índigo

Joaquín Adduci

Sombras, 
pies dorados,
cinco niños 
se refugian
en las plazas,
sin miseria,
sin cartón..

En un mirar tenue,
los muñecos se 
desvelan con la
niña que llorando
por un niño se quedó...

Mi piel ya se expandió
como un río, como un 
cauce, como un llanto 
o un reloj..

Y es ésta la minerva,
de una dahlia, o de
veinte días sin calor..

Tu vientre ya se abrió...
Y así, un nuevo día,
lentamente apareció..

 

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