La vida no es color de rosa

Anne Black

 CAPITULO 2

MI VIDA A TU LADO

PARTE 2

..."Manipulación". Es difícil pensar que lo ejerces, no ven lo que yo, no conocen quién eres... No, no lo acepto, ¡tu me amas! lo veo en cada intento por ser mejor, lo siento en cada abrazo, en un beso. Mas no consigo quitar este sufrimiento que me asfixia, me quita el aliento, me preguntas el por qué y realmente no puedo decírtelo porque temo que me abandones, no estoy lista para soltar nuestra historia, para caminar como una mujer fuerte e independiente, con la frente en alto, una mirada que diga; - ¡sí pude! Contigo recordé la niña frágil que todavía soy.

Debo limpiar mi alma para triunfar y tu eres el precio que tengo que pagar si quiero lograrlo, y pensar que desde afuera parece sencillo tirar a la basura una relación como la nuestra, pero, nadie entiende lo dificultoso que llega a hacer hasta que lo padece. Es un costo muy alto que no creo estar dispuesta, te amo demasiado y a la vez no, he notado que no suena igual cuando lo digo, como si realmente lo dijera por compromiso. Me haces el amor y nos siento dos extraños, no me provoca esa pasión y ganas de que no acabe, sentir tus manos recorrer mi cuerpo no me genera nada. Acto seguido, terminas y me levanto, esquivo tus mimos porque no los quiero, me pides que me quede contigo, apretujados, disfrutándonos y es un sacrificio que dura dos segundos porque te alejo y me voy. Insisto para que te levantes y te bañes para luego ir a trabajar, y cada vez que sales por esa puerta entra tranquilidad, no te extraño, y disfruto mi tiempo a solas; y pensar que hace meses atrás no veía la hora de que llegaras, te esperaba con la ilusión a cuesta. Hoy no te espero y eso me gusta.

Seis de enero del año dos mil veintidós, a las once y media pasadas, no estas y tengo tiempo suficiente para escribir, para pensar, para comprender por qué me aferro cuando tengo la seguridad de que quiero mas que nada liberarme de ti. Realmente valoro cada minuto que tengo a solas; los perros se encuentran alrededor mío, en silencio y nuestra hija aún duerme, afuera hay un sol hermoso, hace calor, pero no importa, es un bello día e intento apreciarlo. Tengo que cocinar pero no tengo ganas, quiero seguir escribiendo de ti, porque, cada vez que lo hago la ansiedad desaparece de a poco y de esa forma mi alma siente alivio.

Me pregunto, cuándo fue que te alejaste tanto de mi, cómo fue que te volviste tenebroso, por qué nos haces daño... te burlas de mi, me haces quedar mal en público, los insultos aumentan y temo que tus caricias se conviertan en golpes. Me aterra tu actitud y no se si pueda hacerle frente, me ahogo en llanto.

Necesito reencontrarme con ese hombre que me hacia sentir segura, que me protegía. Juro que no te reconozco, pasaste a ser un desconocido que me espanta con solo mirarme y me afliccia, me hunde en la mas profunda de las tristezas, me hiere de tal forma que ya no quiero vivir, quiero morir, y el saber que mi niña quedaría en tus manos me obliga a seguir porque debo protegerla de tu maldad. Entonces, el deseo de mi muerte se convierte en fuerza para continuar por ella.

Siete del mismo mes, nueve y diez minutos te llamo para que te duches y vayas a cumplir tus obligaciones, nuevamente te despiertas y me tratas muy cordial, me dices que me amas, me lo vuelves a repetir y no respondo. Preparas el bolso y marchas hacia el trabajo sin despedirte, para mi es indiferente así que comienzo con la limpieza, luego un mate, tiempo con nuestra hija y si me queda resto, continúo relatando.

