Ecológica

Osvaldo Norberto

El pintor apoyó su caballete

en el hueco del bosque

donde los rayos del sol

desparramaban la luz

sobre las hojas doradas.

Tomó sus pinceles

Y los colores del mundo

que llevaba divididos

en pequeñas vasijas.

Elevó su mirada

lo más alto posible

y dejó caer el racimo

de nubes moradas sobre su tela.

Descendía su pincel

desde la roja ladera del monte

hasta la frágil ternura

del helecho que bordeaba el río.

La magia del bosque multicolor

abrazaba el camino de piedras

junto al arrollo.

El artista había reflejado

con su alquimia de espejo:

la ladera y sus soles,

las crestas rojizas,

los muzgosos verdes,

la llanura infinita,

la arena y sus piedras,

el agua y su cielo;

y se quedó dormido.

 

Cuando el alba le cayó sobre sus ojos,

en el bello paisaje había un hombre;

y lo pintó.

Luego dos,

y los pintó.

Cientos y los pintó.

Miles, y los pintó.

Socavaron el monte,

y lo pintó.

Talaron el bosque,

y lo pintó.

Enturbiaron el agua

y la pintó.

 

El artista y su mundo

son dos cosas abandonadas

a los rayos del sol.

 

 

 

  • Autor: Osvaldo Norberto (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de septiembre de 2010 a las 21:27
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 35
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