una venta exitosa. A la hora de cobrar se me ponía la mente en blanco y no conseguía dar el vuelto con rapidez, Mariano se molestaba sin entenderme, tampoco se lo exigía, sí que me tuviera paciencia, eso sí. Pero con el transcurso de los días fui relajándome hasta que me volví una profesional de la venta, la gente me quería, venía contenta, pero estresarme por aquellos maleducados que se ofendían porque no los dejaba servirse solos, era difícil de controlar, de igual manera fui amable.

Una tarde de domingo me llega un mensaje de mi madre, avisándome que venía para acá con Osito, me pregunto cómo hice para dejarlo por tantos meses, el asunto era que el perro había dejado de comer y estaba muy desanimado, eso preocupo a todos en casa, por esa razón mi madre decidió traerlo para que me visitara. Le conté a Mariano lo que estaba ocurriendo y me ofreció que se quedara con nosotros, a fin de cuentas Oso siempre fue educado y no jorobaba mucho, por supuesto no dude en aceptar y saltar en una pata por la propuesta, le avise a mamá y me dedique a esperarlo todo el día; Llegaron a eso de las siete, ocho de la noche, en el horario del cierre, era perfecto porque podría dedicarle toda la atención. Cuando levante la vista y mire para fuera, veo que estaciona una kangoo blanca: - ¡ahí venía mi querido amigo! Noto que temblaba extrañado, todavía no me había visto, hasta que escucho mi voz llamándolo, una y otra vez, ahí me encontraba, frente a él con los brazos abiertos. Entonces, mi padre lo baja para que viniera hacia nosotros, jamás lo vi correr con tantas ganas en la vida, pero corrió rápido y se refugio en mi, lloraba, saltaba, ladraba, movía rápidamente su rabo, daba vueltas, volvía a ladrar, a refregarse en mi pecho, así un buen rato, realmente volvió a la vida esa noche. Salude a mis padres, cruzamos algunas palabras y se fueron.

A la mañana siguiente, no estábamos seguros de dónde dejarlo, si abajo en el sótano, o arriba detrás del mostrador, probamos primero abajo pero el muchacho lloraba para subir, esperamos una media hora para darle tiempo a que entendiera y fue en vano, porque él estaba decidido a subir, así que con la autorización de Mariano fui a buscarlo, le puse su correa y lo lleve hasta el mostrador, lo ate en la pata de mi silla y le dije que se quedara ahí callado, que después lo llevaba a pasear al parque. Mariano me pidió que me quedara atendiendo que tenia que salir a comprar unas cosas, no me dijo qué y se fue, el día venía muy tranquilo, empecé a hacer zapping en la tv hasta que encontré "caso cerrado" solía mirarlo en casa por Telefe o por YouTube cuando me aburría. Pero a Mariano no le gustaba que lo mirara en horario de trabajo porque decía que no era un programa adecuado cuando hay clientes; no tenía mas opción que mirarlo cuando no estaba o cambiar.

Cuando volvió, se anuncio y lo llamo a Osito para mostrarle su nueva cama, su bebedero y balanceado, también le compro un chalequito porque ya iniciaba el frío, Osito olio todo y se acostó nuevamente a mi lado pero esta vez en la camita, le di las gracias y le pedí una pausa para llevarlo al parque que quedaba cruzando las vías. Hacía rato que estaba ahí y seguramente necesitara ir al baño y para allá fuimos.

Durante el periodo que duro el negocio Oso vivía como un rey, desayunaba vigilantes mojados en el té, salía a la mañana y a la tarde con alguno de los dos, hasta la noche que salíamos los tres, la cama prácticamente no la uso, o dormía conmigo en un costado o en el sillón, arriba se quedaba tranquilo con la estufa al lado detrás del mostrador, mientras yo atendía: ¡Nunca mas me sentí sola!

Una tarde, Mariano había recibido una llamada, era mi suegro que quería verlo, eso significaba ir juntos, así que por fin iba a conocer a la familia de Mariano, después de cuatro años de relación y el siguiente domingo después de que Osito ya estaba instalado, nos encontramos con ellos en Lobos, porque mi suegro tenía el día libre y salieron a pasear y nos invito pasar el día allá... era un viaje largo pero me encanto y disfrute cada momento. Mariano quería asustarme aprovechándose de mis nervios diciendo que eran difícil de tratar, secos, y de muy pocas palabras. Sin embargo, no lo escuche, me concentre en disfrutar el viaje, siempre me gusto viajar, es ideal para pensar y encontrarse con uno mismo, para reunir ideas nuevas o simplemente para dejarse llevar por la imaginación. Prefiero el silencio hasta el destino indicado, siempre en compañía pero sin hacer una sola mueca, repudio esa gente que habla hasta por los codos y que no se calla nunca, esa típica vieja chismosa que suelta la lengua y te enteras obligadamente la vida de Hortensia la vecina, que se separo y ya anda metiendo nuevos pretendientes a la casa, o de Carlos el vecino de al lado que lo corrieron del trabajo, y así sucesivamente, hasta que por fin se bajan y otra vez el vagón se llama a silencio. Soy apasionada y creo que el habla le quita esa magia a la excursión, por eso siempre llevo unos auriculares para que de esa forma se entienda que no quiero ser molestada, ni por Mariano que va al lado mío jugando con cara de nene chiquito, él sabe y por eso aprovecha y juega todo lo que puede.

