Ladridos en la madrugada

Harley Ezel

Cayeron las cáscaras de mi siembra en plena madrugada,
disuadido por un vasto alarido,
amortizo la cálida impresión del pánico
que se desprende de mi mano,
rondan los perros salvajes y mi rostro deturpa,
se mofan por las aceras sin ninguna compasión,
mi cirio poco a poco expira,
forjando las crueles acciones de arcángeles oscuros;
es un sábado y los ladridos son acertados 
reproches que se clavan en mi pecho,
causando un semblante aterrador,
dejando de ser el tonto erudito
frente al impío anfitrión que los acompaña.

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