Una mañana que me mandaron a hacer el desayuno

Sería mas fácil odiarlo y decir todo lo que pienso;

así como usted cuando habla con odio,

así quiero hacer.

Mas fácil decirle lo machista que es,

que reclama por que le busquen su camisa

a la misma persona que ha estado con usted,

quién le ha estado vaciando la bolsa de orines

y quién le ha acompañado a la clínica y al hospital.

 

Que cólera ha generado en esos corazones

que se meten en sus líos, enredos y amoríos.

¿Sabrá usted que ella no puede responderle mal?

Pero me manda a mí a que le responda cortante

yo no quiero hablarle, señor, no quiero dirigirme a usted.

Pero dicen que la demencia empeora con la soledad

y que si se enoja usted se mandará a donde sabe Dios,

su tratamiento por el suelo, que a usted no le importa eso.

 

A mi tampoco la verdad, yo no le tengo cariño

pero su hija le tiene mucho aprecio, a pesar de todo,

porque la cuidó de pequeña y ahora dice que le toca cuidarlo.

Al final quizá termine igual, dicen que es hereditario.

Estoy seguro que cuando termine también me odiaré.