Cuando llegamos, veo a mi suegro que nos esperaba en la parada, debo admitir que el hombre era fácilmente confundido por uno de los indigentes que se juntan frente al local, su barba era larga, el pelo que le crecía en los costados de la cabeza también estaban largos, de vestimenta sencilla, y a pesar de su apariencia era un hombre bello y pulcro, correcto, culto, gracioso. Mi suegra que estaba más allá, sentada con mi cuñada, era todo lo contrario en cuanto personalidad, su apariencia también era sencilla e indudablemente hermosa, a pesar, de su pelo blanco sin peinar, a su vez era callada, tímida, vergonzosa e inofensiva. Mi cuñada estaba en plena edad de adolescente rebelde, se dedico a pleno a rezongar, a quejarse y a dar la nota constantemente. En cambio el nene era como Mariano, dado, hablador, juguetón y risueño. En resumidas palabras una familia normal, entonces se acerca mi suegro;

- Hola, soy Juan, un gusto.

- El gusto es mío señor, mi nombre es Paula.

- ¡Allá está mamá, ella es Marta amor!

Mire para dónde señalaba Mariano, fingí no haberla visto antes y nos dirigimos hacia allá una vez que nos terminamos de presentar con mi suegro. Nos sentamos frente a frente, ellos ya habían comido a causa de nuestra tardanza así que se dedicaron a servirnos, prepararon unos sándwiches de fiambre y nos trajeron para beber. Mientras conocía un poco más a mi suegro y observaba a mi suegra que fumaba sin parar y les aceptaba el sándwiches para no quedar como maleducada; (porque rechazar la comida o el agua ya una vez servido es de mala educación). Me sentía incómoda, porque algo de verdad dijo Mariano, eran terriblemente callados, aunque procure que no se notara y para eso use mi celular un buen rato, en lo que Mariano se decidía a acabar con la degustación.

Para entonces Delfina mi cuñada y Pedro mi cuñado estaban en la laguna, Juan se acerco a la orilla con Marta a pescar, Mariano se fue al baño y yo seguía observando el lugar, los árboles, la frescura, eran un paisaje ideal para perderse un buen rato. Tirar un mantel en el suelo, agarrar los auriculares, escuchar algo tranquilo, relajante, recostarse y cerrar los ojos y olvidarse de todo y de todos por un segundo. Pero en su lugar veo llegar a Mariano que me invita acercarme hasta donde estaba la familia, realmente acepte con desgano porque Delfina me cayo mal, su amargura me tenía harta, se comportaba de una manera infantil; ¡quería acogotarla! Pero no me quedaba otra que ignorarla y hacerle caso a Mariano para no arruinar el día; hacía mas de tres meses que no los visitaba y no iba a ser yo quien arruinara el encuentro, por eso opte por permanecer lo mas apartada que pude. Por suerte Mariano me pidió que lo acompañara hasta un almacén para comprar algo para la merienda, en camino y ya llegando compramos unas galletitas y unas cartas, también compro una pelota de vóley, supuse que iba a sacármelos de encima un rato largo así que salí contenta del negocio. En otras palabras ya estaba cansada y quería volver a casa, bañarme y recostarme, mirar algo en la tv, y ver a Oso hasta el otro día.

Cuando terminaron de tomar mate y jugar a las cartas, Pedro, Delfina, Mariano y Juan se pusieron a jugar con la pelota, yo me quede observándolos en lo que seguía cebándole a Marta. La pobre se la paso callada, solo omitía sonido para preguntar por alguno de los hijos cuando los perdía de vista, hasta que se los señalaba y nuevamente se llamaba a silencio, y yo que le pasaba el siguiente mate en lo que encendía un cigarrillo, porque en ese entonces, fumaba, no tanto como mis suegros pero tenía lo mío. Marta no tardo en pedirme que le regalara uno y como me lo esperaba ya lo tenía listo para entregárselo. Éramos dos solitarias mirando como se divertían los otros, cómodas porque a ninguna de las dos nos gustaba hablar, no era necesario forzar una conversación, estaba bien quedarnos calladas. Fueron los minutos mas tranquilos en toda la tarde. Y me generaba ternura ver a Mariano pasando tiempo con los hermanos, hacerlos jugar y divertirse, la muestra de cariño para con la madre también me provocaba dulzura, nunca antes lo vi siendo él sin su caparazón que usa a diario para no dejar en evidencia su lado humano.

