El eco de la piedra

Dante Verne

De ese torbellino de vida y muerte,

de esa templanza nacida de un momento de absoluta incertidumbre,

fuente de ternura, estupor de espíritu indomable,

de esa pureza,

de esa certeza donde el espíritu se encuentra consigo mismo,

de ahí, de esa embriaguez iluminada surge la belleza.


La luz, recién nacida de la oscuridad, aún nos ciega.

Aún no somos capaces de atisbar el significado

de ese tapiz de realidad bañado aún por la fascinación de la desmesura.

Nada es lo que parece.

Ya no somos lo que fuimos.

¿Cómo podríamos abrazar nuestras contradicciones

sin parecer superfluos, inconsistentes, vulnerables?

Soy el eco de la piedra en el aljibe,

vuestro hermano en la espesura,

el que construye cometas con la versatilidad del aire,

invisible, desheredado.

De los restos de los vértices de mi memoria llego

para ofreceros este éxodo lunar donde encontrarnos de nuevo.

Un presente gestado en el anhelo,

en el sueño subterráneo que aspira a un cielo compartido.

Seamos las leyendas vivas del eslabón perdido

entre lo que seremos y lo que fuimos.

Os espero. 

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Comentarios2

  • Rafael Perez Ortola

    El latido de las piedras apenas se percibe, pero cuando llegan algunas gotas de lluvia, aún es capaz de apreciar el Arco Iris.
    Saludos cordiales.

    • Dante Verne

      Gracias, igualmente.

    • María C.

      Profundamente escribes Dante, y creo que toda la naturaleza tiene latidos la viva y la muerta, como una piedra.
      Un buen finde te deseo.

      • Dante Verne

        Muchas gracias, igualmente, un abrazo

        • María C.

          Buen finde



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