Los momentos a solas me hacen reflexionar y darme cuenta que te has vuelto parte de mi rutina, comienzo a pensar mas con la cabeza y callar al corazón. Tus gritos ya son molestos, ser la culpable de todos tus errores me fastidia y aburre, el saber que cada día será igual al anterior me quita el sueño, creer que soy un "lastre" o que te "estorbo" me provoca rechazo y dolor, me enojo conmigo misma y dejo de ser capas, creyendo que no es justo para ti cargar conmigo. Me deseas la muerte dos o tres veces al día, dices que no me soportas, que soy una "bruja insoportable", te quejas de mis acciones, te ríes de mis opiniones, menosprecias mi cariño y me alejas cruelmente y me mandas a callar. Es triste ver como paso de ser tu princesa a la mañana a ser una inútil por la tarde, reconocer que soy un objeto que buscas cuando lo precisas me pesa y me roba el aliento provocándome un ataque de pánico. Dices que la salud está primero y te preocupas por mi, me calmas cuando me enfado o me siento molesta, agregas que "todo estará bien". Luego de diez minutos te olvidas y vuelves a ser el de antes, levantas la voz, golpeas cosas, tratas mal a nuestra hija sin haber hecho nada, los perros aterrados te enfrentan con ladridos y yo me armo de valor y te pido el divorcio... Dices que sí, esta bien, pero una vez más sigues aquí, porque no me tomas enserio, y actúas como si nada.

 La amenaza de que un día me pegaras suena a una broma, o eso dices, aunque, no estoy tan segura de que lo sea, la dejo pasar y respondo con ironía, porque estoy confiada de que no tengo la necesidad de esperar una agarrada de pelo, un empujón o un puño cerrado. Puedes ser una persona conflictiva, pero, ¿golpearme? No, jamás te atreverías.

(08-01-2022/10:00 a.m.) Hoy fue un sábado complicado desde que arrancaste a trabajar en casa; el perro no fue fácil, las cuchillas que no pasaban, tu fastidio, el mío, y la sacada a corridas de tu parte cuando te ofrecía mi ayuda hicieron el día terriblemente largo. Para qué mencionar que otra vez te pedí separarnos, y no me haces caso...

Detesto cuando me llevas a ese punto en dónde quiero gritar fuerte y tengo que contenerme mientras me quedo sin aire lentamente, para no darte lugar a realizar algún típico comentario de lo tuyos; "te voy a internar", o "qué te pasa enferma". Y yo mirarte con cara de que tú me enfermas, me deprimes y me cansas de tal forma que espero con ansias la siguiente semana para que te largues a trabajar fuera y no verte. Estar unas horas sin ti es la gloria divina, la nena es libre de jugar, los perros se callan y están tranquilos, la música suena fuerte y no hay nadie quejándose de ella, me reencuentro conmigo, con mis palabras, mi imaginación y en esta instancia soy feliz.

Pienso, en lo que baño a la nena, si me doy cuenta de cuán agotada estoy de esta situación, cuál es el bendito problema que me detiene para salir por esa puerta sin remordimientos, sin desear volver... busco la ayuda de una psicóloga para encontrar el por qué. No le tengo fe pero la disposición a intentarlo está, quizá descubra más de lo que espero y consiga librarme de mil fantasmas. No sé por dónde empezar, son tantos mis males que no estoy segura si arrancar desde el principio o desde el final, tal vez, debería dejar que fluya... entonces me dirijo a su consultorio, decido ir caminando para aclarar mi mente mientras tanto, camino unas treintas cuadras de casa hasta allá, y llegando golpeo su puerta con suavidad, espero a que me atienda y me haga pasar para después aguardar otro poco en la sala de espera…

- Buenas tardes Paula, ya podes pasar.

- ¿Qué tal Laura?