A la hora de volver, volvimos todos juntos, tomamos el mismo tren hasta Merlo, el viaje de vuelta fue en su mayoría reservado, y menos mal porque ya venía sin batería en el teléfono, y no tenía con qué hacerme la distraída. La ida fue mas corta o eso me pareció porque enseguida llegamos. Al bajar nos despedimos en la estación, nuevamente muy cordiales, Juan me invito a pasar un día por la casa y se fueron. Con Mariano nos dirigimos hasta la parada para tomar el colectivo que nos acercara hasta la panadería, tomamos el 136 que iba por Rivadavia hasta Primera Junta, de ahí eran 2 cuadras por la calle Rojas hasta el local. Fuimos charlando porque Mariano quería saber que me parecieron, sinceramente a pesar de las escenas de la hermana el resto me había caído bien, no tuve ni una objeción.

Al otro día Mariano se levanto a las cinco de la mañana a cocinar las faturas para exponerlas y abrir el negocio a las siete, yo aproveche y me quede un rato mas en la cama con Oso, hasta a eso de las seis y media que me levante para preparar el desayuno mientras que esperábamos que se hiciera la hora para abrir. A la mañana es cuando mas gente entra, al mediodía empieza a entrar menos y por la tarde hasta la hora pico no se vende mucho, lo mismo ocurre a la tardecita noche, vienen dos o tres personas mas y Mariano decide cerrar para poder limpiar, lavar, ordenar y por último juntar lo recaudado. Los días que se va a un curso de electricidad que empezó en Merlo, me toca hacerme cargo de todo, dejar todo listo para cuando regresa y así poder acostarse directo. Es mejor cuando no está, porque hago todo con tranquilidad, sin apuro.

La macana es que las cosas en la panadería no van muy bien, el local esta ubicado frente a la estación de Caballito con la idea de que ahí se vendería mas, por los pasajeros que bajan del tren y caminan hacia Rivadavia, pero no se tuvo en cuenta que van apurados, en su mayoría se dirigen a trabajar, y no se detienen a comprar, supongo que lo mismo le debe pasar a la competencia que se encuentra a dos locales de la nuestra. Con Mariano buscamos nuevos productos que ofrecer a los clientes, como gaseosas, sándwiches de miga, medialunas rellenas de jamón y queso, tarta africana; es una base rellena de dulce de leche y bañada en chocolate. También incorporamos pastaflora y una promoción de café con medialunas. Sin embargo no cambio mucho, estábamos mas cerca del cierre definitivo, y si eso ocurría me tendría que volver a zona sur, sabía que si me volvía sola entonces también la relación se tornaría nuevamente vacía, él otra vez en sus andadas y yo esperando su llegada cada domingo. El tema fue cuando eso se hizo realidad, estábamos a un mes del cierre, así que se me ocurrió proponerle que viniera conmigo, que en la casa de mis padres nos hacían un lugar, que para qué esperar a que consiguiera cómo reponerse y un lugar donde vivir. En el fondo ambos teníamos la certeza de que si no aceptaba jamás nos hubiéramos casado y mucho menos tendríamos a nuestra Clara, me costo mucho convencerlo, porque no se lleva bien con mi familia, existe cierta rivalidad entre él y mi padre, no obstante lo manejan con respeto y algo de distancia.

 Cuando por fin conseguí que se viniera, automáticamente avise a mi madre para empezar la mudanza, estaba feliz porque la relación iba a dar un paso gigantesco, en menos de un año nos estábamos por casar y todo lo que sacrifique iba a dar frutos.

