Mi novia, la muerte

Joaquín Adduci

Te he visto la cara nueve veces
y tan sólo me quedan los sentidos,
pues tu cara se ha vuelto un olvido.

Pero sé que estás caminando a mi lado.
Aún escucho tus pasos cada vez que miro el techo.

Sé que estás. 
Eres el eco multicolor de las hiedras.
La canción preferida de la tierra.
La perdición de los mortales.
Pero yo.. yo sigo sin recordarte.

Muchos reportan cenas contigo y juran
haberte visto con un largo vestido rosa.
Pero yo.. yo sigo sin recordarte.

Aunque debo admitir que es probable que hayamos cenado.
Pues en esas palabras volátiles que despilfarran los supuestos salvados,
me reencuentro con la primera flor de mi vida que curiosamente era tan rosa 
y misteriosa como supuestamente sos vos.

En ese caso sé que podríamos habernos embriagado,
enamorado y contado las estrellas que sólo son visibles
abriendo las manos y liberando las cigueñas que
de plomo creemos que son. 

Cigueñas que estrujamos y asesinamos para teñir con su sangre 
el plumaje de los cuervos que nos esperan 
congelados en nuestro ya escrito epitafio
a fin de ser derretidos por el sol cuando se alce el verano.
Y con su líquido, alimentar así la sábana de tierra que 
engrendará en nosotros un pobre arcón vacío 
que jamás aprendió a llenarse con su silencio.

O quizá el embriagado enamorado haya sido yo.
Tú, en un intento de cuidarme podrías haberme
acostado, tapado y levantado la mirada para irte 
dándole la espalda a mi yaciente cuerpo despierto.

Pero de ser así
¿a dónde te has ido?
¿son tus pasos los que siguen a los míos?
o ¿soy yo el que intenta escuchar los tuyos negando que te has ido?

Sea cual sea la razón, necesito ver tu cara
porque en ella pueden estar las respuestas
que con las cuerdas de mi pecho no puedo encontrar. 

Si aquí estás, respóndeme una cosa:
¿Aún hay tiempo para nosotros? 
No me dejes último en tu lista de deseos
¿Para qué hacerme esperar una eternidad? 
Tan sólo déjame conocerte los ojos 
para que puedas permitirte saber quién sos.

Hay muchos poemas inconclusos caminando sobre la tierra,
pero aún así prefieres volcar la tinta sobre los que aún se están escribiendo.

¿Qué esperás para llevarme a mi?
Dime qué está pasando
¿Acaso me faltan cosas por ver?
¿Aún no he visto todo?
Si ésto es así, no lo entiendo
¿Qué más me puede faltar ver si no son
tus manos salvándome mientras me caigo al vacío?

Tan solo déjame invitarte a cenar, 
compartir un vino y poder darte una vuelta
para así ver la infinidad de tu vestido.

Yo sé que esa voz que escucho en mi guitarra es la tuya,
pues suena agotada y el hollín de su garganta delata
la tristeza que absorbe por llevar a los nuevos hacia un lugar
que aunque lo intentémos, jamás comprenderémos.

¿Y si me he vuelto loco?
si no era tu perfume el que tenía aquella primera flor que sentí en mi vida
¿entonces de quién era?
¿qué flor de este lugar podría haber olido así si no eras vos?

¿Acaso era únicamente mi corazón el que late a día de hoy en ese ciego recuerdo?
Quizá lo esté negando y vos jamás hayas existido
Quizá no me haya sincerado,
pero puede que tan sólo hayas sido
un invento de mi eterno para demostrarme
que mi enfoque ha estado en las señales,
en lugar de callarme y dejar que la sabiduría haga su parte.

Sea lo que sea que seas,
permíteme seguir observándote 
o aunque sea delirarte con quien sea que hable 
porque sos una obra de arte.

Ahora quizá no me entiendas,
y pasado mañana puede que tampoco.
Pero mañana sé que lo harás porque 
aunque puedas tener mi nombre o ser mi soledad,
siempre serás el vacío con el que decidí llenarme, y el silencio
donde finalmente hallé el ruido para darme cuenta que
el único camino se halla dentro de mi mismo

  • Autor: Joaquín Adduci (Offline Offline)
  • Publicado: 7 de abril de 2022 a las 13:26
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 30
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