EL MURO
Aquella tarde inaugural, definitiva casi, contempló
golosamente la alta pared de las afueras,
y al muchacho se le hizo de noche
contemplando, y también como un nudo en la garganta.
Aquella calle tenía o tiene
una acera solamente,
y un sola fila de casas
que alternaban con naves, con corrales,
con cocheras, y que solo un farol iluminaba.
De pie frente al misterio de aquel muro, de la pared
monótona y sin brillo, coloreada apenas
por la luz de una bombilla,
sin nada a destacar, tan sin ventanas,
inmóvil, soñador, el joven provinciano
pensó en no regresar jamás
a la vida de antes, a los juegos deportivos y de mesa,
a los paseos por el campo o por el muelle,
o por la urbe, a las aglomeraciones de vecinos.
Se fijaba en la pared, un punto muerto,
la ataraxia por fin, y allí creía encontrar
el encanto de las cosas más humildes
y por eso, tal vez, más consistentes.
seguro de notar al fin un cambio brusco,
algo así un salto fabuloso en la conciencia,
para poder recomenzar así
desde el principio de las cosas.
Luego, llegó el momento en que se hizo
noche plena y, luego, llegó la madrugada,
y un rayo de sol rozó la brizna verde
que emergía entre dos losas.
Y el soplo de la brisa
se desplegó profundo en un instante,
preciso, sin obstáculos, doblando las esquinas,
como un susurro que barriera
las afueras con dulzura.
Gaspar Jover Polo
- Autor: gaspar jover polo ( Offline)
- Publicado: 18 de marzo de 2022 a las 04:53
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 22
- Usuario favorito de este poema: rosi12.
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