 Una vez que el cierre de la panadería tenía fecha y los clientes ya eran avisados, no tuve ni un reparo en tratarlos bien, ya estaba hasta el cuello de aguantar insultos, malos tratos, y que se me negara el saludo o me miraran desde arriba, como si fuera poca cosa. Me di el gusto de tratarlos como merecían, no obstante moría porque llegara el día en que nos encontremos lejos y tranquilos… mientras eso pasaba empezamos la mudanza, se hizo en varios viajes porque el flete salía un ojo de la cara y no contábamos con tanto, por eso papá nos ayudo llevando primero lo mas chico, lo mas fácil; dos televisores, la cortadora de fiambre, las cajas con las cosas de cocina,(vasos, platos, bandejas, etc.) Después seguimos por la cama y el colchón, que fueron arriba en el porta-equipaje, del sillón no estábamos seguro de traerlo porque era posible que no entrara y casi lo dejamos junto con otras cosas que quedaron ahí. Cuando menos me lo imagine ya estaba en casa otra vez, con él y los doce caniches que deje a cuidado de mis padres todo este tiempo, ¡claro! Doce por un tiempo, porque no tardaron en llegar otros ; Una noche que me encontraba en la cocina lavando los platos y Mariano preparando la cena, de repente escuchamos varios aullidos que venían de la calle, rápido mande a Mariano a que revisara, estaba oscuro, entonces le dije que fuera a investigar, cruzo la vereda y camino por la calle, hasta la esquina, cuando de repente, observo una cosita pequeña yendo para dónde estaba Mariano, claramente ya no se escuchaba el llanto porque ahí venía un cachorrito de cuarenta y cinco días, no más. Ya sabiendo de que se trataba Mariano vuelve para casa, pero atrás lo seguía el perro, intento engañarlo para que no lo siguiera, y fue inútil porque el condenado estaba decidido a seguirlo a como dé lugar. Abro el portón para que Mariano entre, pero para mi sorpresa no solo entro él, sino que primero paso como pancho por su casa el enano, directo al comedor. Nos miramos un segundo y no hizo falta decir nada, habíamos dicho todo con la mirada… una hora mas tarde lo bautizamos Bruno, era el primer hijo matrimonial y el número trece de la manada, se lo presentamos a mamá y si bien puso el grito en el cielo no tardo nada en encariñarse. Sus patas delataban su futuro crecimiento, iba a ser un perro enorme, no había duda de eso, un perro grande y único.

El tamaño me preocupada un poco por los caniches, lo castramos con seis meses para evitar conflictos mas adelante y lo crie como mi bebe para que no se volviera agresivo, aunque, se me fue un poco la mano porque es lo mas maricon y mamero que existe. No lastimaría ni a una mosca, eso sí, pero la apariencia de perro guardián y su personalidad tan cobarde hacen reír a todos los que visitan la casa.

Meses mas tarde llego Santino a causa de un regalo que me hizo una clienta, Santino es una cruza de caniche, por ende, su tamaño es chico, me acuerdo que tuve que mantenerlo oculto para que mi madre no empezara con el drama, pero en un descuido se lo encontró y como era de esperarse protesto un poco hasta que se calmo, hoy el gordo va a cumplir cuatro años. Decidimos que sería el último porque catorce era mucho, aunque, la quince apareció un tiempito mas tarde; Yuri, la perra era mas bien comunitaria, la cuidaban entre los vecinos y a veces la señora de enfrente la refugiaba de la lluvia o de los perros cuando entraba en celo, la cosa era que a Mariano se le ocurrió hacerse cargo de la castración, de llevarla a zoonosis, operarla y volverla a traer, siempre y cuando, la vecina se ocupara de su recuperación, cerraron el trato y se saco el turno. A los tres días se la llevo, esperamos 3 horas hasta que salimos de ahí, la cargamos en la camioneta en la parte de atrás para que fuera mas cómoda porque todavía estaba dormida, y regresamos a casa. La dejamos en la peluquería para su tranquilidad hasta que Mariano se cruzara a avisarle a la vecina que Yuri ya estaba de vuelta, que si ya le preparo un lugar adentro, pero en su lugar la descarada rompió el trato diciendo "que ya se le puede buscar una familia". Entonces como era de esperarse nos toco cuidarla los diez días que se requerían, tuvimos la suerte de que su comportamiento era tranquilo y obediente, sin embargo también la oculte todo lo que pude de mamá, para que no se armara pleito. La misión fue bien hasta el octavo día, Yuri acostumbraba a ser libre y ya quería regresar a su antigua vida, entonces se nos escapa para delante donde mamá no tardo en notarla. En eso se escucha un fuerte y claro "¡Paula!". Me asome muy despacio lista para el sermón, le explique la situación y que le faltaban dos días mas antes de volver a la calle, que me permitiera dejarla hasta entonces, por suerte no dijo mas nada, y cuando mamá no agrega palabra significa que esta bien, así que se quedo.

La estadía ya se había terminado, Yuri estaba lista para regresar a su vida, a pesar de que me encariñe con ella no la detuve, la deje ir, aunque cada tarde la buscaba para comer, necesitaba asegurarme de que no pasara un día sin probar bocado. Y un lunes cerca del medio día, arranco a llover muy fuerte y no se detuvo por una semana, en mi cabeza solo estaba preocupada por la perra que no aparecía, me asome al portón varias veces cada vez que paraba un poco pero ni rastro de ella, hasta que por fin salió el sol. Si no mal recuerdo era un martes, estoy casi segura porque ese día me levante temprano para retirar una remera y un pantalón cerca de casa, le pedí a Mariano que me acompañara por seguridad, a la ida no la vimos, evidentemente estaba refugiada porque llovió mucho así que nos fuimos hasta el encuentro y a hacer los mandados para cocinar un pollito al horno y papas.

