Esperando sin saber que esperar.

Austin Mora

Heme aquí sentado esperando sin saber que esperar, eterno se vuelve el tiempo, la lluvia cae sin tomar conciencia que su melodía perfora este trapiento y golpeado malaventurado ser. 

Sentando esperando sin saber que esperar, enciendo un cigarrillo que acorta mi desdichada vida, pero me hace sentir por un instante que estoy vivo.  

Las amargas notas del humo del tabaco llenan el espacio de una grisácea neblina que consume por un momento esta incertidumbre que tiene como hospedaje alguna recamara de mi mente. 

Tic tac, tic tac suena el reloj los minutos mueren conforme el cigarrillo se apaga y se marchan junto con el humo de este; un silencio inmenso embriaga el presente y la nostalgia de recuerdos del pasado llega y no dice nada, las imágenes de pequeños momentos en los que fui feliz dan revueltas en mis sesos y hacen brotar de mis apagados ojos diáfanas lagrimas que llevan consigo el peso de la felicidad. 

El día llega a su fin la oscuridad de la noche deja atrás esos grises y pinta la atmosfera de un negro casi absoluto, las personas caminan y murmullan, autos van vienen pasan deprisa por la vía. 

El día va muriendo y los minutos se marchan para no volver, pero parece no importar en esos que caminan tan aprisa. 

Y yo aquí sentado esperando sin saber que esperar, fumando un cigarrillo haciendo una pauta en mi vida, Inhalando fuerte y hondo. 

Consumo con rapidez lo que del cigarrillo queda, impidiendo que este fuego voraz me consuma y que el dolor y la nostalgia florezcan. 

Libero el humo a su efímera existencia, la ceniza cae al suelo y el viento la recoge, la lluvia sigue tocando su melodía y el día continúa muriendo. 

El tiempo pasa y los minutos mueren, las personas caminan deprisa esperando encontrar respuestas a preguntas sin sentido. 

Y yo sigo aquí sentado esperando sin saber que esperar dando vueltas por las recamaras de mi mente.  

Viendo los minutos morir, el efímero humo llevarse consigo los momentos vividos. 

Y viendo cómo se consume la vida, al igual que los cigarrillos que uno tras otro voy encendiendo y que van acortándome la vida para hacerme sentir vivo. 

 

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