- Muy bien, tú cómo estas…

 Y comienzo contando qué me llevo a estar ahí, hable de aquellas convulsiones; el veinticuatro de diciembre, siete en punto, estábamos con Mariano en lo de un cliente, que fuimos a entregar un equipo de música que él había arreglado (en ese tiempo Mariano estaba haciendo arreglos de electrodomésticos) fuimos caminando, estaba un poco caluroso a pesar de que ya era medio tarde, pero la caminata era una rutina entre nosotros así que no fue problema. Mas bien el problema se presento entre la charla con el hombre, cuando repentinamente empecé con falta de aire, sentía que el pecho se me cerraba de a poco, mi visión era cada vez mas borrosa hasta que quede a oscuras, el habla casi perdido y caí al suelo. Oía a Mariano decir mi nombre una y otra vez, pero no conseguía responderle, escuchaba todo lo que se decía, la sirena de la ambulancia y la camioneta de mi padre que en un suspiro estaba ahí. Tenía miedo, creí que me moría, que ahí me despedía, sin embargo lentamente fui volviendo en sí; comencé a hablar con normalidad y a tener control de mi cuerpo, mientras que los paramédicos me asistían… realmente fue traumático, porque desde ese día no pude volver a salir segura, así fuera acompañada de Mariano.

También hablamos de con quién vivo, y algo de mi infancia, muy por arriba charlamos sobre mi capacidad diferente para desenvolverme en la vida, no sentí que debiera darle importancia en ese momento. Aunque después de salir de ahí, analizando y repasando en limpio mi vida, descubrí que no era un tema resuelto, confirme mis sospechas de por qué mi miedo a fracasar, a los cambios, seguramente mi gran problema a la hora de sociabilizar, mi empeño por estar encima de todo, por hacerle frente a mis conflictos sin descanso, sin dejarme vencer.  No lo sé, no pretendo averiguarlo, realmente no quiero descubrirme y encontrarme con la triste realidad de que mi vida no tiene rumbo, evaluar si estar sola es el camino a una vida más tranquila, equilibrada, motivada, que se yo, más sencilla. Opino que una pareja no es feliz siempre, que requiere de un gran trabajo para salir a flote, de respeto, cariño y paciencia. Que cuando hay amor no se puede bajar los brazos tan fácil, y dejarme llevar por las creencias de los demás sería una tontería, no niego que por un segundo dude y lo estudie por días, pero, lo veo ahí, tan seguro de sí mismo, tan independiente, transparente, que he decidido creer más en mí y darle otra oportunidad. A fin de cuentas, no somos tan distintos. Reconozco que estos últimos días ha hecho un excelente trabajo con la relación, su esfuerzo es notorio y merece que le corresponda. Ha estado dulce, expresivo, atento, cariñoso y no hemos discutido en semanas... comprendí que ambos tenemos que aprender del otro, que en ocho años no se termina de conocer a una persona,  por eso también tengo que poner de mi parte. Dejar de intentar cambiarlo, amarlo más, juzgarlo menos, aceptar que no puedo transformarlo en el hombre de mis sueños, que así es perfecto, con cada uno de sus defectos, y cada una de sus virtudes.  Si anhelo que nuestro matrimonio no se deshaga en un papel, una firma, que nuestra familia siga unida, debo dar el brazo a torcer. De cualquier manera es terriblemente difícil, mis brazos están cansados de remar, quisiera que él lo haga, busco un motivo para aferrarme y no bajar de este bote

 

Ver métrica de este poema
  • Autor: Anne Black (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 4 de agosto de 2022 a las 10:26
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 21
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios1

  • MISHA lg

    Es muy estridente tu novela, poetiza pero mantiene la vista queriendo leer mas gracias por compartir.
    Detesto cuando me llevas a ese punto en dónde quiero gritar fuerte y tengo que contenerme mientras me quedo sin aire lentamente, para no darte lugar a realizar algún típico comentario de lo tuyos; "te voy a internar", o "qué te pasa enferma.

    besos besos
    MISHA
    lg

    • Anne Black

      Me alegra que genere eso, es justamente lo que busco con ella. Saludos.



    Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.