 De regreso, la veo sentada en la esquina, apenas me asegure de que era ella la llame, quedamos verdaderamente sorprendidos por su reacción, nunca antes la vimos galopear con tanta alegría hacia nosotros, la fiesta que nos regalo me hizo feliz. Corrimos juntas hasta casa en lo que Mariano venia detrás con las bolsas, desde ese día nunca mas se fue.

La convivencia con mis padres iba bastante tranquila, nadie se metía con nadie salvo cuando se trataba de mis hermanas que solían calumniar a Mariano porque no lo querían, el verdadero motivo lo desconozco, y honestamente no me interesa, a fin de cuentas en unos meses era la boda y no tenía tiempo para preocuparme por eso. Le insistí a Mariano con que nos apuráramos con los preparativos porque un año pasaba volando, y dicho y hecho en tres meses ya era la fecha, pero me contesto que lo tomara con calma, que en menos de lo que canta un gallo tendríamos todo listo, no obstante las cosas salieron mal, muy mal, a cinco días de febrero no teníamos ni la fecha en la iglesia, en el registro fue una suerte conseguir para el dos y mas milagroso que el diacono nos aceptara y nos asignara el tres, estando a dos días de la ceremonia. Mariano deseaba que todo se hiciera el cuatro junto con mi cumpleaños, para no olvidarse del aniversario y a la vez que un solo regalo simbolice los tres festejos, pero el cuatro caía domingo y los domingos el registro estaba cerrado, así que no quedo mas remedio. El vestido fuimos a once en capital, me probé tres o cuatro hasta que quede conforme con uno, y digo conforme porque no me volvió loca, fue mas elección de mamá que mía, la verdad era que mi interés era salir del apuro y casarme por fin, Mariano noto enseguida que no me había gustado pero fue reservado hasta que nos encontráramos solos. Ya en la noche, en la habitación, jugando a la play toco el tema, le dije que no se preocupara, que me había gustado y que no veía la hora de usarlo, que no me iba a casar con el vestido sino con él. Y quedo ahí, seguimos jugando en silencio mientras esperábamos el delivery; hamburguesas con papa fritas y helado de chocolate, dulce de leche granizado y tramontana.

Al otro día el asunto se volvió mas conflictivo, mis padres estaban muy emocionados, de los seis hijos era la primera hija que se casaba y las mas chica, (querían tirar la casa por la ventana) pero yo quería algo sencillo, entre nosotros, sin tanto alboroto, el caso era que mi familia intento meter la cuchara mas de la cuenta sin tenernos en cuenta y todo termino siendo un fracaso, mis hermanas que no se presentarían a la ceremonia si la parentela de mi madre eran invitados, mi madre que se ofendía si no los invitaba... me deje manipular por mis hermanas y la fiesta fue un desastre, para empezar, la iglesia prácticamente vacía, la música que no sonó porque se rompió el grabador, yo, un rato largo esperando en la puerta hasta que solucionaran la música, pero Mariano se canso y empezó a cantar él, era muy gracioso escucharlo desde afuera, así que entre riendo para a hacerle el aguante, cuando ya estaba en el altar y ya una vez dado el sí nos fuimos para casa donde se celebraría el casamiento; Mis suegros apartados en un costado de la mesa, mi familia del otro lado que fuera de mamá, el resto no tuvo la delicadeza de saludarlos, y por ultimo una amiga nuestra, (Lorena) con los hijos. El momento fue tan horrible que termine llorando, bailando el vals con Mariano por media hora sin que nadie nos prestara atención, solos. Después de bailar mi familia se llevo el equipo para donde estaban ellos, pusieron la música mas desagradable que encontraron y se comportaron vulgarmente, festejándole a las nenas su baile tan ordinario, olvidándose para qué estábamos ahí reunidos, mis suegros que se dormían sentados, mi cuñada que se fue con el novio atrás de la casa, Pedro que estaba en la nada... la pase muy mal, hasta que Mariano llamo a Lorena; "vení Lorena, vamos a sacarle el cuero a la gente un rato". Entonces ahí se empezaron a levantar uno por uno para retirarse, y fue cuando por fin empecé a reírme y a pasarla bien.

Es un recuerdo que intento olvidar y un tema que no permito que se toque, porque no fue lindo para nada, siento que lo planearon con el fin de que salga todo mal para molestar a Mariano, que ninguno pensó en mí, así que no guardo ni las fotos de ese día. En parte es mi culpa por no tomar coraje y hacer las cosas a mi manera, me deje manejar con la culpa y se salieron con la suya. Al otro día era mi cumpleaños, Mariano me sorprendió con un desayuno en la cama, le agradecí y le pedí que nos pusiéramos a trabajar, que no tenia ánimos para seguir de festejo, que la plata nunca esta de mas y que mi cumpleaños no seria la excepción, así que me levante, busque la agenda y comencé a prepararme para arrancar con el día...

