“Amo el arte, pero el arte no me ama a mí”

Nunca supe si en mis venas corría el arte. 

Cuando era pequeña me apuntaron a clases de baile, pero me tiraba al suelo llorando cada vez que terminaba una clase porque me dolían los pies. Quise aprender a cantar, pero siempre me pedían que me callara. Me apunté a millones de concursos de dibujo pero nunca supe dibujar. Así que me rendí, dejé el arte y empecé a odiar todo este mundillo al que desde bien pequeña quería entrar. 

Me empezaron a emocionar las letras, y en tercero de la ESO encontré un cartel. Al principio pensaba que era un concurso de poesía en mi instituto. Me presenté y resulta que por suerte o por desgracia, era un curso de teatro.

A los 14 años, me subí por primera vez a los escenarios y la mezcla de aplausos y gritos de personas que no conocíamos de nada, me dejó claro que debía dirigir mi vida hacia el arte.

 

Pero este grupo de teatro desaparecía cada cierto tiempo. Eso me hizo entender que si quería ser alguien en la vida no podía depender de ese grupo.

Debido a un poema que hice, nos juntamos un par de amigos para crear un grupo artístico, pero ellos no tenían la misma ilusión o las mismas ganas de sacrificar su tiempo para que este grupo saliera adelante. Así que, en noviembre de 2019, quise comenzar de nuevo, esta vez no me quedaba más remedio que empezar yo sola. Me cree un nombre artístico, llamado Vito Monrroe (Con dos erres queda más rebelde). 

En marzo de 2020, un fatídico mes para todos, en el que estábamos encerrados en casa sin saber cuándo volveríamos a las calles o si lo haríamos con la misma energía que antes. Yo la pasaba sola en mi cuarto. En esos momentos de soledad, experimenté muchas sensaciones: experimenté un amor por el maquillaje a pesar de que siempre tuve rechazo por este hobby, experimenté un gusto por el baile, a pesar de que siempre me daba con la lámpara del techo o las paredes de mi cuarto, y experimenté una pasión por el modelaje, a pesar de que no me sentía a gusto con mi físico.

Empecé a jugar como si fuera una niña pequeña volviendo a tener la misma ilusión y esperanza que antes, pero ahora con más fuerza.

Trabajé duro para no depender de nadie.Y ahora mismo, con mi esfuerzo y constancia, trabajando todos los días, puedo decir orgullosa: "Hola soy Vito Monrroe, recuérdame cuando cause el mayor alboroto".