Porque estás

El crepúsculo desató el lejano espectro de tú ausencia, y la omnipotente sombra del vástago oscurece a mis pies mientras deforman la sombra tuya.

El incandescente Sol fluye por el mapa haciendo que se mueva la parte única de nosotros que incluso en la oscuridad nos acompaña, pero la tuya no se mueve, no se dilata, no cambia.

Porque tú sombra está en mi mente sobre la cama, porque incluso el mismo Sol desvía la mirada para ver tú silueta, para disparar un rayo de luz que alumbra tú cara y sonroja a la mía mientras te veo y me miras.

Porque recuerdo tú piel desnuda bañada con la poquísima luminiscencia qué atrapan las nubes y atraviesan las ventanas y las puertas. Porque estás en mi memoria, porque eres parte inmediata e intangible de mi mente.

Porque no estás aquí, porque tú forma me es inmaterial en el cuerpo, porque es lo único que veo y toco todo el tiempo en que pienso en ti y en tus besos.

El crepúsculo oculto, ocultó la sombra del vástago pusilánime, desatinó la cordura de este hombre que te ve transparente, y la mente se me vuelve un espejo translúcido que te ve borrosa, lejana, de una forma indigente. Pero me quedo indignado porque estás y no estás realmente.