No siempre nos hemos dedicado a la estética canina, no juntos, después del fracaso de la panadería Mariano consiguió un puesto de electricista con un contratista en Lomas, hacían varios trabajos según lo que el hombre tenia pactado en varias zonas. Así que estuvo ocupado trabajando para él, primero; comenzó como pintor en una casa junto con otros compañeros en Lomas de Zamora, el empleador estaba apurado con la entrega de la casa, así que tuvieron que darse prisa. Ya una vez lista y entregada con algunos días de atraso, lo llamaron para realizar un trabajo de montaje en una fabrica en el parque industrial de Burzaco. El problema con este señor era que no prometía un trabajo firme, a no ser que Mariano decidiera aceptar viajar con él al interior. Pero yo no quise, no me gustaba la idea de estar tan lejos de él por vaya a saber cuánto tiempo.

En mi caso, después de estar catorce horas, diarias en movimiento, atendiendo todo, me encontré de repente demasiado quieta, fuera de los quehaceres del hogar y de tomar mate y chismosear con mamá, no hacia otra cosa; estar sin hacer nada todo el día no va conmigo, necesito estar activa. Se lo comente a Mariano y se le ocurrió que volviera a abrir la peluquería, no me pareció mala idea pero tampoco me quitaba el sueño, porque ya le había perdido la maña, mi paciencia no era la misma, igualmente lo pensé y tome la decisión de volver a abrir. La inauguración fue todo un éxito, llegaba a ganar lo que Mariano hacia en una quincena en su trabajo, yo lo ganaba por día... le hacia burla cada vez que llegaba y preguntaba qué tal me fue; cada vez que lo ponía al corriente se frustraba o se ofendía, no le gustaba la idea de que la mujer ganara mas que él. Sin embargo había asumido un compromiso con su patrón y tenia por lo menos, que terminar el trabajo en la fabrica. Las cosas con el transcurso del tiempo marchaban de mal en peor, tenia muchos malos entendidos con sus compañeros, y con el patrón tampoco se llevaba bien. Mariano no sabe respetar a sus superiores, se salta las ordenes y hace todo a su antojo, es demasiado especial, por eso, o termina renunciando, o despedido. En ese caso renuncio y se incorporo a mi humilde emprendimiento, no tenia la mas remota idea de como realizar un corte, sin embargo con el tiempo fue aprendiendo cada vez mas... yo me ocupaba además de peluquear, de la propaganda, los costos, y la organización de la agenda, Mariano tenia asignado los baños caninos, la entrega y el retiro de los mismos y de sostenerlos en lo que yo trabajaba en el manto. Jamás me simpatizo la idea de atarlos a la mesa del cogote y las patas traseras, el perro se estresa y sale temeroso del local, no, mi forma de trabajo es totalmente distinta, me presento con respeto ante el animal antes de empezar; me agrada mimarlos en lo que trabajo en ellos, les hablo, les canto y se van felices. A Mariano no le costo acostumbrarse a mi manera de trabajar, él piensa como yo, y pone en primer lugar el bienestar del can, así que no hubo mayores inconvenientes durante los cinco años que llevamos juntos en el rubro, la gente los entrega confiada, tienen la seguridad de que volverán bien, eso y las recomendaciones nos dio buena fama, pero, el asunto cambio cuando nos pusimos mas exigentes, los perros si tenían menos de seis meses pedíamos la libreta sanitaria, por seguridad y prevenir que se terminen enfermando, tampoco complacíamos al dueño que venia con ocurrencias injustificables con respecto al corte o las uñas, capas que el perro se aferra de la pierna mucho y por eso piensan que las tienen largas, pero al contrario, las uñas están perfectas, no hay nada para cortar... pero ellos insisten y vos te negas, pero no te negas por capricho tuyo, no, te negas porque si cortas mas cerca del vaso sanguíneo lastimas, y si haces sangrar una uña el sangrado no para mas. Pero la gente no entiende, te quieren mandar porque ellos pagan, y no es así, no, así no. Por eso actualmente Mariano tiene que buscar trabajo, porque la peluquería pinta para cerrarla, casi no se trabaja y si hay que ser honestos el problema no es con los perros, el problema es con la persona que tiene al perro, la gente esta estúpida, caprichosa y yo no complazco a nadie. Prefiero dedicarme de lleno a Clara y que él trabaje, un sueldo con una nena y veintidós perros, no sobra, al contrario, vivís mejor, mas tranquilo.

