EL ARROYO CATALÁN

gaspar jover polo

EL ARROYO CATALÁN

 

Ya más verde el panorama, más al norte,

ya en la provincia de Gerona,

corría un arroyuelo entre los árboles

de desiguales tamaños y espesuras,

y entre tierras de labor. Formaba alguna poza

o se deslizaba,

con sorprendente rapidez, sobre la piedra

pulida del cauce, que formaba, en algún tramo,

una especie de canalillo natural.

 

En algún tramo fronda espesa,

como poblado de una selva en miniatura,

–hermoso en parte–

y otros tramos que corrían al lado del bancal sembrado,

donde algo había crecido, una especie de pasto o de espiga de cereal.

Lo seguí varias tardes curso arriba

y, luego, regresaba sobre mis pasos,

río abajo, pero nunca

quise saber a dónde terminaba,

cómo se agotaba, a dónde iba a parar,

en qué trance trágico se le vería desaparecer.

Yo salía corriendo para perderme

en la ribera, en la enmarañada sombra

y junto al permanente rumor del agua.

 

Llovía por allí con frecuencia,

también en verano.

El tren se desplazaba veloz,

hacia el norte, y se iba cubriendo el paisaje

de bosques, con un panorama cada vez más tupido.

Las ramas se entrelazaban

hasta formar la cobertura vegetal, selva intrincada

en cuya sombra cabía un solo hombre

o, tal vez, un hombre y una mujer abrazados,

una mujer abrazada a un hombre,

y algo de frescor, y verde manzana, y verde espiga

al lado del frágil paso del agua.

Flanqueado también por amplios claros

bajo el reseco sol del mediodía

que amenazaba con perdernos a él y a mí:

un lugar sin duda sobre el mapa, en la provincia

de Gerona, cerca del campamento militar.

Y yo tenía que pisar el polvo

sobre ciertos tramos

recién labrados, con tal de seguir

el curso del agua con fidelidad.

 

Todos los arroyos son parecidos,

en cuanto a longitud y a caudal,

a los olmos y a las mimbreras

detenidos sobre el borde; pero

lo cierto es que no causan

la misma impresión.

 

Recuerdo de aquellos momento que llovía mucho con alguna

frecuencia. Y que algunas tardes,

aparatosas nubes bajas

parecían llenar el vasto espacio vacío,

y que, luego, en un instante, se precipitaban

en forma de agua, por ríos,

por cauces y barrancos,

aunque siempre de modesto caudal.

 

 

Gaspar Jover Polo

  • Autor: gaspar jover polo (Offline Offline)
  • Publicado: 8 de abril de 2022 a las 03:56
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 23
  • Usuario favorito de este poema: rosi12.
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