La vida misma

Valedelcaa

Bienaventurado sea el desandar,

Benévola la incertidumbre por saber, por hacer.

 

Acertado el incruste del sediento amor en la más fina fibra,

Y el ahondar del paralelismo en la eterna existencia.

 

Arduo es vencer al vacío aún ausente,

Y en la ausencia misma, develado sea el estupor.

 

Volátiles los reflejos

Y versátiles las confluencias.

 

Marchita la audacia, y aún más

En su fluidez, desvanecida.

 

Persistentes sean las andanzas bajo el efecto del deseo,

Y desapercibidas las huellas cristalizadas.

 

Aquellas asentadas en la reseña de una historia,

En la irreversibilidad del ayer,

En la vida misma.

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