Después de Yuri, no tardo en llegar Malala, es una cruza de pitbull, a Malala la tenia una "rescatista", la levanto de la calle con dos meses, mas o menos... resulta que Sara quería adoptar una perra, y para mi desgracia cuando se lo mencionó a Fabiola yo estaba presente, y digo desgracia porque no tarde nada en mostrarle los perros que se encontraban en adopción, y Sara quedo encantada con Malala; en ese momento ya tenia cuatro meses. Así que lo debatieron con Fabiola hasta que se pusieron de acuerdo y me contacte con esta chica para solicitar la entrevista para adoptarla, Malala ya tenia posible adoptante en Ciudadela, yo sabia que con Mariano teníamos que llevar un perro para allá, porque Simona nos había contactado días antes para pedirnos el favor; en ese entonces teníamos auto... pero no sabia que era ella. A Simona le pareció mejor que la adoptara mi hermana, a fin de cuentas vivíamos mas cerca y era gente de confianza, así que cerramos la adopción y se quedo. Pero su estadía en esa casa duro dos días, Fabiola no se demoro en cansarse de ella poniendo excusas como que se subía a las camas y marcaba territorio, o que rompía media casa... quería devolverla, sin embargo a pesar de que en casa me comí el reto del año por parte de Mariano, no la iba a devolver, había puesto la cara y no estaba bien que le quedara mal, así que con Mariano nos la quedamos. Mamá puso otra vez el grito en el cielo pero esta vez a Fabiola, o mas a Fabiola y un poco menos a mi, de cualquier manera con Malala ya eran dieciséis; - ¡donde comen quince come una mas! Se me ocurrió decir cuando ya todo era silencio, y fue muy mala idea porque otra vez mamá arranco a gritar.

Las primeras semanas, Malala se comportaba con timidez, así que todas las acusaciones hasta entonces eran falsas, sin embargo, un día que salimos con Mariano a dar una vuelta, cuando llegamos nos encontramos con la primera macana, había papel higiénico por toda la casa, sabíamos que había sido ella porque solita se delato, otro día había roto una zapatilla, al siguiente el mantel y la cortina y por ultimo el colchón, este ultimo fue la gota que rebalso el vaso, había que ponerle un alto o en cualquier momento nos quedábamos sin casa. Así que Mariano propuso que saliera a pasear con nosotros para gastar energía, con seis meses seguía siendo cachorra y muy activa, pero cuando tocaba la calle se hacia pis encima, temblaba y no quiso saber nada con caminar, tuvimos que darnos la vuelta y regresar a casa rápido, entonces nos encontrábamos en un dilema, o nos obligábamos a vivir encerrados, o corregíamos sus actitudes. A la perra le faltaba aprendizaje, entender lo que esta bien y lo que esta mal, nada del otro mundo, era cachorra y como todo cachorro es comparable con un chico, los chicos son traviesos, hacen todas las travesuras juntas y el can es igual, inmaduro hasta que alcanza la adultez, cerca del año o año y medio, era comprensible su comportamiento, y era cuestión de paciencia hasta que aprendiera... y mientras ella aprendía nosotros ya estábamos subiendo otro perro al auto que casi choca Mariano, un cachorrito de dos meses, minado de pulgas y una quemadura ya curada. Primero Mariano lo subió a la vereda y volvió al auto, hubo un silencio mutuo por un segundo hasta que ambos nos acordamos que una vecina nos había dicho que quería adoptar una mascota, automáticamente pegamos la vuelta, dos cuadras mas atrás, y lo agarramos. Era muy chico para que se bañara pero entre prevenir que se enferme y que las pulgas se lo comieran vivo, optamos por bañarlo en el baño, con la estufa porque tenia un buen rato ahí adentro hasta que Mariano le quitara la ultima pulga, después de eso le di de comer y me fui con los otros. A la tardecita, a eso de las cinco la vemos llegar a Olga, la vecina, fuimos por el cachorro que estaba jugando con Malala y con Bruno, y nos cruzamos para la casa de esta mujer para presentárselo... efectivamente le gusto y lo acepto en su casa, Mariano estaba algo angustiado porque le agarro cariño en unas horas nomas y yo estaba aliviada porque me ahorre un problema en casa. Aunque, mi alivio no duro nada, porque a los tres días saliendo para lo de un cliente, una vez mas Mariano casi lo atropella, estaba durmiendo a la mitad de la calle, en un hueco de tierra, nuevamente pulgoso, el doble de pulgoso y con sarna. Obviamente nos indignamos, y sin dudarlo lo levantamos, pero el problema era, a donde lo dejábamos hasta que se cure, en la peluquería era imposible, entran perros constantemente y era muy fácil que se contagiaran, en casa tampoco, o terminarían todos con sarna. Pensando y pensando me acorde de Magnolia, una chica que se dedica a curar perros con sarna, así que la contacte, y nos dio una mano con eso, cada un mes había que llevarlo a la veterinaria para el control y curación, obviamente nos encargamos de todo, lo único que necesitábamos era que Magnolia lo hospedara mientras tanto.

Cada vez que nos asomábamos para visitarlo, Mariano se quedaba un buen rato con el afortunado jugando, yo me enfoque en subirlo a las redes sociales para nuevamente encontrarle un hogar, pero Mariano no quería, decía que por algo no funciono con Olga, que se tenia que quedar con nosotros, que él nos eligió. Incluso ya tenia nombre, esa misma tarde lo bautizo Locki, porque Locki significa "suertudo", y ese perro era realmente un perro afortunado; no pude negarme. Ya una vez curado listo para volver, oficialmente se lo presentamos al resto y formo parte de la jauría en un suspiro.

En ese tiempo las cosas marchaban bien, no teníamos discusiones fuertes o fuera de control, eran peleas inmaduras que se arreglaban con un beso o tres minutos mas tarde cuando nos preguntábamos por la cena, eran peleas de criaturas, como cuando se enojan porque uno le saco la figurita al otro, o porque simplemente lo molesto y enseguida se acusaban con algún mayor que encontraban en el camino... bueno, así era, nada grave y que no tuviera solución.

 En esos tres años fueron llegando mas perros, mamá ya no decía nada, ya estaba curada de espanto o quizá no decía nada porque sabia que la causa era perdida... cuando vivíamos con mis padres, nuestra relación era estable, pero unos días antes comencé con malestar, sentía nauseas, dormía mucho, y empecé a sentir desprecio por el mate y el tabaco; jamás se me hubiese ocurrido pensar en un embarazo, sino me lo pregunta mi madre... ante la duda, ese mismo día, decidí realizarme un estudio en una clínica en Monte Grande, estaba confiada de que se trataría de otra cosa, porque hace unos años atrás en una de las visitas con la ginecóloga, me informo que a causa de ser poco fértil, seria muy difícil embarazarme, ante esta noticia estaba tranquila.

Ya en camino recuerdo que hacía unos treinta y cinco grados, mi ventanilla estaba baja y como en cada viaje ya sea, corto o largo, voy muy atenta a todo, y por culpa de esta bendita costumbre mía, en el trayecto a la altura de Arana y Matienzo observo pasar para el lado contrario un perro, de tamaño medianito a chico, con la lengua afuera y agotado, cerré los ojos para contenerme y no pedirle a Mariano que parara, tenia que concentrarme en los estudios y salir de la duda primero, por eso dije para mis adentros, que si me lo volvía a cruzar a la vuelta, ya de regreso, entonces lo ayudaría.

Cuando llegamos a la clínica, me anuncie adelante y me senté en la sala de espera en lo que era mi turno, me hicieron el estudio y me pidieron que volviera en una hora, que ya estarían listos. Para no quedarnos dando vueltas por la zona, le dije a Mariano de volver a casa, el calor estaba muy fuerte y ya me sentía algo descompuesta, Mariano estuvo de acuerdo y encaramos para la camioneta, estaba tan intrigada por el resultado que ya llegando a la altura de la calle Matienzo y la Avenida Pedro Dreyer, abrí muy grandes mis ojos cuando otra vez tenía en la mira a ese perro que nos cruzamos yendo para donde el estudio, me había olvidado por completo, y mi asombro fue enorme, porque entre la espera y el estudio había pasado una hora; era poco probable volver a cruzarnos con el mismo animal dos veces... pero ahí estaba, mas cansado que cuando lo vi la primera vez, era evidente que necesitaba ayuda, que camino mas de lo que imagine en ese momento, con el calor terrible que estaba haciendo, un calor que descompone a cualquiera. Pero como lo prometido es deuda le hice parar sin pensar y estacionar a Mariano, le conté lo que pasaba y no dudo en ayudarme a rescatarlo.

Mas o menos cerca del bicho identificamos que se trataba de una hembra y que estaba herida, evidentemente otro animal la ataco, su miedo no le permitía dejarse ayudar y cada vez que Mariano intentaba atraparla ella huía o tiraba a morder, corría muy rápido a pesar de su cansancio, por eso a Mariano no le quedo mas remedio que seguirla con la camioneta para no perderla de vista y poder volver a intentar; fueron 2km del mismo procedimiento, bajar y subir del vehículo... hasta que Mariano se canso y se dispuso a que lo mordiera, pero que la agarraba, la agarraba... ese mismo día se le cayo la billetera con los documentos de ambos, sin embargo, la perra ya estaba arriba y era p

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  • Autor: Anne Black (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 6 de agosto de 2022 a las 00:08
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 43
  • Usuario favorito de este poema: Joseponce1978.
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Comentarios1

  • Maikel Mendoza

    Tienes una gran facilidad para enganchar en tu relato a los lectores.
    Me sentĂ­ identificado como Muchas cosas de tu historia. . A modo de sugerencia podrias publicarla en capĂ­tulos. . La verdad no fui capaz de leer todo..
    Sigue adelante que tienes un gran talento

    • Anne Black

      Saludos, la novela esta dividida en 3 capitulos, solo que por aca no pude subirlos completos tuve que compartir por partes, el ultimo capitulo lo subo a las 00:00. Gracias por tu comentario



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